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lunes, 30 de noviembre de 2009

Café Ferroviario II: Esa solitaria casilla de señales…

Observaciones: Ignoro si hay trenes en Caipé.

Muchos creen que un señalero es un tipo que se la pasa ocupado las 24 horas del día, pero en nada es así, acá en Caipé. Al menos que para mí, mi mundo empieza y acaba en una casilla de madera, que cuando hace frío, tengo tanto frío como el que hace afuera y cuando hace calor, no alcanzan los ventiladores.

Seguramente que alguno de los que viven en las grandes ciudades, pensará en la tecnología ¿no? Pues yo voy a lo clásico: libros, diarios, radio, música, televisión… nada del otro mundo. Nada del otro mundo fuera de mover las palancas o del rato que demoran los trenes con las maniobras. Punto. Listo, ya está.

Para muchos, Caipé es un simple lugar de tránsito. Puede ser, para quien no acostumbra a vivir en el desierto, la belleza solo puede ser descubierta al paso, pero de habitar en ese sitio inhóspito, no cabe en sus cabezas. Pues bien, durante el año también recibo turistas sin buscarlo y una vez me dejaron una foto de esta estación. Y la tengo en un portarretratos colgado en la pared.

También pensé en conseguirme un amor que me haga compañía en mis largas noches. El resultado de ese amor fue que… más vale solo que mal acompañado. Mi mejor compañera es la soledad.

Aburrido, un cumpa me trajo una guitarra “¿Querés una buena compañera? Acá tenés una para matar soledades” y empezó a rasgarla.

“¿Estás solo?”

“Muy solo”

“No te creas que la tarea de ser el ayudante del conductor es más ocupada que la tuya. A menos que te toque un rompe pelotas que pida mate continuamente”

“¿Le cebas mate al conductor?”

“Siempre”

“¿Y la guitarra?”

“La uso cuando voy en viaje y tengo un hueco libre. Es mi mejor compañera de viajes. Mata soledades”

“¿No crees que debieran dar explicaciones?”

“¿O será que siempre fuiste un tonto que creíste en la legalidad?”

Me quedé pensando.

“¿Siempre creíste en el sindicato?”

“Creí en la legalidad y soy un tonto”

Y siguió rasgando la guitarra. Afuera pasa un tren de carga que acaba descarrilando a los 20 metros.

Alguien golpea la puerta. Abro “Necesito que me prestes un teléfono para llamar” me dice.

“¡Un momento! Acá nos tomamos el tiempo para cada cosa”

“No hay tiempo hay que llamar…”

Le quito el tubo. “¿Qué apuro tienes en medio de esta soledad donde todos pasan y ni siquiera se conduelen de un bocinazo para el gil que está las 24 horas en esa casilla?”

Se quedó pensando. “Es cierto… en medio de este desierto de cuatro gatos locos, en este paraje de morondanga… vaya por los trenes que pasan por acá, por Caipé”

“Me pregunto si acá llegó la revolución internética”

Y nos quedamos pensando… “Aún creo que no… no, me parece que no. Sigamos en los clásicos”.

El silencio y la soledad ganan terreno en Caipé. Solo que parecen una postal detenida en el tiempo.




Café Ferroviario II: Úrsula [2009] – Dios y la Patria se los demande III

Si creen que con lo anterior estaba todo dicho, es porque no vieron lo que se venía. Para pensar.

***

Señora Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner:

S / D:

Asunto: Dios y la Patria algo le demandan a los gritos…

Me ofrecieron ser presidente por 24 horas pero, como todo hay un pero, tenía que seguir con una rígida y estricta política. Aunque no me convenciera mucho, la quise probar a ver qué tal me salía y, confesando, 24 horas fueron insuficientes, así que me llevo más tiempo de lo pensado.

A la Iglesia le tuve que poner una cinta en la trompa porque me resultaba imposible seguir aguantando sus pelotudos sermones. Pero con una horquilla le pinché el culo a los del campo, los medios y los periodistas: los primeros me llenaron las bolas con las famosas retenciones y los segundos con fotos y filmaciones……….. puf, me eran insoportables. Pero los milicos se la merecen al 200%, por haber hecho mierda a todos en los setenta y hay que hacerles saber que en las épocas de derechos humanos, ellos sobran. Ojo, con una picana eléctrica tuve que amenazar a la oposición para que no jodieran más. Ah, hasta el momento, no hay que dar explicaciones de ninguna clase, ¿entendido? No hay conferencias de prensa. La industria y la justicia son dos cosas que si no las apretaba, me iban a acabar poniendome las bolas por el piso así que tomé una ametralladora a repetición y el que se resistiese, al paredón. El Congreso ya me dijeron que tenía un montón de súbditos a mi servicio, dispuestos a hacer cualquier cosa por tenerme conforme, por ellos, no debía preocuparme. Y los gobernadores e intendentes que se hicieran los piolas, ¡al paredón se dijo!

Anteayer tuve que dar mi primer discurso, temiendo encontrarme solito, pero no, para mi sorpresa, tenía la plaza colmada, gracias a la plata, los chori, micros… moví mucha gente, a corearme como si fuera su rey. Pero, pero, acá hay que mostrar que se vive en un país de maravillas y el Indec va a mostrar ante todos el momento maravilloso que se vive.

Las muertes en mi gestión no se cotizan como desgracias. Estos son ejemplos para que los demás vean cómo hay que manejarse aquí, tal le sucedió a López, Castro, Marriera, Valdéz, los polis platenses…

Ah, tampoco hay que permitir elementos del pasado en mi gestión, así que quienes votaron a esa gente, hay que repartirse los votos. La inseguridad no existe, es una ilusión óptica que vive la población pero un violín es un delincuente común que puede estar en su casa tranquilito.

Las obras públicas se cotizan por millones… es decir, el recargo es lo que me llevo conmigo junto al responsable que ejecuta la obra. En poquito tiempo es increible cómo me llene de dinero…

Nuestra economía está en el mejor momento, para eso nada mejor que fortificar el peso y la exportación dejarla en el mercado interno.

En definitivas, me resulta increible lo que logré: una autentica democracia libre en todos los sentidos.

¿Y los trenes? Mientras esté don Urquía como mi gran amigazo, nuestras arcas están muy bien aseguradas.

Me despido de usted… y de la empresa que me da trabajo. Ya estoy de patinas en la calle.

Insp. Tavella.-

Café Ferroviario II: Úrsula [2009] – Dios y la Patria se los demande II

Mientras nos hacíamos compañía con Marina en el patio en Retiro, un viento nos trajo un periódico y en sección de los lectores, luego de haber salteado la primer plana de la visita de Cristina a la Unión Ferroviaria. El periódico no interesa, lo que importa fue como se despachó el inspector Tavella en una extensa e interesante carta.

Ah, por cierto, antes de exponer lo que escribió, paso a decir que nuestros amigos de Ferrocentral se sintieron tan bien tocados que le hicieron levantar campamento. En pocas palabras, lo rajaron. Por lo último que sé, se fue a Ferrobaires.

Acá va lo que puso. Que cada uno piense lo que quiera. Y si se siente herido, solo me resta decir que somos un País Bananero.

***

Señora Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner:

S / D:

Asunto: Dios y la Patria algo le demandan a los gritos…

Excelentísima Presidenta, me resulta imposible renegar de un sistema que, bueno o malo, me da muchas cosas, entre ellas, libertades, derechos y garantías. Y no solo eso, sino varias cosas más, entre ellas, la creencia en una Constitución, Ley Suprema que organiza a nivel nacional un territorio en el cual cabe varias veces Francia. Por ende, como soy libre, me resultó una gran ocasión para hacerle llegar estas líneas, aprovechando su grata visita en la Unión Ferroviaria.

Más de una vez me he planteado si pedir - ¿a gritos pelados? - que ustedes dos, se marchen o vayan directamente presos. Me sonó algo utópico pero cuando analicé los motivos, dejó de ser una utopía; es más, se me convirtió en una imperiosa necesidad.

¿Estamos en democracia o esto ha devenido en una tiranía? Por favor señora presidenta, no quiero remitirme a la historia francesa de hace cinco o más siglos atrás – o menos si se quiere también -.

Basta de pavadas, aquí expongo mis motivos por los cuales algo le están demandando a los gritos.

Primero que nada, apretaron mal a la Iglesia. Parece que un montón de curas analizando alguna solución posible nunca resultó ser potable a vuestros intereses ¿verdad?


Segundo, apretaron al Campo. Parece que los campechanos que agachan la jorobita todo el día resulta que son los ricachones más poderosos del país… ¿Dónde vió señora presidenta que un campesino por tener un puñado de hectáreas tire manteca al techo???? En sus sueños, solo en sus sueños. Y qué mejor forma que seguirlo exprimiendo que metiendo al patotero de Moreno.

Tercero: Apretaron a los medios y periodistas. Parece que la diversidad de opiniones crea un mosaico el cuál no tiene lugar dentro de la cultura KK ¿verdad? Lo cual, por ende, resulta muy peligroso la emisión de informes y opiniones que no hablen bien de los gobernantes. Pero ¿qué se puede esperar si usted siempre se compara con Hugo Chávez, y lo mejor de todo que él con la televisión hizo lo mismo que usted?


Cuarto. Dicho en palabras sencillas, forrearon a las FFAA (que se quedaron bien calladitas). Yo quiero suponer que la actitud que tomaron ellos habrá sido la de “No sabe lo que hace”. Espero que sea eso…

Quinto… ¡Nunca una conferencia de prensa (las dos o tres que hubo dieron risa)! Ah, valga la redundancia que cada vez que viaja al exterior siempre sus relojes están sin pilas y le impide llegar a un determinado lugar a horario……………..


Sexto: Apretaron mal a la oposición. Y otra vez volvió a querer intentar hacer lo mismo que algunos mandatarios de Latinoamérica, empezando por Fidel Castro (Lo logró), Alberto Fujimori en Perú (Lo consiguió), Hugo Chávez (Anda intentandolo).


Séptimo: Apretaron a la Industria. ¿Usted sabe que la industria es la que da de comer a miles y miles de argentinos y que si usted sigue desmantelándola pronto nos iremos a los caños????

Octavo: Apretaron a la Justicia. Debo felicitar su inteligencia (¿O la de Néstor????) en armar una justicia a su medida. Una justicia que castigue a los buenos convirtiéndolos en acusados y a los malos que los aplauda. Por favor, pare esta locura.


Noveno: Transformaron el Congreso en escribanía. ¿Sabe usted para qué sirve el Congreso? O solo está para que un puñado de tipitos se vendan por unos pesos y se rindan a sus pies, haciendo todo a espaldas del pueblo????


Décimo: Extorsionan y patotean a gobernadores, e intendentes. Valga la redundancia, todo es válido para los opositores. Los seguidores, marche todo viento en popa.

Ah, antes que siga con la segunda parte de mi repertorio, mejor le doy un respirito, vaya a su despacho a tomarse un cafecito y tirese un rato en su sillón, mientras tanto, piense si sigue en su cabeza esa descabellada idea de hacer un tren bala o seguir destruyendo lo poco que le quedan a los trenes en la actualidad para dárselos en… micros.

Como ferroviario, ya me hice una cara tan dura como el acero ante la vergüenza que usted misma me genera. Nunca la elegiría como mí mujer ¡Jamás!

Hasta mi próxima visita.-

Insp. Tavella.-

Café Ferroviario II: En el tren…………. ¡Mi tren!

Disfruto de la gran libertad que me genera este medio, aunque no por ello no deje de generar sus restricciones, ya mentadas y sabidas, por todos.

Creo que a esta altura es bueno poner al descubierto que, en mi transitar por los rieles, también he tenido roces. Yo lo considero un empate: los rieles de profesión ferrucas y los aficionados se anotan dos tantos cada uno. En los aficionados, Haedo y la AAT fueron los escenarios de conflictos, suficientes para mi alejamiento. Por el lado ferruca, digamos que el maquinista Alonso se anotó el primer tanto con una pelotuda acción, buah, digamos que se zarpó y punto; el segundo tanto fue de su cumpa Condoleo por las groserias a mi celular, que la cruz se la ganó bien ganada.

¿Perdones? Solo volví a la AAT pero como una ráfaga que pasa y punto. Pero la dorada época de idas, esta irremisiblemente cumplida.

A esta altura, más que un tren, es mi tren, lo digo en primera persona del singular pues creo que mis amigos merecen estar presentes en carne y hueso, perdón, en la pluma literaria; y al que no le simpatice este relato, lo siento. Antes que nada, respetar las ideas de los demás, no todos pensamos igual ¿sí?

Primero que nada, arranco con algo muy importante: el gran amor de mi vida que me regaló este ambiente, después de seis años, casi siete de andar juntos, era hora de decir Sí. Ese gran amor se llama Aldo, y nos consideramos el tender y la locomotora.

No todas en los rieles, con los ferrucas fueron negativas. Aquel adolescente convertido en adulto que es Andrés, muchas veces he visto pasar los durmientes como una exhalación………. Con sol, calor, lluvia, frío. No importa la estación pero en mi tren está presente con sus dibujos que celosamente guardo como un gran tesoro. O la visita del cumpa, Marcos, que ando en deuda porque nunca me dan los horarios.

Nelson me mostró la otra faceta de un viaje en el tren de Bolívar y que existe otro mundo más allá de Bolívar, un paraíso llamado Daireaux. Y justo fue cuando pensé que ese tren era un pasado que nunca más iba a pisar…………….. pero pasó. Así también miré con otros ojos a Mario el guardatren… tan mentado como el bigotudo pero los años no le pasan solo a uno………… mejor recordar con cariño.

San Miguel me trajo la compañía de Adrián y su morguera viajera. Así viajamos por las calles del municipio que alguna vez fuera comandado por un carapintada………… incompleto sería este trío sin David y, Martín, buen porfiado como todo provinciano. En un boleto clase única nos fuimos por el ramal de Marinos del Crucero General Belgrano a estación Buenos Aires.

Mantendré en el anonimato el nombre del propietario de la moto que se dedica a sacar fotos de trenes. Por suerte y fortuna me negué rotundamente para acabar tomando una gaseosa y punto. A pesar de las idas y venidas, sería bueno que alguna vez se suba a mi tren de veras.

Al Juani y Gaby, pelado como tú solo, cada tanto me acompañas en las solitarias noches en la biblioteca y, al menos, puedo combatir la soledad que rodea las paredes de tu casa. La gran acción que hicieron ustedes dos fue mostrarme que hay otro mundo fuera de los trenes, y este es el del tranvía.

También tengo pasajeros cuyo trato, bueno, digamos que es una llamada telegráfica, imagino un boleto de vía libre. Solo eso. También hay una ubicación en este tren.

Sería muy egoísta dejar en el andén a los buenos ferroviarios que no son aficionados pero que me trataron con mucha calidez. Al señalero Juan, que desde el cabín norte de Mar del Plata tiene todo bajo control; a Pedro que por tal de tener una compañía a su lado, nos llevó en su super limusina de lujo (No hace falta aclarar a qué me refiero); y los miles de anónimos que abren sus puertas a un mundo que a muchos nos hace falta ver y que varias generaciones futuras se verán impedidas de poder disfrutarlas, ya todos sabemos por la culpa de quien.

martes, 10 de noviembre de 2009

Café Ferroviario II: La marca indeseable

Observaciones: Es solo un cuento.

Era un domingo por la mañana común cuando a las 9.20 el altoparlante de Constitución despachó al tren con destino a Mar del Plata. El cielo estaba de color plomizo y cada tanto hacía amagos de querer llover. Solo soplaba algo de viento y más de uno ahí dentro iban de viaje de placer. Y Carolina no era menos. En realidad, ella se excusó del viaje de placer para visitar a su amigo Franco, el mecánico.

Muy poco se sabía de esa amistad. En realidad, nada debía rendir ante los demás, si su edad superaba ampliamente los 21. Mayor de edad y punto para decidir.

Se sentó en ese asiento clase primera, recostó el respaldar, apoyó su cabeza hacia el costado y se colocó los auriculares. Un rato después se durmió profundamente.

Mientras, un inspector y un guarda empezaron la recorrida pidiendo boletos. Nada parecía fuera de lo normal para la típica tarea de controlar boletos.

Uno a uno fueron por los vagones hasta que llegaron a ese vagón donde estaba Carolina durmiendo en su asiento. El inspector miró a todos lados hasta que le apoyó su mano sobre el pecho haciendo algo de presión. Le acercó el rostro y le respiró cerca de su cara.

Ella despertó algo sobresaltada al ver la mano del inspector sobre su pecho. Lo miró. Éste solo se limitó a decirle “Su boleto”.

Sin salir del susto, sacó de su bolsillo el boleto. Mientras, el guarda seguía con los demás pasajeros, el inspector quedó detenido con Carolina. Como si la hubiese marcado con una cruz, examinó puntillosamente el boleto como buscando algo fuera de los normal. Luego le mandó una mirada acusadora, para luego acabar picando el boleto y retirando la parte A.

“Debe conocer en profundidad la ciudad del Plata ¿verdad?” – preguntó ingenuamente el inspector.

Carolina le contestó “Algo… ¿qué motivo tiene usted para preguntar qué voy a hacer allá?”.

“Nada que llegue a molestar, acostumbro a preguntar por arriba, simplemente”

“Hubiera elegido otro pasajero y, como por desgracia no hay otro tren, tengo que aguantarlo a usted”.

“Hay otro tren, otros, mejor dicho”

“Sí claro, ninguno que me garantice que no le voy a ver su jeta”

A medida que el inspector inquiría a Carolina, ella se ponía molesta.

Finalmente, éste se retiró.

Ella respiró aliviada. Guardó su boleto y se dispuso a seguir durmiendo. Su compañero de asiento le hizo unas preguntas:

“¿Conoces ese sujeto?”

“¿El inspector? No. Para nada” – respondió Carolina.

“Medio pesado. Pide ayuda si es necesario”

“Gracias, mejor no cruzarse con ese tipo. No hay que ganar enemigos”.

El inspector era el que se movía con total libertad en el tren. Pasaba los minutos con sus compañeros en el coche comedor. Ella, en cambio, media los pasos.

Siguió durmiendo hasta que despertó y fue rumbo al baño. Afuera estaba el inspector “Otra nos hemos encontrado ¿no?” – le dice irónicamente.

Carolina hizo caso omiso y se metió al baño. Minutos después salió pensando que se había ido, pero no.

“Un momento – le dice el inspector, la toma del brazo atajándola – contigo voy a conversar un poco”.

“Tú, porque yo no tengo absolutamente nada que conversar contigo” – le contesta secamente Carolina.

“Me supongo que no le gustaría terminar mal este viaje ¿verdad?”

“Si usted se quitara de mi vista, haría mi viaje muy confortable”

A paso apurado llegó al asiento, bajó el bolso y se lavó las manos con alcohol en gel. De su carterita extrajo su celular y se lo echó al bolsillo del jean.

Se fue al pasillo, previo ver que no anduviera el inspector. Sacó del bolsillo el celular y llamó por teléfono. A su amigo, para alertarlo de lo que sucedía en el viaje.

Por detrás, aparece el inspector y le quita el teléfono, cortando la llamada “No sabía que tuvieras un príncipe azúl salvador ¡contestá!”

Carolina miró hacia abajo. No dijo nada.

Miró el ojo de buey y tomó a Carolina de un brazo y la llevó a la fuerza al baño. Se encerraron.

“¿Por qué me trae a este cochino lugar inspector?” – pregunta Carolina.

“Creo que eres perfectamente consciente de todos los males que has hecho en este viaje”

“Yo no hice nada que pudiera ofenderlo………..”

“¿Y su amiguito mecánico? ¿Qué es eso? Parece que la grasa le sienta bien”

“Usted usa sombrero y birome pero tiene en la frente la marca de hijo de puta”

“No te preocupes, por marca, te dejo mi impronta” – le dijo el inspector y abusó de ella.

Después del amargo rato de Carolina, le dijo muy sutilmente “Ahora sal como que si nada hubiera pasado”.

Carolina volvió a su asiento, pero no podía quitar de su cabeza el amargo momento. Tenía ganas de llorar, pero no le salió. Quería pedir auxilio pero se sintió nuevamente sola.

Bajó del portaequipajes su bolso y revolvió. De sus zapatillas de tela le sacó los cordones. Los anudó en los extremos. Se los guardó en el bolsillo.

Contó los pesos y se fue al comedor. Allí en una mesa encontró al inspector leyendo el diario.

Ella se sentó en una mesa y pidió un café con leche. Mientras esperaba que le sirvieran el café, miraba al inspector y pensaba. Pensaba en darle un escarmiento.

Le sirvieron el café y se acercó a la barra a pedir una medialuna. Mientras el mozo calentaba la medialuna, se acercó por detrás al inspector, sacó del bolsillo el cordón anudado y con él le rodeó el cuello. Tuvo tiempo para hacer un nudo y, sin que éste se cortara, con todas sus fuerzas, fue apretando hasta asfixiarlo.

La cabeza del inspector cayó sobre la mesa.

Carolina se llevó el cordón y se fue a su asiento, sin tomar el café.

Al llegar el tren a Mar del Plata, le dijo a su amigo el mecánico “Mi próxima casa son las rejas. Tu compañero es un hijo de puta”.

Café Ferroviario II: Pinamar [2009] - Diccionario ferroviario 2009

Que divino volver a romper un poco los cojones. Qué mejor que esto.

***

TRENES: Fierros atados con alambres y algún pedazo que otro de goma por ahí……………

FERROSAUNA: Elegante forma que tiene un pasajero de cocinarse dentro de un coche hermético cuando no funciona el aire acondicionado.

TRENES DE BUENOS AIRES: Empresa que presta servicios en dos de los seis sistemas ferroviarios pero gana la medalla de oro a todo lo que se pueda decir “Pésimo”, a lo que se presume que tanto Mitre y Sarmiento si salieran de sus tumbas quemarían a Cirigliano y su Grupo Plaza de bondis.

AMÉRICA LATINA LOGÍSITICA: Brazucas que llegaron al país de la mano de Pescarmona para acabar hundiendo el sistema ferroviario argentino y llevarse las ganancias al país vecino.

TRENES ESPECIALES ARGENTINOS: Empresa que con su Gran Capitán, como escudo de defensa, se dedica a combatir como puede el capital foráneo, es decir, unos brazuquitas conocidos como ALL.

FEPSA: Empresa de cargas conocida como “Il sucesore di’l verso”

DESCARRILAR: Acción y efecto de salirse de los carriles, o bien puede interpretarse como el deporte que practican por excelencia las concesionarias por no hacer los arreglos que deben hacer sobre los rieles.

REPUESTOS: Algo que en varios sectores si aparecen, es porque se adquirieron mendigando en alguna iglesia.

DESMANTELAR: Deporte muy practicado por nuestras concesionarias cuando se ven con el agua hasta el cuello cuando deben reparar los vehículos rotos. Algo así como decir “Desvestir un santo para vestir a otro”.

RICARDO JAIME: Amiguito que a lo único que se dedicó fue a gastar millonadas de sopes comprando trencitos chatarra a España y Portugal, haciéndonos creer que eran nuevos (Y están sin usar, lo mejor de todo).

LA FRATERNIDAD: Sindicato que agrupa un puñado de conductores de locomotoras y que cada tanto osa romper las pelotas. También son conocidos por el mote de “Fratachos”.

ARCO IRIS: Arco de tres colores formados dentro del gremio de la Unión Ferroviaria, donde se pelean los colores verde, bordó y violeta. A decir verdad, los verdes, alias verdolagas, son los de Josesito Dondemepongo; los bordolinos son los de la Medusa Sobrero; y, los violetas ¿qué tajada cortan en esta rueda?

SERVICIOS: Concepto ignorado por todo el mundo, bah, las concesionarias.

PASAJEROS: Animales que viajan como ganado en vagones jaula para hacienda.

SUBSIDIOS: Dinero que nuestros idiotas que tenemos por representantes despilfarran dándoles a las concesionarias para mantener un sistema ferroviario sumergente que, más de uno deduce que acaba abultando bolsillos.

ESTACIÓN: Instalación que apenas va sobreviviendo en la Argentina del siglo XXI. En otros lugares, se están organizando excursiones masivas de escolares para que tengan la sensación de estar en contacto con los trenes, aunque estos están desaparecidos.

VÍAS: Vigas paralelas de acero que según pasan los años, están revirándose y mal. Signo de que algo esta funcionando mal, y muy mal.

FERROBAIRES: Empresa estatal bonaerense que hace añares entro en emergencia económica.

TREZZA: Amigo inventor de Ferrobaires, una elegante forma de seguir currando junto a un cabezón conocido como Duhalde.

FERROCARRIL: ¡SOS!

Solo fue un hasta pronto – 2ª parte

A Nelsón y a Juan Pablo que fueron mis compañeros de viaje

Huetel pasó sin pena ni gloria y paramos en Del Valle. No recuerdo si paramos en alguna otra más, pero deduzco que la siguiente parada fue…………… Bolívar. Ahí nos deben haber tenido parados como unos 10 minutos. A esta altura no importaba para nada la hora si lo que interesaba era llegar a destino. Ya estaban consumidas las tres cuartas partes del viaje, ¿cómo no aguantar la última?

Salimos de Bolívar pero la alegría de correr por una vía sobre piedra duró como un suspiro. Hasta Urdampilleta, fue soportable, amén de la felicidad que daba quitarnos de encima a los familiares de los reos. No debo olvidar que en el medio, cruzamos un carga de FEPSA.

La última parte de todas, hasta Daireaux, llámese, insoportable. Pienso que Manuelita caminando llegaba más rápido que el tren, todo sea por la culpa de FEPSA. En fin y al cabo, el reloj daba las 4.40 de la mañana de un fresco sábado despejado, una ciudad que nos recibió con todos en la cama.

Daireaux puede ser concebida como el punto de escala a Bahía Blanca. Tan increíble como fuera, solo 250 kilómetros nos separaban de aquella ciudad. Y otros tantos de Guaminí. Pensar que no se está lejos de Lago Epecuén……….. en el hotel me trataron como los dioses, dormí como un relojito y desayuné como en el campo. Comí con ellos como si estuviera en mi casa, el trato en esa ciudad es muy cálido, me sentí por una vez en el paraíso sin tener que pensar en alguien dispuesto a hacernos daño u otra cosa parecida… pero lo bueno pasa rápido.

La noche es posible ir a sentarse un rato al anden de la estación y pernoctar a oscuras sin que nadie ose molestar, a excepción de quienes cruzan la playa a altas horas de la madrugada. Hasta que una falsa luz hizo crear la falsa ilusión de un tren de FEPSA procedente desde Guaminí. Lamentablemente era una ilusión.

Valga la redundancia, no hay que olvidarse el abrigo, porque en las noches, refresca…………… pero el sabor salado del agua invita a refrescar el cuerpo y el alma, la mente y el espíritu aventurero.

No relataré la visita al cementerio, es un mundo a respetar y guardar silencio.

Tan rápido como regresar a la estación, sacar un boleto y de nuevo a embarcarse. Solo es posible despedirse con la postal de quienes se acercaron a despedir al tren… pero a la cita no faltaron quienes lo despidieron desde la vereda de sus casas, tan solo para decirles hasta la próxima semana, nosotros, al menos yo, dije “Hasta…”, supongo que será hasta el próximo año.

Y la noche nos fue ganando en el camino, despacio el tren se fue llenando de viajeros que debían viajar a Buenos Aires. Yo también iba al mismo sitio, cabeceando……………… amen de aguantar a la abuela y la nieta, la abuela con una mirada de culo y la nieta caída del catre……… bueno, aunque mis cabeceos despiertos siguieron en el subte hasta que llegué a mi casa y encontré a mi cama que estaba… esperándome para dormir. Pensar que de la hora que salí con el tren a la hora que llegué a Plaza, me pasé unas 11 horas viajando, increíble, ese tiempo lo podría haber usado para ir a Bahía en fin……………

Después de todo, el Bolívar me sigue acogiendo, de otra manera.

Café Ferroviario II: Solo fue un hasta pronto – 1ª parte

A Nelsón y a Juan Pablo que fueron mis compañeros de viaje

De la última vez que dejé de viajar en el Bolívar, muchas cosas me las hice a razón de un planteo, más, metas pendientes. Y muy simple: hacer el recorrido en su totalidad.

Cuando lo dejé, sentí que esa segunda casa que había sido durante tantos años, se me estaba yendo de mis manos. Más, había cosechado dos grandes amigas, que a esta altura no es necesario mencionarlas. Sin la presencia de ellas, varias cosas carecerían de sentido.

Y solo me reduje a algunas visitas esporádicas… pero ni por joda se me iba a ocurrir volver a viajar en el Bolívar, era como que internamente, mi pasado, estaba irremediablemente cumplido. Etapas cerradas. Listo y se acabó.

Solo lo oía. Punto. Hasta que la buena mano de un amigo me ofreció viajar a Daireaux. Y a mí se me encendió una llama en mí. La de los recuerdos, pero, valga la redundancia, sabía que ahora era momento de mirar con otros ojos.

Sí, tal cual. Ese pasaje a Daireaux me impuso retornar a mi segunda casa. Impensado para mí porque a esta altura, era un pasado. En fin…

Y los tiempos se aceleraron después de aquel 1º de enero, cuando, raramente, volví a pedir un boleto para ese tren. Sí, otra vez sería pasajera de ese tren. Para la alegría de mis grandes amigas del camino. Todos a Daireaux.

Ni mi madre ni mi padre, hermanos o abuelos me hacían compañía. Solo estaba yo con un par de amigos. En tres coches clase turista, sentados donde nos uniera un asiento, en el primer vagón, entreverados entre quienes iban a Ernestina o bien se iban de visita a la cárcel de Urdampilleta. Diré que lo mejor en estos casos era concentrarse en el mundo nuestro y no en las caras que poblaban el vagón…

Increíblemente, hasta el guarda era el mismo que hace tantos años atrás. Pero hasta los años se le habían venido encima. A todos nos pasan los años ¿verdad? Todo menos el vicio del pucho.

El día ayudaba a tener al pasaje despabilado, no llamaba a la cena, sino a unos mates. Todo iba bien hasta que a la salida de Empalme Lobos nunca acabe de entender qué le pasó al tren. Por suerte, seguimos viaje.

Mis amigos eligieron mandarse un par de cervezas, por cierto, estaban bastante alegres. Yo, elegí una gaseosa. Por un poco de sobriedad. Y para tener las ideas claras.

Cuando el tren llegó a Ernestina, agradecí que se bajara medio mundo, en especial la nena que tenía al lado mío.

A la salida de 25 de Mayo opto por ir al baño. Ya saben que ir al baño en ese tren, en clase turista, a los zarandeos, es una misión imposible. Piensen si con una mano tienes tus ropas, con la otra te tienes en la pared, con un pie tienes la puerta y con el otro haces equilibrio en una letrina……………. Y bue…………. Todavía era un milagro encontrar una gota de agua a esta altura del viaje.

Me fui a cenar. Me agarro la bronca del siglo porque había olvidado los cubiertos para comer la ensalada pero, valga la redundancia, recurrí a un improvisado cubierto: busqué en el bolso una tijerita de papeles, la limpié y ese fue mi cubierto. Obvio que mis amigos se descostillaron de la risa y uno de ellos, no pudo contener sus ganas de sacar una foto y justo embocó la de la arveja…………… por suerte, no salió.

Promediando viaje me pongo a escuchar música hasta que en Mosconi nos recibieron como el, mejor dicho en gráfico, como el culo. Nos tiraron piedras a la pasada y desde adentro bajamos las persianas tan rápido como se pudo. Tipo en trinchera pasamos esa estación y lo mejor era rajar rápido de ahí………………

Café Ferroviario II: Truman Capote les dá con… ¡el trole!

Aquí me pongo a cantar,

Al compás de la vigüela,

Que las noticias ferrucas

Están a la vuelta de la vía

Hacía mucho tiempo

Que no osaba romper las pelotas.

Desde la llegada de la chica Pilates

Solo sabemos de imbecilidades

De pelearnos con nuestro pasado

Porque es una bendita mala palabra

Y los trenes un poco más

Y terminan con el formato de una bala.

Pero hay otras cuestiones de fondo

Morlacos, morlacos y más morlacos,

Negocios y arreglos truchos

Que dan muchos calambres

Después de todo tenía razón el Cabezón

“Estamos condenados al exit”

Condonar deudas es un deporte por excelencia

Como también reconciliarse

Esa lección muy rápido aprendió Urquía

Y consiguió beneplácitos de la Reina Cristineta

Como hacer la vista gorda

A las inversiones que nunca hizo

A veces me planteó qué son los subsidios

Pero termino concluyendo en una cosa

Que es una elegante forma

De abultar bolsillos

Para no decirlo en crudo

Que a lo único que se dedican es a robar

Y mis queridos ferroviarios

Yo les doy un mero consejo de madera

Siéntense en el suelo todos

Porque si esperan mejoras

Acá si les digo que, en serio

La muerte les llega primero.

Por eso mis queridos chichipíos

Nada mejor que ser un tranvía

Molestando solo una vez por semana

Entorpeciendo el tráfico callejero

Si estuviera en las vías…

Viviría… descarrilado.