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miércoles, 2 de enero de 2008

Los trenes que nos alimentan: Victoria [2007] – Saladitos...

...los bombones, decía una vieja y se estaba comiendo los calditos Maggi. Hablando de cositas saladitas – como qué va – ya demasiado hemos tenido este año – el cachito que nos resta para acabarlo – hemos tenido las cosas saladas. Me refiero a la inflación. Los memoriosos dicen que cada vez que atravesamos las temporadas electorales, a los argentinos parece irnos como el culo. Ustedes saben que todo este año nos hemos pasado hablando, al menos en la plana general, sí, usted que va con los morlacos contaditos, veía cómo las cosas aumentaban a un rítmo como nunca visto, pero otros aseguran que la de Alfonso batió el récord. Más allá de todo eso, este año podemos comentar de los varios aumentos, empezando los mismos de siempre: que los lácteos, la limpieza, productos de almacén, bebidas, etcétera, etcétera. También podemos cotizar los aumentos en las indumentarias, porque comprar una pilcha puede costarnos un cacho más caro! Ni hablar de los zapatos, las zapatillas, una chancleta... claro, si prestamos un poquito más de atención, todo aumenta pero la calidad empeora! ¿En qué quedamos? No sé si será normal o descomunal, pero algo que sí vamos a recordar a la hora de hacer el brindis de Año Nuevo 2008: la calabaza y la papa demasiado saladas – aunque después trajeron esa papa brazuca que era un asquete para el consumo masivo, qué vamos a hacer... - podemos brindar por un recuerdito muy destacado del 2007: cuando las asociaciones de consumidores instaban a los boicot de no comprar tal cosa por los precios tan salados, venga, y ahí se pusieron a regalar tomates por la calle porque, la verdad, más que salado el precio, la premisa era “Ni caviar ni sushi: tomates por las nubes” con la módica suma de 15 mangos el kilo!!!!!! Bueno, es que la calabaza no se le quedaba atrás en esta carrera: se cotizaba en 10 mangos, pero ahora los morrones rojos se cotizan a 13 el kilo. No sé si pusieron el ojo, pero estos precios que abarajo, lo que nos cuesta el kilo de las verduras que mencioné, podemos garparnos un viajecito en tren en la clase más berreta a un destino ignorado por todo el mundo.

Uno puede creer que el cuento de la inflación es cosa de la economía doméstica, comercial, y también industrial. Ese cuento se lo puede tragar. Pero yo les aseguro que TEA está escribiendo su capítulo de esta bendita inflación. Usted que utiliza sus servicios puede decir ¿cómo es eso que le afecta hasta la inflación a los trenes? Sí señor usuario, aunque no lo crea, TEA también tiene sus cuentos inflacionarios y entonces, don Franchi, usando las típicas excusas conocidas por todos cuando vemos que la verdura se va para arriba, abrió la jeta para anunciar unas medidas saladitas. Algo así como quien dijera “La mejor forma de tapar agujeros son los aumentos”. Y sí, ya si el Litoral huele un poco mal – ya saben el cuento de la pastera yoruga – tenemos ahora a Franchi avisando cómo se vienen las cosas para el año que viene. ¿Qué nos queda para el año que viene? Pero... ¿sabrá el Héroe Ferroviario de los mocasines con forma de Pingüino las intenciones de Franchi? Yo supongo que sí. Pasemos a lo concreto:

- Si usted desea tomarse el tren y decir, bueno voy a viajar confortablemente en un camarote, ¿qué son 150 mangos? Nada, una bicoca... un regalo. Bueno, ahora no sé si le quedarán aún ganas de hacer uso del camarote cuando le diga que el mismo le va a hacer desenvolsillar 225 mangos. Pero no se haga drama, podemos dejar el camarote y probar suerte en las clases comunes...

- Pidamos un pasaje en clase pullman y... 86 mangos está bien, para viajar con el traste aplastado unas 12 horas... está muy bien pago si he de contarle que cuando se viene el verano hasta el aire acondicionado se descajeta y llegas a destino como si hubieras viajado en un clase paraguaya, pero totalmente hermético, ahí es posible pensar que estás a punto de sofocarte. Pero como a TEA, 86 mangos era muy barato, lo mandaron a 120... No se preocupe, descartemos el pullman y probemos suerte en clase primera, a ver cómo nos va.

- Por 65 mangos me entero que puedo viajar no tan confortable pero sin la sensación del encierro en clase primera. Por lo menos queda el consuelo de decir que si uno se ahoga ahí dentro, levante la ventanilla y chupe un poco de aire puro. Eso sí, olvídese del aire acondicionado, la calefacción y las luces, porque si funcionan, es una lotería. Pero debo informar que prontamente viajar en esta clase un poco más baratija puede llegar a ser casi lo mismo que garpar un pasaje en el ¿lujoso pullman? Espere, nos queda una clase más, veamos que tal nos va.

- Llegamos a la clase paraguaya, como dirían por ahí. Por algo es ala segunda clase, si el culo se te no solo aplasta, sino que terminas hecho pomada, pero tu humanidad total. ¿Qué nos importa si total nos sale unos 48 mangos? Por esos 48 mangos bancamos todo y de todo, hasta el olor a pata, culo, huevo y sovaco de la gente que por ahí hace como tres días que no pasa por la ducha, pero no podemos quejarnos, no le pidamos peras al olmo si no son ni 50 mangos. Bueno, lamento avisar que hasta ala clase paraguaya se va a equiparar a la clase primera en 65 mangos.

¿Ve que viajar en el Gran Capitán es un cacho más caro? Y ahora no me va a poder decir cuál es la clase más barata porque ya no la hay, a menos que desee viajar como polizón en los trenes de los monos de ALL, pero no insto a esa idea porque los monos ya me veo que lo van a agarrar del forro de los calzoncillos y lo van a mandar sabe a donde... como que nos llevamos tan bien que tiran con los dientes.

Ahora ellos se atan con el cuento de que en los últimos tiempos han andado bien. Bueno, algo es algo, pero... ¿cómo puede ser un viajecito hasta Posadas? Yo se lo cuento muy rápidamente así va tomando las medidas del caso, no le crea en ciento por ciento a Franchi, algo bolasea.

Cuando sale de Federico Lacroze, hasta Rubén Darío el viaje es un placer, bueno, porque Metrovías tiene las vías hechas un chiche hasta que tomamos un desvío y... bueno, ya la cosa cambia un cacho porque no viene tan divina como al inicio, pero como estamos en territorio bonaerense, el viaje sigue siendo muy y demasiado placentero hasta que salimos de Zárate, cruzamos el Puente del Paraná y nos adentramos en territorio entrerriano y la vía... bueno, la misma empieza a bajar su nivel, pero el viaje se soporta. Ya al cruzar la frontera y llegar a las tierras coyentinas, si la vía está hecha percha, sumemos que el sol calienta con todo y si afuera hace unos 40º Centígrados, el tren se convierte en un sauna sobre rieles con unos 100º Farenheit porque si creen que los pasajeros en las clases segunda y primera se están deshidratando, le digo que en el pullman la gente se está muriendo pero las verdaderas víctimas son los del camarote que se están sofocando... ahí el viaje más que placentero, es un verdadero martirio. Esperen, si uno se muere del calor que hace, sumemos que el tren seguro un problema técnico tiene, como que me llamo yo. Y para los colmos, en la noche pica el bagre y probamos suerte en el coche comedor. Cuando pides la cena, te traen un sandwich de fiambre y tomate, cuando le pegas el primer mordisco te das cuenta que el fiambre está todo baboso y el tomate fermentado, hasta que a alguien se le escapa decir que se rompió el aire acondicionado para tener las cosas refrigeradas pero los muy puercos continúan vendiendo la comida en pésimo estado! Eso sí, señor pasajero, la bronca le agarrará un rato después cuando se empiece a sentir mal, a lanzar o a retorcerse porque a cada segundo se va por el inodoro... ahí sí que va a insultar al personal del comedor y algo le mandará a la empresa. Por eso, los que saben de viajes y viajes, aconsejan que en un viaje como este, es tomar líquido y evitar la comida. Yo les digo que si van a comprar líquidos marca pirulo, tengan cuidado, porque hasta las marcas pirulo son suficiente para arruinarle el viaje hasta Posadas.

¿Entienden ahora porque TEA está escribiendo su propio capítulo acerca de la inflación? De ser así, los pasajeros y los ferroviarios podrían ponerse de acuerdo por esta vez y reclamar en masa que aumenten los sueldos, porque todo está pum! para arriba y el pum! para abajo, parece no haberlo por ahora. Menos mal que ahora se viene el verano y la temporada alta, así nuestros dirigentes nos tienen con la mente ocupada con el cuento de que hay que pasar las vacaciones y nos hacen olvidar de este tema hasta marzo, y volvemos a hacer la misma bicicleta. Con un poco de sinceridad, de un lado y de otro, el horno no está para boyos.

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