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viernes, 29 de febrero de 2008

Los cuentos de Bolívar y María Eugenia XXXI: En el nombre de los trenes

Nota: Es una fantasía. Toda coincidencia con la realidad es pura casualidad

Mercedes hace tiempo que no concilia sueño. Va y viene de un lado a otro en el patio de Retiro. Solo la reconforta cuando sale de viaje a Tucumán. Yoly la acompaña en el sentimiento. Pero sabe que no está sola. “Mechi, nosotras desde la lejanía también te estamos apoyando, lamentamos la distancia para no poder hacer un piquete” – le dice Natalia mientras le habla por teléfono desde Spurr a Tucumán.

Así fueron pasando los días. Sus días felices de viajes a Tucumán están por terminar. Y bien lo sabe. Parada frente al andén en Tucumán llora en el más sepulcral de los silencios... sabe que dejará de oír las vocecitas que corren tras ella... Hace unos días atrás Liliana la llamó desde Trenque Lauquen y Mercedes empezó a llorar. Así pasó toda la conversación, o lo que no pudo llegar a decir. Liliana le dice a Natalia “Se me parte en mil pedazos el corazón de verla a Mercedes llorar”. Natalia le dice “No quiero pensar en la bronca junta que tiene Yoly, seguro que ambas lejos de hablar de trenes y justicia, van a hablar en Retiro de la impunidad ferroviaria”. Y Natalia la cantó clarita.

TT01 le escribió una carta, la misma al llegar a Retiro fue arrojada a un cesto de basura por un empleado que pasaba por el patio de Retiro a sacar las correspondencias del buzón. Cuando TT01 le pregunta a Mercedes sobre la carta, Mercedes le hace saber que no llegó. Entonces TT01 nuevamente le escribió otra carta, y se aseguró de que llegara a buen destino. Una fría mañana en Retiro, Yoly le dice a Mercedes que tiene una carta. Mercedes la abre y lee:

“Mechi:

No puedo contener encima mío tanta tristeza en mi corazón amontonada en San Antonio de los Cobres... Me muero del dolor, de la bronca, de la ira y la rabia que siento hacia el Estado Nacional, que no sabe cuánta vergüenza esconde tomar una decisión así...

Juro que quiero matarlos a todos, pero no todos son así. Hay mucha gente honrada que te va a defender con uñas y garras pero repudiaré el actuar policial, que en vez de hacer lo que debe hacer, se pone a hacer tonterías de esa clase esgrimiendo argumentos totalmente estúpidos. Mañana... sí, los consecutivos días en los cuales trepe hasta lo más alto de las nubes gritare tan fuerte con un bocinazo para hacer saber que repudio lo que se está haciendo, que están coartando tu libertad de rodar, y que ojalá Yoly pueda encontrar su cauce porque es evidente que por ahí nos ponemos a hablar del atentado del 94 y eso puede caernos sobre nuestras espaldas... No te des por vencida, ya sé que no escucharás mi bocina pero lo mismo lo haré en señal de protesta.

Me despido con el dolor a cuestas

TT01”

“Pobre TT01... cuando ha escrito esta carta ha estado llorando desconsoladamente” – le dice Mercedes a Yoly.

“Es lógico. Y es de entender” – le responde Yoly a Mercedes.

“En mi corazón llevaré esta carta, eso por lo menos no me lo van a quitar” – le dice Mercedes a Yoly.

“Mechi, yo sé que esto ahora duele, pero si supieras que hace poco terminamos de saber cuál es el significado de la palabra justicia, no esperes nada. Nos queda únicamente juntar fuerzas porque juntas saldremos adelante” – la alienta Yoly – “El día del enfrentamiento, resistí, resistí, no te podré ver pero todas te seguiremos atentamente”.

Y llegó el día. Mercedes trajo la formación al andén 7 de Retiro. Por atrás Yoly escuchaba, no perdía nada de rastros. Al rato estaban los pasajeros que aguardaban viajar y eso la alegraba. Pero al mismo tiempo la angustiaba iba en aumento al ver el amotinamiento de la policía en la vía. Cuando vió la cara de perros de la policía, les dijo “¡Saboteadores del servicio ferroviario! ¡Vayan a atrapar a los ladrones!”.

El comisario amenazante le dijo “¿A mí me vas a pasar por encima montaña de toneladas?”.

“¡No dudaría en hacerlo, maldito saboteador!” – le retruca Mercedes al comisario.

“Vos te quedas ahí” – le dice en forma burlante el comisario.

“Vos te vas de acá, ¡¡andá a atrapar chorros botón inútil!!” – le grita Mercedes.

“Me iré muerto” – dice el comisario con gestos amenazantes.

“Pues muerto te irás maldito polizón, saboteador, me daré el gusto de hacerte sentir encima tuyo el peso de los trenes – le dice Mercedes – Y te aseguro que no vas a contar el cuento, servirá de lección para todos los que te rodean”.

“Vení, dale, avanzá” – continúa diciéndole el comisario.

“No vaya a ser cosa que la montaña de toneladas sea condenada a prisión por homicidio culposo, por haber equilibrado la balanza en favor de los ferrocarriles y de medio pasaje que está en el andén viendo de espectador como nos viven forreando” – se enoja Mercedes.

Maribel llega al patio trasero de Retiro junto a Yoly y Maribel le grita a Mercedes “¡Dale piba, no te rindas, resistí así les demostramos a estas ratas quienes somos las locomotoras!”

“¡Lo sé Maribel! Acá están con los celulares los capos de la empresa” – le grita Mercedes a Maribel.

“¡Pero no apagues tus motores!” – le grita Yoly.

“No, ya sé, solo que el comisario me está insultando!” – les dice Mercedes.

“No importa Mechi, nosotras estamos haciendo el aguante” – le grita Maribel.

Mientras los ejecutivos corrían de un lado a otro para conseguir habilitar el servicio, Mercedes se resistía a la orden del comisario de que apagara los motores. La distancia que el comisario hubo de tomar frente a la actitud de Mercedes dió como resultado el bocinazo prolongado que dió, junto con la frase “Ni el himno nacional es signo del país en que vivimos, ¡que no gane la impunidad señores!”.

La tensión continuaba. Y mientras tanto, Mercedes tuvo tiempo para gritar una de sus últimas frases “¡Ustedes juraron, por Dios, por la Patria y por los Santos Evangelios! ¡Ya ni siquiera recuerdan que por eso juraron ustedes funcionarios del Gobierno Nacional y Provincial!”

“Esto va para ustedes, saboteadores del servicio ferroviario” – les gritó Mercedes e hizo sonar su sirena.

“¡Bien hecho Mechi, seguí así, no te resistas!” – le decían Yoly y Maribel, ambas las acompañaban con aplausos.

Al mediodía llegó la fiscal. Se puso a tono con el asunto. Mercedes escuchó una frase que le llegó como un dardo directo al corazón “No estamos competentes en tomar decisiones”. Cuando Mercedes oyó la frase, disparó su frase en un grito “¡La Patria se los está demandando funcionarios del demonio!”.

Cuando empezó a avanzar la tarde, Mercedes vió que su bronca era en vano. “Te gané montón de toneladas” – volvió a decirle en forma burlona el comisario.

“¡Ganaste por esta vez maldito imbécil! Imbecilidad e incompetencia es lo que te espera de ahora en más en el resto de tu carrera policiaca” – le dijo Mercedes.

Y no hubo acuerdo. La resistencia no valió de nada. Mercedes tenía ganas de llorar pero prefirió apagar sus motores e irse con Maribel y Yoly al patio trasero. Pero antes de irse del andén 7, al público les dijo “Ustedes pasajeros van a ser la Patria que demande a los funcionarios por mal ejercicio de sus funciones”, al personal policial “¡Volveré! Y triunfaremos” y la remató con una frase a los ejecutivos de la empresa “Supongo que ahora van a incorporar a sus diccionarios la palabra “Buen ejercicio de la reglamentación”” y se fue.

Al llegar Mercedes al patio trasero, Maribel le dice “Te felicito Mercedes, no solo hiciste todo lo posible, sino que pusiste en jaque a medio mundo”.

“Así saldremos adelante” – le dice Yoly.

“¿Qué será de mí futuro?” – les pregunta Mercedes.

“Vamos a dormir Mechi, Maribel se va a Junín” – le dice Yoly.

“No te preocupes Mechi, ya vendré mañana” – la consuela Maribel.

...

“Mechi” – le dice Elisabetta desde Maldonado.

“Elisabetta, supiste qué pasó ayer” – le dice Mercedes.

“Todas lo sabemos. Ahora tienes que escuchar el discurso de Loretta 7911” – le dice Dolores.

Todas encienden las radios. Así empieza Loretta en Lynch:

“Nos, los representantes del Pueblo de la Nación Argentina: reunidos en un Congreso por voluntad y elección de las provincias que lo componen cumpliendo los pactos preexistentes, con el objeto de hacer a la patria ferroviaria y que tanto pasan de mano en mano...

Juramos por nuestra Patria, la Patria Argentina, que nos vió nacer, crecer, desarrollarnos, morir y ahora resucitar. Vale la pena recordar el 25 de mayo del 2003 cuando nuestro presidente juró por eso, por la Patria y que si no cumplía como lo debía, la Patria se lo demandaba y ante semejante desacato ferroviario, la Patria Ferroviaria se lo está demandando no solo de ahora, sino de hace tiempos pasados y lejanos.

No somos cabildantes, pues hemos nacido en el campo junto con la libertad para con los rieles rodar en las más lejanas distancias, unir un país dividido y tantas vueltas de la historia hizo que nosotras seamos duras a todo, como la tierra de un corral y es bueno que nos haya pasado eso porque supimos ganarnos el adepto del Pueblo que ante la impotencia baja la cabeza pero nosotras seguimos para peticionar y aunque nos toque morir, vamos a resucitar. A resucitar porque siempre quedan buenos cerebros para hacernos recordar cada una de sus actuaciones señores funcionarios, a ustedes qué se dicen ser Representantes del Pueblo de la Nación Argentina, fomentando el desarrollo ferroviario cuando constantemente estamos al tanto de cada una de sus trastadas. Y de esta no escapan los capos de las empresas, que saben por donde viene el negocio y se las rebuscan tan bien para que el negocio ferroviario salga tan redondo como una moneda y así hacer creer al común del Pueblo que los trenes son deficitarios. Es bueno que paremos la ola de la pavada, porque con ella ya estamos un poco hartos, o mejor dicho, cansados de que nos sigan mintiendo con tanta obsecuencia, nunca va a faltar aquella que quiera cortarle la lengua, entonces es justificable cuando más de una vez se escucha y se lee la frase “Muy cansado de que nos forreen”.

A ustedes que bajo nuestras espalas está encomendado el servicio ferroviario: quienes mejor que nosotras para detectores de mentiras, de mentiras y cometas económicas y de actuaciones políticamente incorrectas.

La Patria se los está demandando” – finaliza Loretta.

Mercedes dice “Al gran pueblo Salud!” mientras agita una bandera argentina.

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