“Buen día chicas” – empezó Patagones al arribar a Escalda.
Elisabetta miró a Lomas y le dijo “Si tú dices que son buenos los días...”.
“Pero es medio tardecito para ser buen día” – le dice Lomas a Patagones.
“¿Cómo? No entiendo” – le dice Patagones a Lomas.
“Nena, según esta porquería de reloj son algo así como las 14 horas con 20 minutos” – le responde Lomas.
“Ah, entonces mi reloj anda medio mal: dice que son las 7 horas con 05 minutos” – le dice Patagones.
“Pero no hay problemas Patagones” – grita a la distancia Vega.
“¿En qué le hará pensar a Vega que no hay problemas?” - desea saber Elisabetta.
“No sé, solo ella sabrá” – dice Cuenca.
“Yo dije que no hay problemas” – se acerca toda sucia Vega.
“Y sería todo un gusto poder saber en dónde no existen los problemas” – dice Lomas.
“Pues... los problemas según los cerebros sabelotodos es que hay unos atrasos severísimos ahora que la temporada alta se está acabando y el año pasado aducían que todos los problemas se debían a que pronto se venía la licitación” – dice Vega.
“Ah, claro! Pero todo fue naranja ¿verdad?” – dice Cuenca.
Elisabetta hace una mueca rara y dice “Es que Ferrobaires nos agiliza tanto la vida...”.
Pero Lomas mira a Patagones y le dice “Además de andar a destiempo, andas como el tuje”.
Mientras tanto, Quequén tenía un papelito y anotaba. Patagones le pregunta “¿Qué significa todo éste embole según tú?”.
“Momento, voy” – le responde Quequén con el lápiz en la boca.
“Pero si Ferrobaires es una pura lógica filosófica” – dice Vega.
“Ferrobaires es un puro teorema matemático” – dice Quequén.
Cuenca y Elisabetta se miran. Patagones dice “Yo todavía no aprendí a hacer razonamientos raros con cosas que nada encajan”.
“Pero Patagones, no es lo mismo sumar dos locomotoras y tres vagones porque te da como resultado cinco pero es cinco ¿qué? ¿No te das cuenta que eso es una mera suma matemática abstracta?” – le dice Vega a Patagones.
“No. Pues la cosa es así: tenemos por un lado al Estado que se encarga de poner a disposición todo el enmarcamiento legal para autorizaciones posteriores, en otro sector opuesto tenemos a la Madre Economía que va a ser el componente de mayor peso, en el seno de una operación...” – dice Quequén.
“Pero Quequén, si tu dices que el Estado es el seno, la Madre Economía ¿qué operación es?” – pregunta Cuenca.
“La Madre Economía – responde Quequén- es el coseno”.
“¿Y lo restante?” – pregunta Lomas.
“El resto... bueno, la tangente es el sistema ferroviario bonaerense” – dice Quequén.
“¿Pero cómo entender semejante razonamiento?” – pregunta Vega.
“Les explico – dice Quequén y anota en el pizarrón – empecemos el seno. Según Pitágoras, la tangente es el seno al cuadrado más el coseno al cuadrado ambas con una raíz cuadrada. Eso significa que la tangente como habíamos dicho era el sistema ferroviario bonaerense es igual al seno que es el Estado bonaerense elevado al cuadrado sumado al coseno que es la Madre Economía también elevada al cuadrado. Todo ello a su vez con la raíz cuadrada de la tangente que era el cuadrado del sistema ferroviario bonaerense”.
“Oye Vega... no entiendo un soto de lo que dice Quequén” – dice Lomas por lo bajito mientras Quequén sigue explicando.
“No te preocupes, yo tampoco entiendo un cuerno pero eso ella lo tiene tan claro como la matemática que los mecánicos ignoran para utilizar a la hora de reparar locomotoras” – le responde Vega.
Quequén termina de explicar y de llenar el pizarrón con escrituras, pregunta a sus hermanas “¿Entendieron?”.
Y ellas enmudecieron con cara de “no entiendo nada”. Quequén se siente decepcionada porque se da cuenta que sus hermanas no entienden la matemática de la forma que la entiende ella.
“¿Qué pasa Quequén?” – le pregunta Vega.
“Que ustedes no logran entender un centímetro la matemática” – dice Quequén.
“Pero Quequén, tú planteas una matemática imposible de comprender, tú eres la única que ve a los trenes como si fuesen una ciencia tan dura como un cascote pero esto es más blando que una silicona” – le dice Elisabetta.
“Y si diera resultado... ¿cómo seguiría la operación?” – pregunta Vega.
“El problema es cuando de esa tangente se plantea el seno y el coseno, ya que no existe un equilibrio entre los tres, pesa más el coseno que los otros dos” – dice Quequén.
“Por ejemplo...” – dice Lomas.
“Por ejemplo es que el sistema ferroviario sigue igual, no se amplia ni se reduce, sigue tal cual, el seno que es el Estado sigue tal cual, no se amplía ni se achica, lo tétrico es la Madre Economía que al hacer las cuentas hace que haya cosas que no encajen por sí solas, si nos damos cuenta después cuando vemos las cuentas en rojo de los actarios” – responde Quequén.
“Yo entendí una cosa de toda ésta lógica” – dice Patagones.
“¿Qué fue lo que entendiste Patagones?” – pregunta Quequén.
“Que cualquier día luciremos la bandera COFEBO” – dice Patagones.
“Ja! Ja!” – se ríen todas.
“¿COFEBO? Yo mejor me preparo para pedirle a Silvina un par de danzas sobre cómo bailar en medio de un incendio” – le dice Vega.
“¡No seas estúpida! ¿No te das cuenta que con Lomas y su experiencia en Metropoligarcha tenemos de sobra?” – le dice Elisabetta.
“Pero chicas, den paso a otros aires que nunca vienen mal para que nos asesoren” – dice Cuenca.
“Ah... bien pensado Cuenca, si sobre todo ellos tienen ALCO pa´ tirar arriba” – dice Lomas.
“Tantas ALCO como manteca para tirar al techo” – dice Vega.
“Pero nos fuimos por las nubes con la matemática de Quequén... ¿es un mero final de temporada?” – pregunta Elisabetta a Vega.
“Lo mismo se dijo el anno pasado pero puede que Patagones ande mal, pero por ahora, resistimos” – dice Quequén.
“¿Y eso que significa en la matemática tuya?” – pregunta Elisabetta.
“¿Eso? Eso significa que la tangente dio como resultado un numerito rojo dado que el seno permanece inmutable pero el coseno mostró cuentas vacías millonarias” – responde Quequén.
“Otra pregunta... ¿Qué significaría en tu matemática la victoria de Metropoligarcha?” – pregunta Lomas.
“La victoria de Metropoligarcha vendría a ser el elemento absorbente tanto en la división, como la multiplicación y otras operaciones más” – responde Quequén.
“Oigan... – dice Cuenca – Los trenes... ¿no tienen algo que ver con la química?”
“No sé, yo sé que nada tiene razón de ser” – dice Patagones.
“Es al revés: todo tiene razón de ser” – dice Lomas.
“No se entierren en la química, tratemos de entender a la matemática ferroviaria” – dice Quequén.
“¿Es algo más que el final de la temporada?” – pregunta Patagones.