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jueves, 27 de marzo de 2008

Los cuentos de Bolívar y María Eugenia XCIX: Estación Carlos Gardel, la de los rieles

Nota: Parte fantasía, parte realidad. Basada en unos fragmentos biográficos de Carlos Gardel.


Este es distinto a todos. Sí, hay mucho de diferente. Lo diferente no tiene porque atemorizarnos, es un mundo por descubrir.

Muchas y tantas veces podemos estar hablando de lo nuestro, lo que nos sucede, pero que existen vacíos, bien comprobado está.

¿Alguien se preguntó qué podía esconderse detrás de ese nombre que tal o cual estación lleva encima?

Bienvenidos, Carlos Gardel nos espera.

Hola” – dicen los tranvías temerosos.

Hola muchachos” – les contesta una persona a la distancia.

Los tranvías se miran unos a otros. No saben qué actitud tomar. Pero aquella persona parada en el túnel les dice “Vengan, ustedes tienen la oportunidad de poder preguntarme todo aquello que quieran”. En realidad no saben ni con quién están por entablar una conversación.

Aquella música que resonaba en el túnel atrajo a los tranvías a internarse en el túnel. Al final, una lucecita de lámpara daba color a un personaje sentado en las vías con un bandoneón. Y se miran. Ninguno se atreve a emitir palabra alguna.

Pero Aquilina rompe el hielo “¿Cómo te llamas?” pregunta.

Me llamo Charles Romuald Gardes” – le contesta aquel personaje.

Cha... Cha... Charles... ¿De dónde saliste? ¿Quién eres? ¿De dónde sos?” – larga un mar de preguntas Truman Capote.

No hay necesidad de tartamudeos muchacho... Pues nací en diciembre de 1894 en Toulouse, Francia. Papá borrado y mamá Berthe Gardes” – dice con soltura.

Fue dura tu infancia ¿verdad?” – pregunta Aquilina.

Y... verás niña Aquilina. Mi madre Berthe fue repudiada por ser mamá soltera, dura época por ser el año 1890, encima descubrir que estaba embarazada. Mi padre jamás me reconoció. Para llegar al hospital, cruzó el río Garona por el antiguo puente de la ciudad hasta la ribera Oeste, donde quedaba el hospital Saint Joseph de la Grave. Allí nací yo” – contesta Carlos.

¿Tienes conocimiento sobre quién te eligió el nombre?” – pregunta Lupe, sin confianza aún.

Tu eres Lupe ¿no? Mi nombre, hasta donde sé, mi madre lo eligió en homenaje a su hermanastro, Charles Carichou, quien estaba enrolado en un cuerpo expedicionario del entonces ejército francés en Indochina” – contesta Carlos.

¿Y cómo siguió tu historia?” – pregunta Aquilina.

¿Yo?... Bueno, mi madre dejó el hospital días después, no era suficiente con quedar asentado el nacimiento, pues debía ser reconocido formalmente ante las autoridades correspondientes. Ésta es el acta” – dice Carlos y muestra el papel amarillento. Cibriano lo toma y lee: “A los veintidós días del mes de diciembre del año mil ochocientos noventa a las cuatro horas de la tarde ante el delegado del Alcalde de Toulouse ante el Estado Civil, ha comparecido María Berthe Gardes, planchadora, nacida en Toulouse el catorce de junio de mil ochocientos sesenta y cinco y domiciliada en rue D´Arcole 4, la que ha declarado formalmente su conformidad a la ley de reconocer a su hijo natural Charles Romuald Gardes, nacido en Toulouse el once de diciembre de mil ochocientos noventa, inscripto en el Estado Civil el mismo día, hijo de padre desconocido y de Berthe Gardes. Testigos domiciliados en Toulouse: Charles Espinaue, de -ilegible- años, domiciliado en –ilegible-; Henri Laurans, de cuarenta años, domiciliado en –ilegible-, no emparentados, previamente leído firman de conformidad”.

Vaya... siendo así, Berthe está reconociendo a Charles Gardes como su hijo, sin dar el motivo del padre desconocido” – dice Pepito.

Pero... ¿quién era tu padre Charles?” – inquiere Lopa.

Buena pregunta Lopa. Muy buena. También hay que preguntar qué motivos hubo para que no fuese reconocido, y que mi madre dijera que era viuda, cuando el realidad no estaba reconocida”. Se mira las manos, mira el bandoneón y sigue “A mi padre lo ví ya cuando yo estaba en el mundo de la música, era artista reconocido. Bah, en realidad no lo ví, quien lo vio fue mi madre. ¡Vaya momento el cual se le ocurrió ofrecer una reparación tardía! Mi madre...” se queda en el suspenso y mira aquella lámpara que lo alumbra.

¿Y ahí...?” – pregunta impaciente Aquilina.

Carlos sonríe y continua “Yo le pregunté “Mamá, ¿qué le contestaste?” Y me dijo que todo dependía de lo que yo le dijera. Que todo dependía de mi voluntad, no de la de ella. “¿Vos lo necesitás, mamá?”, y me dijo que no lo necesitaba. Como yo tampoco lo necesitaba, otra cosa: no lo quiero ver y listo. Antes de que ustedes pregunten, la hago yo: ¿cómo se llamaba? Paul Lasserre, con dos eses y dos erres”.

¿Cómo era?” – pregunta 22.

Era de Toulouse, de ahí vino. Era de clase media, muy correcto, al parecer. Un tanto rústico, provinciano” – dice.

Pasemos a tu juventud... ¿acelerada, rebelde... cómo la definirías?” – pregunta Truman Capote.

¿Cómo pasas tus días encerrado en el Taller Polvorín?” – dice Carlos en forma de chiste.

Y... como todo vehículo ferroviario. Salgo a la calle simplemente a dar vueltas con la gente, pero no siempre” – contesta Truman Capote.

Bueno, aquí contesto tu pregunta: tuve muchas vivencias en la calle. La calle formaba parte de mi vida, tanto de día como de noche. Pero he de contar una anécdota rebelde” – dice Carlos.

Una digna de ser calificada como Rebelde Way ¿no?” – dice Cibriano.

Cuando termine de contarla, ahí podrás darle tu apreciación. Un 11 de septiembre de 1904 me arrestaron en Florencio Varela, por una denuncia que hizo mi madre de abandono de hogar. Cuando me identificaron en la Oficina Central de Identificación, en La Plata, otra pequeña reliquia de tesoros Cibriano. Tómala y lee” – dice Carlos y le extiende la ficha policial.

Cibriano toma la ficha la ficha policial y lee: “Nombre y apellido: Carlos Gardez. Nombre de su madre: Berta. Nacionalidad del detenido: Francés. Lugar de nacimiento: Tolosa. Edad: 14 años. Profesión: Tipógrafo. Sabe leer: Sí. Procedencia: Florencio Varela. Domicilio: Uruguay 162. Es extranjero. Su residencia: 13 años y 6 meses”.

Definitivamente, tenía razón Cibriano: un completo Rebelde Way” – dijo 22.

Pero Florencio Varela era famosa por los peringundines y casas de tolerancia. O sea, un lugar donde se difundía la música criolla o el tango, la milonga. Por ese motivo, la calle fue mucho de la mano conmigo” – dice Carlos.

Y... ¿Qué decía Berta entonces?” – pregunta Pepito.

¿De mí a los catorce? Mmmm... una tarde salió de casa a buscarme y no me encontró. Tuvo unos días muy tristes, casi no pudo trabajar. Pero en unade sus búsquedas diarias, me encontró frente a una casa donde había una mudanza, yo estaba en el pescante del carro. Tenía traje de hombre, con pantalones largos, las mangas las tenía arremangadas hasta el codo. Me dice “¡Carlitos! ¿Qué estás haciendo?”. Yo le dije “¿No ves que estoy cuidado este carro? Mira, ¡Hasta me pusieron un traje nuevo!”. Me llevó a casa, me cambió de ropa y me estrechó tanto, tanto, tanto... aunque pocos días después, volvería a lo mismo” – contestó Carlos.

Se hace una pausa. Pepito hace de locutor frente a un improvisado micrófono de radio “Con la llegada de fin de año, concluía también para Carlos la etapa de la escolaridad y no mucho después, como símbolo de su pubertad, lucía los primeros pantalones largos”.

¿Qué representó esa época?” – pregunta 22.

Mi madre Berta y yo nos mudamos a Corrientes 1553, a pocas cuadras del domicilio anterior, pero más cercano a los principales teatros de Buenos Aires”.

Un objetivo...” – dice Truman Capote.

Un objetivo mío era lograr cubrir los gastos míos, ya que era posible que aún no me plantearan aportar al mantenimiento de mi casa. A la vez, estaba tironeando por dos alternativas: una, la capacitación adquirida en la escuela, en oficios de encuadernador, trabajos de imprenta, herrería y zapatería, no podía ser menospreciada en una época en la que pocos miembros de sectores populares concluíamos el ciclo educativo, y, dos, mis innatas condiciones de cantor, pujando desde niño con mi amor a la música” – dice Carlos.

Frente a todo esto... ¿Qué decía Berta?” – pregunta Lupe.

¿Qué podía llegar a decirme a ésta altura mi madre...? Lo de toda madre. Mi madre soñaba con que yo fuese médico. Yo siempre le decía que quería ser cantor. Y eso a ella le inspiraba miedo, con toda la razón del mundo. El problema era que los ambientes que frecuentaba, podían llevarme a convertirme en delincuente, rufián o cantinflero, un alguien que explota prostitutas. Por fortuna, salí hecho y derecho” – dice Carlos.

Veamos tu otro costado” – dice Aquilina.

¿Qué costado?” – pregunta Carlos.

El amoroso, claro” – dice Aquilina.

Soy humano ¿no? Bueno, peco como cualquiera en la tierra” – dice Carlos.

Como ciertos seres audaces que hoy estamos contigo, no te preocupes...” – dice Lupe.

Truman Capote toma el micrófono improvisado y empieza “Muchos amores se le atribuirán al cantor a lo largo de los años, tanto en mujeres famosas como Azucena Maizani, Trini Ramos, Olinda Bozán, Juanita Larrauri, como otras tan ajenas al mundo del espectáculo, como las uruguayas Elisa Fernández y Elisa Montero, Andrea Morand hasta la bailarina Alicia Cocía. Más de uno de los supuestos idilios son producto de la fantasía popular, o el intento comercial de fomentar un escándalo rimbombante”.

Un alguien bien firme” – dice Lupe.

Bien, bien firme, Peregrina Otero, con el seudónimo de Loretta Darthés. Era de Portugal, vino a Buenos Aires en 1911. Fue equilibrista y trapecista en el Circo Frank Brown. Ella adquirió una fama, a la suya. Anduvo con ciertos personajes, como Barry Norton, Vicente Greco, Ignacio Corsini y algunos más” – dice Carlos.

¿Y tú?” – pregunta Cibriano.

Yo la conocí en la era del circo, una vez que fui con Razzano a presenciar un espectáculo. Yo, pícaramente, le digo a mi amigo “Che, ¡que espectáculo divino! Pero te quiero decir, ¿sabés cómo me gusta esa piba? Tenés que hacer algo para presentármela” – cuenta Carlos.

Los tranvías se miran. Y Cibriano suelta “Vas dispuesto a salirte con la tuya ¿no?”.

Pues Razzano va conmigo a los camarines. Él distrae al director del circo mientras Loretta me regala una de sus cintas” – dice Carlos.

Ah, bueno... el inicio de una pasión” – dice Lopa.

Bueno. Lo nuestro irá tomando cuerpo cuando nos crucemos por los pasillos de Radio Belgrano, por la década del 20, huidas a Montevideo los fines de semana... Un día me convertí en su mina... así como lo oyen. Claro, Horacio Pettorossi, Blas Buchieri, Raquel Notar y Julián Centeya se enteraron de lo mío” – dice Carlos.

¿Terminaba acá o seguía?” – pregunta Lupe.

Yo, a la vez, estaba comprometido con Isabel del Valle. Loretta opinaba que Isabel era mi noviecita y ella la mina... Quise casarme con Loretta pero no fue posible porque ella me amaba mucho como para cortarme una carrera tan brillante como intachable” – dice Carlos.

Lo triste... ¿el final?” – pregunta 22.

Bien dijiste. Triste final. Un avión que no logró despegar, en Medellín. Pero en la memoria seguí. Y aquí me ven, acá me tienen, debajo de éste túnel. Yo prefiero éste túnel, como un símbolo de la historia guardada, que ustedes y, tantos otros, se atreven a venir por estos parajes” – dice Carlos.

Pensar que sobre nuestros troles está el antiguo Mercado Central de Buenos Aires... saliendo de éste túnel está la estación del subterráneo, donde los subtes pasan y pasan...” – dice Pepito.

Pero ahora me gustaría saber de la vida de ustedes... en el hoy” – dice Carlos.

Tomó la guitarra y empezó la música a sonar por el túnel...

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