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miércoles, 2 de enero de 2008

Los trenes que nos alimentan VIII: Agustina [2007] – El país de los mendigos

De Bahía Blanca a Buenos Aires hay una cantidad considerable de kilómetros de distancia, pero he decidido volver después de no sé cuanto tiempo de desaparición, por así decirlo.

Elegí la línea Roca para recorrer en su sección local. ¿Por qué? Por una razón muy sencilla: es que quise saber cómo quedo la cosa después de la fletada de Metropolitano.

¿Recuerdan los destrozos de la estación Constitución? Sí, pues para quien tenga memoria del pasado y observa el presente, aquella bonita y preciosa estación que era, perdón, me refiero al sector del hall central, los andenes son un mundo aparte. Bueno, ese bonito hall central ahora ha vuelto a ser la misma roñosa Constitución, deslucida... con los vidrios rotos... como que aún no quiere deshacerse de los vestigios de aquella batalla campal. Dije que los andenes son un mundo aparte porque eso sí que no se tocó.

Las boleterías dan lástima ¿y la seguridad? Se la tragó la Tierra.

Lo subterráneo: un mundo de grafitis y de mugre, ah, y de cuando las escaleras mecánicas funcan...

¿Y los chanchos de control? Otra cosa que se la tragó la Tierra, es posible seguir la era descontrolada de viajar sin boleto, nadie te dice absolutamente nada.

Los andenes son un mundo donde la mugre parece ser la reina que manda, mejor ni husmear los túneles que los interconectan... imaginen cualquier cosa.

Y los trenes... después dicen que los de larga distancia están mal, los locales andan mal pero hay para los dos. ¿Alguien vió los vehículos que van a General Alvear? Un par de vagones rotos a más no poder, nunca ví algo semejante, todavía alguien tiene ánimo de viajar en ese espanto. Dejo ese espanto para meterme en el mundo eléctrico. Lo principal para ellos fue borrar todas las evidencias de Metropolitano, pero por fuera, a los trenes parece que les han tirado con yerba mate???? Miraba los andenes y esos pobres trenes andaban más por la fuerza de la voluntad que por otra cosa, porque ahí varias cosas ignoraban, empezando por los horarios.

¿Y al pasajero le hicieron más confortable el viaje? Negativo.

¿Horarios? Ni hablar.

¿Las estaciones? Unas bocas de lobos salidas de los cuentos de terror, peor, lucen peor que en la era Metropolitano.

Pobre gente... pobre sistema... pobres trenes...

Solo unos pocos hacen marchar este país, unos cuantos se encargan de hacer todo lo opuesto.

Con mucha tristeza preferí esfumarme en la noche con destino a Bahía Blanca. Cuando mis hermanas me preguntaron sobre mi visita en Buenos Aires, solo me salieron estas palabras (Y lo confieso, sin eufemismos): “Pobres trenes del Roca, ellos sí que mendigan...”.

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