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jueves, 27 de marzo de 2008

Los cuentos de Bolívar y María Eugenia LXXXIII: Recuerdos de un viaje a Pontevedra

1ª Parte


Nota: Es una fantasía. Los nombres pertenecen a la realidad. Toda coincidencia con la realidad es pura casualidad.

El relato está inspirado en un accidente ferroviario sucedido hace unos años atrás en Alemania.


Vestido de obrero y con un bolso, Andrés hacía dedo en la vía. Miró su reloj pero se había detenido: se le acabó la pila. Entonces largó su brazo, se quitó el bolso y se sentó arriba de un riel “¡Uy! ¡Calienta!” dijo después de haberse apoyado encima del riel caliente. Optó luego por sentarse en ese suelo tan caliente como rocoso, al lado de una planta tan llena de espinas como de rocas el suelo.

El rato pasaba. Andrés sabía del terrible calor que hacía allí. Tuvo la impresión de estar en el Sahara pero no lo estaba. Para paliar el sudor, abrió su bolso y de adentro sacó una botellita de agua mineral hiper calentada “¡Qué horrible esto!” dijo e hizo una mueca de deseos de algo fresco. Y al final terminó por tenderse al sol...

A las perdidas vino un tren. Andrés se había dormido a la vera de la vía. El maquinista al verlo paró. Pensó que estaba muerto “Hombre! Hombre!” empezó a decirle. Y no reaccionaba.

“¡Hombre! ¿Qué haceis tirao en éste desierto?” – vuelve a insistirle el maquinista.

Y por ahí... despierta. Mira a todos lados. Sus ojos se clavan en ese maquinista que le dice “¿Qué haceis en este desierto?”.

Por esas cosas, Andrés le dijo “Perdí el tren que me lleva rumbo a Pontevedra ¿Conoces algún otro tren que me lleve allí?” le pregunta.

“¿Pontevedra? Mmmm... Yo sigo por Salamanca pero mira, yo te puedo llevar hasta Empalme Zamora y desde allí salen unos cuantos trenes de pasajeros a diversos destinos y desde allí me parece que hay trenes rumbo a Pontevedra” – le contesta el maquinista.

“¿Puedo ir con usted a Zamora?” – pregunta Andrés.

“Vamos” – le dijo el maquinista.

En una ALCO tan destartalada siguieron viaje. Por ese calor del desierto serpenteaba los 75 kilómetros hasta la estación Empalme Zamora. Andrés tenía el cansancio puesto encima, y la suciedad lo acompañaba.

“Usted nació de vuelta” – le dice el maquinista.

“No... no son de las Azores” – le responde Andrés.

“Me refiero a... que si usted hubiese seguido ahí, no lo ve ni la estatal” – le dice el maquinista.

“¿Pasa alguna vez la estatal?” – le pregunta Andrés.

“Mmmm... en los años que llevo acá, debo haberla visto solo unas cinco veces, si digo 5, puedo mentir” – le contesta el maquinista.

“¿Y cuánto hace que pasa por éste desierto?” – le pregunta Andrés.

“¿Yo? Veamos... llevo tantos años como doce” – le contesta el maquinista.

“¿Doce? Qué idiota que soy... ya aprenderé a andar en el desierto” – le dice Andrés.

“Mira hombre, no es cuestión de aprender a ser un ermitaño del desierto. Es más, hay gente que vive en ellos pero te digo algo: el desierto es un medio muy hostil, máxime si eres de una urbe tan linda como Pontevedra y siempre supiste de los horarios laborales, horarios de transportes, tu casa, tu mujer y tus hijos” – le dice el maquinista.

“Sí... verdad. Sé de mi casa y mi mujer, no de lo último” – dice Andrés.

“Mira, a veces uno desea ser ese fantasma porque la vida te trata tan mal y te maltrata tanto como una mortaja, deseas no ser tú por un momento porque trabajas por un puñado de euros en un país donde puedes estar tan tranquilo esperando el tren y te meten una bomba” – le dice el maquinista.

Y la tarde va cayendo en el medio del desierto. Andrés pregunta “¿Cuánto falta para salir de éste desierto?”.

“¿De acá? Ah, no. Todo es un desierto. Pero estamos a 15 kilómetros de Empalme Zamora” – le contesta el maquinista.

Y el viaje se sigue sucediendo. En esa ALCO destartalada con un tren de carga, Andrés decide dormitar. Ignorando la cortedad de la distancia, el tren llegó a Empalme Zamora. Despertó. Tomó su bolso y se bajó de la locomotora.

El maquinista le da un papelito con las estaciones intermedias hasta llegar a Pontevedra “Mira. Aquí están las estaciones, los tiempos y las distancias hasta Pontevedra. Ese viaje te puede costar unos 10 euros, más o menos. Es una salvación para cuando perdeis el Inter City Express” – le dice.

Andrés mira el papelito y le pregunta por la hora “¿Sabes en qué hora vivo?”.

“Pos mira, son las 20.25. Apuraos que perdereis el tren de las 20.43 y no hallareis tren a Pontevedra nuevamente hasta las 23.05” – le dice el maquinista.

Andrés vuelve a mirar el papelito y en el bolsillo derecho de su camisa tan sucia saca 10 euros “Me servirán para el pasaje” – dice mientras permanece en el andén 8. “Ya sabes. Ahora vé a boletería y pide un billete con destino a Pontevedra” – le dijo el maquinista – “Que tenga buena suerte amigo”, se despidió, tocó la bocina que tan desacompasada sonó y siguió viaje.

Perplejo Andrés miraba la estación. Solo alcanzó a decir “¡Gracias por traerme hasta aquí!”.

Se sintió perdido. Por el andén 8 caminó tratando de buscar la boletería. A su costado arribó un tren tan colmado de gente que cuando abrió sus puertas, vomitó a la marea humana. Solo fueron segundos. Siguió viaje. “¿Dónde seguirá viaje el tren?” pregunta.

La señora que cargaba con un cajón le dijo “Señor, ese tren lleva como destino a Valladolid. Todos llevan apuro, quieren llegar a sus casas... es que ellos se preparan para el rodeo que en minutos habrá en Valencia”.

La señora seguía conversándolo y Andrés quería soltarle otra pregunta que era la que más le importaba: llegar a Pontevedra. Y no paraba... Hasta que se animó y le soltó “Pues señora, el rodeo de Valencia debe ser una convocatoria importante ¿verdad? Pero en este momento quisiera preguntar dónde puedo hallar la boletera para sacar billetes”.

“Ah, no querido. Acá no hay ninguna boletera. Solo hay máquinas expendedoras de boletos muchacho. ¿Entiendes? Esas máquinas están en todos los andenes pero he de decirte que yo no sé usarlas... no sé quién habrá sido tan generoso que escribió todas las instrucciones en catalán” inquiere la señora.

Andrés miraba. Pensó “¿Catalán? ¿Y por qué no vasco? Gran forma de complicarle a uno la vida...”. Miró el reloj y marcó las 20.35, tiempo suficiente para decirle a la señora “Pos muchas gracias señora, en unos minutos sale un tren a Pontevedra pero tengo que buscar el lugar de salida”.

La señora lo miró alejarse “Que muchacho más buen mozo que si no tuviera apuro por ir a Pontevedra, podría hacerme compañía”.

Caminó hasta la escalera, subió hasta el puente y a un guardia le preguntó “¿Sabe usted por cuál andén salen trenes rumbo a Pontevedra?”.

El guardia lo miró de arriba abajo y le dice “¿Y así usted piensa viajar?”.

Andrés le dice “Es mi trabajo, no tengo la culpa, por favor, dígame por dónde puedo ir a Pontevedra”.

“Mira, en esas condiciones no puedo permitirte que te embarques en ese tren, debes tener un mínimo de presentabilidad” le inquiere el guardia.

“Ay Santiago!!!! ¡Cuando éstos bichos se ponen pesados...!” se ufana Andrés.

“Hombre. Si provocas disturbios en la estación me veré en la obligación de llamar a la estatal” – le dice el guardia.

“Mira... estoy bastante cansado y no quiero continuar lidiando... solo deseo viajar, nada más” por suerte suplica.

Mientras el tiempo avanzaba. El guardia cedió y le señaló el andén 4 “Por allí sale el tren a dónde deseais llegar”.

Tras haber conseguido saber el número de andén, siguió por ese puente tan prolijo y bajó la escalera al andén 4 donde, sin quererlo casi, dio con otro tren tan postergado como el carguero en el cual vino, un tren que lo dejaría en estación Pontevedra.

Una señora que estaba sentada con sus dos chicos lo miró con cara de malas pulgas “Valga pues éste obrero roñoso”, le dijo y se alejó.

El altoparlante anunció “Trenes a estación Pontevedra desde estación Empalme Zamora salen en 10 minutos”.

Andrés dijo “En hora buena llegué” y fue a la máquina expendedora de boletos. No entendía lo que decía “¿Será Pontevedra?” dijo e ignorando lo que decía el botón, sacó el boleto. El boleto le llevó los únicos 10 euros que tenía encima “Hubiera tomado el Inter City Express y hacía el trayecto en menor tiempo” dijo.


Continúa...


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