Las chicas que pululan en la Unidad arduamente han estado aconsejando a todo ferroviario que se les cruzara en todos los años de existencia que llevan bajo la órbita provincial, claro, todo coordinado por Quequén.
Mientras varias hermanas de Chivilcoy, Junín y Sol recibían la noticia de terminar sus días en los rieles, Elisabetta y Doris abandonaron el Urquiza que las vio nacer. En tanto, algunas GT fueron protagonistas de varios y ruidosos accidentes, como Dolores y su choque con otra locomotora, el caso de Bolívar en Grümbein, Olivati y el funesto final en Lobos y, justo estuvo Pico para hacer el remate final en Luján. Pero atrás no se quedaron otras GT, tal es el caso de que a Sierra de la Ventana la naturaleza la repudia y la castigó con un rayo, y alguien más, justamente, Quequén, en sus años mozos, pronosticó augurios no buenos sobre la Unidad, a mediados de la década de 1990:
- Es posible que se cometan errores diez veces peores que en la etapa anterior – dijo.
Inicialmente, la Unidad tenía una selecta y nada despreciable variedad de servicios de larga distancia. Conforme los años se fueron pasando, la profecía de Quequén tomaba más fuerza. Empezó a comprobarse con la desaparición del tren a Rojas. Luego le siguió la desaparición de los trenes a Ameghino. Después acabó en los trenes a La Pampa para por último llegar hasta la costa atlántica. Y el restablecimiento de esos servicios era cosa que no se toca. Y las chicas insistían una y otra vez con ese mismo planteo.
Se tenía muy en cuenta que en las oficinas de la Unidad había mucha influencia política: la misma incluía negociados, lavados de cuentas, ñoquis, testaferros... en fin, corrupción y más corrupción.
Se teme que ante la influencia de los astros, y los comentarios que están en danza ante la posibilidad de un final de la Unidad. “TBA aspira al Sarmiento, la UGOFESA y ALL pelearán por el San Martín y Ferrocarriles Argentinos deseará salvar el sistema del Roca” – vaticinaron por ahí.
Pero antes de que suceda todo eso, la Unidad ya había ideado su escudo portaestandarte: el Expreso del Atlántico, que no deja de ser una nueva versión reciclada de los mismos Pullman Hitachi, pero que les agregaron la tele y el DVD para mirar alguna porquería por el camino. Todo eso por la módica suma de 50 mangos. Casi nada.
En abril del 2007 las cosas parecen marchar nada bien: con una miserable cantidad de servicios a Mar del Plata, un par de trenes suspendidos por ahí sin motivos aparentes y los demás resistiendo como pueden, en tanto se supo que algunas chicas debieron ir a reparaciones a los astilleros de Río Santiago ante los rumores de que en Maldonado había mucha fiaca pero de la otra, todo va viento en popa según los designios astrales.
- Se necesita empezar a hacer lavados de caras en los vehículos – explicó alguno por ahí, pero no especificó que también lo requerían los servicios.
“La Unidad será demolida”, es el chimento que da vueltas por todos los sectores, pero era visto con preocupación por todos. Cuando se temió lo peor, llegó el recambió presidencial, bah, aunque el Héroe de los Mocasines seguía no más, los funestos designios se diluyeron también. Pero no los proyectos de demolición.
“Chau Unidad” – dijo Quequén y así fue.
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