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miércoles, 2 de enero de 2008

Los trenes que nos alimentan IX: Los pensamientos de Elisabetta

Nota: Publíquese por cualquier medio gráfico o informático, siempre y cuando se cite el nombre del autor. Toda opinión que pueda llegar a ofender, es independiente a lo reflejado por el autor.

Es la fría tarde de un día cualquiera... cualquiera, después de aquella nevada que cayó sobre Buenos Aires, el frío se cuela hasta en lo más hondo del ser...

Conforme pasan los días, siento el embate de un frío impiadoso... un enemigo duro para lidiar en las noches largas de invierno...

Después de Empalme Lobos, el mundo parece ser otro. Sí, de veras, es otro. Me desanima pensar que los días pasan y una espada me va hiriendo...

Saben cómo son estas heridas ¿verdad? Parece que la sangre derramada en pos de esta vía, no sirvió de nada...

Parece que no aprendemos nunca, ni de las largas suspensiones...

Cada día que enciendo mis luces para hacerme paso en medio de las tinieblas, pienso que en el próximo paso erraré la vía...

Por suerte, todavía sigo soportando, alegrando a los pueblos dormidos...

Soy ese fantasma que todas las noches se hace presente...

Pero no dejo de pensar que siempre hay gente que desea que este tren se acabe de una vez...

Cada vez que oigo ese pensamiento, pienso en la dura batalla que se lidia, y en cada victoria, pienso que aún los trenes tenemos sentido...

Sé de la precariedad, admito todas las quejas, todo lo reconozco. Pero ahora más que nunca, necesito una manito... una manito tierna, cálida, fraterna... porque me enseñaron que la unión hace la fuerza ¿no es cierto?...

La indiferencia me hace emanar lágrimas... lágrimas invisibles que se traducen en la costra de mugre que cargo encima... vestigios le dicen ¿no? Vestigios de kilómetros hechos y hechos, de alguna que otra descarrilada... no puede ser tanta indiferencia al trabajo puesto al servicio de un ramal...

Porque si algo me enseñó Doris desde muchos años antes de acabar acá, fue tener odio hacia la desidia. Gracias a todos que me acompaña, es mi sustituta, pero siempre me recalca que yo soy tierna y complaciente, que perdono en varias veces la dejadez de la Unidad... nunca olvidaré a Doris, y es aquí cuando, más allá de los roces que tengamos entre nosotras, la tengo bien presente puesto que cualquier día dejaré de ser tan flexible para dar paso a la intolerancia... una intolerancia pacífica, la llamo yo, porque es sin violencia, no daré un paso al costado, me tendré en mi posición intransigente para mostrar que todo tiene un límite... le va a venir muy bien a la Unidad que sepa que si Doris no transa, yo soy la número dos...

Y si con Doris no transamos, he de hacerles saber que por suerte, no estamos solas. Para la alegría nuestra, Bahía se anotó en el tercer lugar.

Amamos lo que hacemos. Amamos nuestro ser...

Amar los rieles nos hace muy bien...

Volvamos al verdadero sentir de los trenes, porque las rutas me están asustando demasiado...

Vengan argentinos, los espero con los brazos abiertos...

Y entonces cantaremos “Y dale alegría, alegría a mi corazón..........”

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