“Buenas noches chicas” – dijo Madariaga a sus hermanas y apagó la luz en 4.
“Buenas noches Madariaga” – contestaron sus hermanas.
“A dormir... mañana será otro día” – dijo Madariaga.
En Escalda Elisabetta apagó la luz “Chaucito Pico, a dormir”.
“Chaucito Elisabetta, hasta mañana y soñá con los angelitos” – le dice Pico.
“Chau chicas!” – gritó A625 desde la distancia.
“Hasta mañana A625” – le dijeron Pico y Elisabetta.
Mientras en los talleres las luces estaban apagaditas, en Plaza a penumbras había velada. Solo los ruidos de los colectivos que pasaban por la calle y los trenes que andaban en traslados podían ser percibidos, porque nadie tenía ni idea de que Bragado y Cibriano andaban en una cita amorosa.
“¿No te fuiste de viaje?” – le pregunta Cibriano.
“No” – le dice Bragado.
“¿Por qué? ¿Te enojaste con tus patrones?” – le pregunta Cibriano.
“¿Mis patrones? Me tienen harta y solo veo los descansos cuando no doy más” – le dice Bragado.
“Claro, claro. Descansos es igual a cuando algo falla en tu carrocería” – le dice Cibriano.
“École” – le dice Bragado – “¿Qué has hecho tú la semana pasada?”.
“¿Yo? Dormir en Polvorín... más allá de pasar la semana, nada del otro mundo” – le dice Cibriano.
“Mmmm... ¿solo eso amor mío?” – le dice Bragado.
“Si... por ahí que salgo a pasear a la calle a molestar un poco el tráfico automotor, contribuyo a entorpecerlo un cacho más” – le dice Cibriano.
“No sé pero recuerda la semana pasada...” – le dice Bragado.
“Qué se yo... pero amor, tú sabes de mi vida monótona allí... ¿Dudas de que algo te esté ocultando?” – le dice Cibriano.
“Vamos... dímelo o llamo a Polvorín” – amenaza Bragado.
“En serio que no recuerdo a qué te refieres” – le dice Cibriano.
“¿No recuerdas?” – pregunta Bragado y agarra el gancho de la bombita molotov de la semana pasada “¿Qué te suena esto? Vos mismo me dijiste que la semana pasada se desató un incendio”.
“Ah...¿Era eso? Pero no fue de mayor importancia Bragado... Solo que entre mis amigos dijimos vamos a divertirnos y bueno... nos tiramos por la rampa de Primera Junta y yo tenía los frenos rotos... pero no fue nada, casi acabo con tres chicos tuneleros” – cuenta Cibriano.
Bragado lo mira y dice “Casi nada mi vida... ¿vas a estar ensuciando tu honor de tranvía en esa mugre?”.
“Bueno... de una forma tenía que parar” – dice Cibriano.
“Y luego dijeron que la culpa fue de la empresa ¿verdad?” – pregunta Bragado.
“Claro, claro” – dice Cibriano.
“Bah, tanto escándalo y al final quedaron vivitos y coleando... pero el que va a seguir coleando va a ser Pirelli” – le dice Bragado.
“Déjalo a ese Pirelli trucho, es necesario tenerlo coleando así cada tanto genera incendios y de paso tenemos letra” – le dice Cibriano.
“Por eso mismo Cibriano... hagamos el humor a la nuestra mientras unos se pelean” – le dice Bragado.
“¿Y nosotros?” – le pregunta Cibriano.
“Nosotros ¿qué?” – le contesta Bragado.
Y las horas pasan y pasan... a las 6.45 suena el teléfono “¿Quién osa a éstas horas?” dice Bragado y atiende.
“Hola” – dice Bragado.
“Buen día Bragado... disculpa el mal amanecer” – le dice Jo.
“¿Mal amanecer? Será para ti, porque yo estoy con mi novio” – le dice Bragado.
“¿Novio? ¡No seas tarada Bragado! ¡Dejá de gastadas que lo que te digo en serio!” – dice Jo.
“¡Boluda! ¡Lo que yo te digo también es en serio!” – le contesta Bragado a Jo.
“¡Bueno, dejá de pensar en correrías amorosas que acá en 5 todo está patas para arriba!” – le dice Jo.
“¿Nada más que eso? ¿Y qué quieres que haga yo?” – le pregunta Bragado.
“¿Vos? ¿Qué quieres hacer? Mejor dicho ¿qué tienes qué hacer por mí?” – le dice Jo.
“Buah, ¿qué tengo que hacer por ti Jo y la pucha?” – le dice Bragado.
“Conseguí auxilio” – le dice Jo.
“Auxilio... – dice Bragado y empieza a mirar a todos lados – auxilio... auxilio... a ver, veamos qué auxilio requiere ésta piba”.
“Oye mi amor...- le dice Cibriano a Bragado – requieres un auxilio pero no te dijeron de qué se trataba la cosa”.
“Bien pensado, ya tengo” – dice Bragado y le dice a Jo “¿Por qué cornos no me dices qué te paso porque todavía no soy ni mago, ni brujo ni adivino?”.
“¡Pero te estoy pidiendo un auxilio idiota!” – le dice Jo.
“¡Ya sé que necesitas un auxilio estúpida” – se calienta Bragado.
“Necesito un auxilio Bragado... no me cortes” – ruega Jo.
En Plaza, Bragado dice “Llego a llamar a ésta hora a 4 o a Escalda, me mandan al carajo”.
Desde Gerli, Jo suplica por el teléfono “Ayudame Bragado”.
Cibriano le dice a Bragado “Vamos a ver qué pasa, pero esa voz me late a incendio”.
“¿¡Qué incendio ni que ocho cuartos!? Jo siempre hace lo mismo... me tiene harta” – le dice Bragado – “Pero por ser vos, vamos a ver aunque te aseguro que no se está incendiando un pepino, siempre arma el mismo teatro, ya me tiene cansada”.
Cibriano y Bragado salen de Plaza rumbo a Gerli. Antes de llegar, ven cemento desparramado por la vía “Cemento... que mal lo veo” – dice Cibriano.
“Cemento que te quiero de cemento y de cemento la voy a hacer a Jo” – dice Bragado.
Aparece Jo ante la presencia de Bragado y Cibriano “Gracias chicos por venir... creí que por poco más casi me muero acá” – dice.
Cibriano miró a Bragado y dijo “Pero vos estás enterita”.
“Ah ¿yo? Yo sí, no me hice ningún rasguño, estoy hiper bien” – dice Jo.
“Si estás bien entonces... ¡¡¡Qué cuernos tenías que romperme tanto las pelotas!!!” – Bragado le gritó a Jo.
El grito que profirió Bragado se oyó varios metros a la redonda. En 4, Doris despertó sobresaltada “Ah!... Oigan... ¿No oyeron algo?”.
“Algo... ¿cómo qué?” – pregunta Miramar.
“Algo así como un grito” – dice Doris.
“¿Uno de Bragado diciendo algo así como que no le rompan las pelotas?” – pregunta Chivilcoy.
“Mmmm... una cosa así” – dice Doris.
Justo a 4 aparece Cibriano “¡Buen día chicas!” y enciende la luz.
Molestamente se tapan las luces, mientras que Dalceggio grita tajantemente “¡Apaguen esa luz!”.
Mientras, Doris aprovecha para preguntar “Oye... ¿qué sucede afuera?”.
“¿Qué sucede? Vengan y véanlo ustedes mismas” – dice Cibriano incitándolas a salir afuera.
Doris, Madariaga, Chivilcoy, Dalceggio, Miramar y Maribel salen afuera. Y ante el asombro Maribel dice “Chicas... esto es un sueño”.
“Dulce despertar... qué olor a cemento” – inquiere Dalceggio.
A los metros Jo les grita “¿Pueden ayudarme?”.
Se miraron. Cibriano les dice “Ha roto las guindas... sin nombres”.
“No te preocupes querido... ya vamos a Escalda, espero que Elisabetta atienda porque siempre atienden del vecindario 55 y nos mandan al diablo...” – dice Madariaga.
Miramar llama a Escalda. Atiende Elisabetta.
“Elisabetta, trae la grúa porque hay un vagón volcado y Jo está rompiendo las guindas” – le dice Miramar.
“¿Sólo eso? Y ustedes quiten la formación del medio así aceleramos el trabajo” – le dice Elisabetta.
“Bueno...” – dijo Miramar y la dejó a Elisabetta en suspenso.
Luego salen afuera y le dicen “Gentes, hay que sacar todo esto” anuncia Chivilcoy.
“¿No vas a esperar que yo ensucie mis ruedas en éste cemental?” – pregunta Madariaga.
“¡Aaaayyy! ¡Cuidado! ¡Cuidado con el cementoooooo!” – se enoja Maribel con Madariaga.
“¡Denle, saquemos esto antes de que llegue Elisabetta con la grúa!” – dice Jo.
Mientras entre todos sacaban del medio la formación, Elisabetta se preparaba en Escalda.
“Vamos Pico, despierta, necesito que me ayudes” – le dice Elisabetta.
“Qué ganas de joder tienes a éstas horas...” – le dice Pico.
“¿A dónde vamos?” – pregunta Catalano.
“A buscar la grúa” – le contesta Elisabetta.
“¿Quién se estroló?” – pregunta A625.
“Nadie, pero hay un descarrilo” – contesta Elisabetta mientras todos van al sector 60 de los talleres. Pero al llegar a la puerta del sector 60, se encuentran que la han reemplazado por una pared de ladrillos.
“¡Oh no! ¿Qué hacemos ahora?” – pregunta A625.
“¡Usá la cabeza por una vez pedazo de alcornoque! Vamos por el sector 49, pero claro, vamos a dar un sendo rodeo” – le dice Pico.
“¿Sabes? Por una vez dijiste algo inteligente Pico” – le contesta A625.
“No A625, Pico dice cosas inteligentes, lo que pasa es que vos sos una chorlita” – le dice Catalano.
“¡Ya basta! ¡Vamos de una vez!” – se altera Elisabetta y salen rumbo al sector 60 dando la vuelta por el sector 49.
Cuando llegan al sector 60, se llevan la sorpresa de que la grúa no estaba. “¿Y ahora qué hacemos?” – pregunta Catalano.
“Llamen a una de vialidad, no vamos a salir a recorrer la media Argentina para levantar un vagón” – contesta Pico.
“Buena idea, al menos salimos del paso” – dice Elisabetta y llama a Jo.
“Jo” – dice Elisabetta.
“¿Qué Elisabetta? ¿Ya vienes con la grúa?” – pregunta Jo.
“No, te llamo por eso, llamen a una de esas de vialidad o qué se yo, acá no está la grúa, no sé por donde debe de andar” – le dice Elisabetta.
“¿Pero pueden venir igual?” – pregunta Jo.
“¿Ya sacaron toda la formación del medio?” – pregunta Elisabetta.
“Ya está hace rato...” – le dice Jo.
“Bueno, ya vamos” – le dice Elisabetta y corta. “Vamos gentes, tal vez éstos gansos de Ferrosur se aviven de llamar a una grúa operaria” – les dice.
“Mejor diría: espero que se aviven” – dice A625.
“Por eso mismo. Vamos” – dice Elisabetta y van en camino a Gerli. Al llegar se encuentran con las chicas que dormían en 4 y Jo “Ya trajeron una grúa de vialidad” dice.
“Uf, menos mal!!! Al menos se avivaron éstos gansos Elisabetta” – dice Catalano.
“¿Sabes qué pasa? Alguna vez en la vida hay que dejar de ser ganso total” – le dice Elisabetta a Catalano.
“Mejor chicas, salgamos de su camino” – sugiere Bragado y se apartan. Dejan que los operarios de Ferrosur se ocupen del trabajo restante.
“Y pensar que les hicimos buena parte...” – dice Doris.
“Pero no lo notaron, en absoluto” – dice Miramar.
“Ellos no, pero otros sí” – dice Dalceggio.
“¿Quién?” – preguntan Chivilcoy y Madariaga juntas.
“Los eléctricos. Hoy van a recordar que anduvieron cerca de ir al infierno del cemento” – contesta muy fresco Cibriano.
“Pero nosotros sí bajamos al infierno del cemento” – dice Jo.
“Sigamos, total, hoy nos hundimos solos, pero otros nos hunden, que es lo peor” – la remata Miramar.
Permanecieron allí, mientras los obreros hacían su trabajo...
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