Señoras y señores: desde que los trenes cayeron bajo la lupa racionalizadora, los trenes se convirtieron en la excelencia que hace caracterizar a un país del primer mundo, pues eso es lo que nos quisieron meter en la cabeza nuestros queridos gobernantes. Que yo sepa, los trenes lejos de ser la excelencia, pasaron a ser las cosas más automáticas que nunca, donde es más fácil caer en reparación por reparaciones berretas que por excelencias reparadoras, que es más simple obtener el rótulo de radiado porque enseguida sos una chatarra inservible, pero bueno, no me hago drama porque esto es un mal contagioso, como el incendio sarmientero, ahora devenido en incendio sanmartiniano, porque hay líneas que parecen estar embrujadas y todo el material que pasa por ellas, retorna a sus pagos con males tétricos. En fin, todos sostienen el pensamiento de que hay que ser un ingeniero para informar sobre las cosas que están patas para arriba pero yo soy una convencida de que para informar que las cosas van bien, bien prendidas de los pelos no hace falta ser un catedrático en la materia, porque con un poco de inteligencia y juicio crítico es más que suficiente. Bueno, basta de palabrerio y pasemos a lo que importa.
Bien sabida y rementada es esa vieja historia que no se deja morir, aquella vez que cuando la birome del Turco firmara los decretos de racionalización ferroviaria porque todos decían que había que renovar Ferrocarriles Argentinos. Sí, es cierto, había que renovar pero la verdad que la renovación se hizo tan bien que en realidad yo diría que el tiro salió por la culata. En fin, este buen Turco no estaba solo, sino que venía acompañado de un Cerebro Pelado que no hace falta decir quien es, porque de solo nombrarlo ya causa retorcijones de intestinos. En fin, este flor de equipazo hizo las cosas tan bien que nadie de los que estaban afuera se dieron cuenta de que la cosa venía mal parida desde el inicio. O sea, graficando, al público le armaron un sapo que el mismo público se lo masticó y no le sintió el gusto al principio (Porque el gusto amargo sí se lo sintieron, hay que esperar) pero está todo bien, porque todos estaban de acuerdo en renovar a Ferrocarriles Argentinos.
Y bueno, uno por uno los ramales fueron renovados: pobre San Martín, ya tan aquejado por los paros sumado a que los servicios eran de cuarta, completaban el panorama. Entonces mi pregunta es ¿dónde estaban los ferroviarios tan eficientes por los cuales pagábamos un sueldo? Ay... que buena pregunta, no lo sé pero que yo sepa, muchos fueron licenciados. Es que, dicho en gráfico, los fletaron no por opción, sino por la fuerza, unos mangos y... Y después se jodieron pero al por mayor. Pero mientras nuestros ferroviarios eran fletados y ellos resistían haciendo paros que uno no termina de entender, mi pregunta es ¿dónde estaban aquellos que se dicen ser los defensores del obrero? La verdad, qué les puedo decir... solo sé que quiero pensar que los habrán sobornado para que se callaran la boca pero sé que durmieron una larga y pesada siesta mientras había fletamientos masivos. Pero bueno, la birome del Turco a esta altura ya no era un útil inofensivo, ya se había convertido en un tifón exterminador.
Mientras que se daban los fletamientos, en alguna mesita de vaya uno a saber que bar (La cafetería La Strada es imposible porque de ahí las cosas salen despedidas a todos oídos, cuidado que haya oídos aficionadios porque ahí si la cosa se pudre en serio) teníamos al Cerebro Pelado firmando papelitos con Marito Montoto. Bueno, hasta el momento el público no sabía un cuerno de Montoto, solo supo que un día se cayó del catre y se enteró que el San Martín se había renovado bajo la tutela Metropolitano. Es que la gente mucho no sospechó, solo le importaba mejorar su calidad de viaje.
Así como Metropolitano surgió, se encargó de desterrar lo suficiente a Ferrocarriles Argentinos, que por desgracia, a esta altura, esas palabras ya sonaban a malas palabras (Aunque ahora no zafan de esa categoría), entonces algo hizo que se los caracterizara por ser verdaderamente verdes. Así que locomotoras y vagones pasaron por los galpones para una pintura y ajustes numerativos. Pero hasta aquí nadie piensa que dentro de muy poquito se iba a desatar la otra tragedia.
Dicen, los atrevidos que se atreven a todo, a develar aquellos recuerdos del pasado que no quiere dejar morir, que el parque sanmartiniano se componía de una nutrida cantidad de ALCO pero alguno logró escabullir hace tiempo y espacio que solo andaban 7 u 8. Bueno, es que Metropolitano supo resistir a brazo armado sostener el servicio en esa línea con esa cantidad de locomotoras ALCO y complementado con alguna que otra locomotora proveniente de la línea Roca. Y cómo supo resistir tan bien que hasta el día de hoy no bajamos de esa cantidad. ¿Ven que acá las cosas siempre marchan ataditas con alambres?
No hablé de empleados. Bua... es que mientras muchos eran fletados, otros supieron resistir los cambios, por eso están más cercanos a ser fósiles bien petrificados, que resisten todos los cambios en el tiempo, ellos perduran, pero fueron los mínimos. Se ocuparon de preservar empleados más próximos a jubilarse que de hacer una renovación generacional, pero algo nuevo empezó a andar: las mujeres boleteras detrás de las boleterías. Si algo es rescatable de estos tiempos es que despacio, lentamente y cancino se está perdiendo el prejuicio de que ser ferroviario es solo cosa de varones, comprobado está que hay cosas que bien las pueden hacer las mujeres. Como siempre hay hombres a bordo de los trenes prestando servicio, mi pregunta es ¿por qué no prueban con mujeres prestando servicio? ¿no serán un poquito más efectivas?
Volviendo al tema, me fui por las ramas, es que ahí el concepto de ética no llegó ni a palos. Es que empezó a ser cosa muy común salir a servicio y que en medio de recorrido la locomotora plantara bandera. Pero no era cosa de una vez, ya era cuestión de a diario y varias veces a diario. Y entonces la línea San Martín se convirtió en algo trágico, ya estaba bastante incendiada. Pero a no hacerse problemas, si hacía falta un SOS, presto estuvo el Turco para traer más locomotoras y poder continuar adelante. Pero una sufrió el Mal Turco: fue tocada y quemada, fue conducida por el primer mandatario y quemada por choque y... al galpón. Pero no importa, está todo bien.
Mientras el San Martín era un incendio que despacio empezó a ser imparable, los periodistas se han llenado la boca hablando de las malas prestaciones y la falta de control pero el tiempo se fue sucediendo ¿acaso las cosas no vinieron mal abarajadas de salida? Es que para descubrir la verdad siempre hay que esperar un largo trecho y ahora verán que es cierto.
Y llegó el momento de recambios. Mientras en Balcarce 50 el Turco dejaba la herencia bien patas para arriba, Fernando VII se encargó de hacer lo mejor posible para terminar bien pal carajo. Mientras Fernando VII hacía monerías ridículas, el incendio sanmartiniano empezó a ser mayormente alimentado por un nuevo combustible: los paros sindicales. Pero no hay problemas, presto estuvo alguno para definir a los sindicatos como corruptos por definición. ¿Hace falta decir la causa? Que bueno que ahora los argentinos abrieron los sesos pero falta todavía despertar un poquito (Aunque estos cirujas ya despertaron de su larguísima siesta, haciendo reclamos netamente idiotas).
Y así fue evolucionando San Martín hasta que vino la debacle 02: a todos a afectó y esto terminó de hacer más imparable el incendio: lo que pasaba era que había unas locomotoras alquiladas – regalito del Turco, herencia- y como no aparecía la guitarra para pagar, apareció la mano de la justicia para empezar un largo encierro en el Patio de Retiro. Y ahí la tragedia se hizo imparable pero esperemos a un cacho más.
Mientras solo un reducido grupo sabía del encierro, el público ignoraba totalmente que pasaba en el entretelón de Metropolitano. Solo se sabía que viajar mal empezaba a ser la nueva tragedia a sumar a este incendio, todos los lugares eran buenos para viajar, hasta los bastidores de las locomotoras eran sitios para viajar. Presto estuvo alguno para cazar el teléfono y llamar a la prensa. Era increíble, de repente todos los medios de la TV presentes y, como no podía ser de otra forma, salieron todos los chabones de Metropolitano que vaya uno a saber donde carajo estaban escondidos. Pero atenti: eso solo era el armado de la escena para la TV, cuando la TV se iba, los chabones hacían chau!
Diré que alguno tuvo las agallas suficientes para encarar al Payaso Fernandito sobre los desastrosos servicios. Pero como Fernandito es un payaso, más divertido que el mismísimo Piñón Fijo, que prometiera servicios mejores, siempre era lo mismo que asociarlo a una promesa electoral, porque como dicen los profesores de lengua, son sinónimos, yo digo que sí, que son sinónimos pero de la realidad cotidiana (Algo politiquera ¿no?). Entonces al Payaso Fernandito se le deslizó por ahí comentar lo de las locomotoras enjauladas. ¿Será que ellas aplaudieron cuando se enteraron que hasta estaban en boca de toda la TV? Y... festejar, seguro, porque ahora el encierro ya pasaba las fronteras del ferrocarril, ya era asunto público y porque no hasta político también.
Y ellas mientras permanecían enjauladas, los mecánicos e ingenieros siempre tenían la tentación de esperar que la justicia se hiciera la sonsa y ver cuando salían a salvar las papas del fuego. Pero tan ligero como un suspiro transcurrieron sus últimos días de encierro que un repente nos llevamos la sorpresa de que nuestro héroe ferroviario de los mocasines con forma de Pingüino decidió poner la guitarra para poder apaciguar el incendio. Así como se dijo, apareció la guitarra y de vuelta a la vía pero Marito y su Iglesias bien gracias.
Pero a pesar de que las enjauladas regresaron al servicio, el incendio continuó tal cual. Pero ya eran muchas las trastadas las de Metropolitano para decir que los servicios eran de primera, entonces nuevamente el héroe ferroviario de los mocasines con forma de Pingüino la emprendió contra Metropolitano solo para decir “Que se vayan todos”. Cuando esta frase llegó a oídos de los capos, retumbó tanto que empezaron a armar el argumento perfecto para resistir. Y sí señores hay que resistir, pero a mano armada y no torcer el brazo bajo ningún aspecto. Eso sí, mientras por un lado los tenían montados, ya estaban listos para presentarse como la opción alternativa de una nueva generación de trenes bajo el nombre de COFEBO solo para... para seguir currando porque los servicios que se los lleve mandinga.
Entre idas y vueltas de la justicia y que se yo, nuestro héroe ferroviario de los mocasines con forma de Pingüino ya estaba lo suficientemente harto de aguantar a esta gentuza. Y cuando Metropolitano vió que el destino era inexorable, como todos, decidió dejar su sello patente y qué mejor que recordar lo acontecido últimamente, para pensar solo en que todos hacen exactamente lo mismo.
Por empezar, las ALCO van en picada: una que dejó de circular por un motivo, la otra por otro y la otra que chocó a una G-22 en Retiro, en tanto que sus colegas G-22 vinieron del Roca a tapar agujeros pero hay que regresar... aunque el regreso a A707 fue chocado.
Luego, si nuestro héroe ferroviario de los mocasines con forma de Pingüino había apaciguado un poco el incendio, Metropolitano se ocupó de hacerlo un poco más gigante: diagrama de sábado en los horarios de trenes de día de semana. Ahora ¿quién para éste incendio? Esperen que falta el broche de oro: un paro en reclamo del pago de salarios. Conclusión: más que incendio sanmartiniano, es un San Juan Sanmartiniano, y... ¿y quién lo apaga ahora? Acá si que no hay dotaciones de bomberos que valgan.
Y ahora en medio del San Juan Sanmartiniano desembarcó la UGO. Más de uno quiere saber ¿qué es? Bueno, les digo que es la mezcla de lo bueno con la porquería, o sea, el rejunte entre Ferrovías, Metrovías y la renombrada Trenes de Buenos Aires –llamada Transportes de Basuras Acopladas según Truman Capote- que bueno, entre ellos deben apagar el incendio provisoriamente. Pero como quien dice, es imposible cambiar todo de la noche a la mañana. Así que lo primero es poner el ojo en el material tractivo y entonces como es necesario en forma urgente locomotoras, lo mejor es recurrir a las cargueras con una generosidad nos presten provisoriamente hasta poder pararnos. Eso sí, Metropolitano todavía está bien arraigado, porque de los trenes no se fue, aunque de los boletos ya los fueron. Por eso, Silvina y una de NCA ya empezaron a ir y venir en medio del incendio sanmartiniano. ¿Maela Itatí no la ligara en tercer lugar?
¿Entienden ahora que esto es el fin y el inicio de una nueva historia? Y menos mal que los argentinos en su mayoría estamos de vacaciones así podemos seguir durmiendo tranquilos. Y el regreso a los carriles correctos no lo veremos nunca.
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