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viernes, 29 de febrero de 2008

Los cuentos de Bolívar y María Eugenia XLVI: Solidario a Miramar

Nota: Es una fantasía. Toda coincidencia con la realidad es pura casualidad. Los personajes son reales, pero en este caso se deben tomar como ficticios.

En Mar del Plata los aficionados juntaron alimentos y otro tipo de cosas como ropa, útiles escolares y algunos remedios que con generosidad de los pobladores les donaron para los más necesitados de Miramar. Y como ellos eran los organizadores de este emprendimiento, no se iban a perder el convite de tan loable acción benéfica hacia terceros.

Entre todos estuvieron toda la tarde del día anterior acomodando la mercadería en los tres furgones que Ferrobaires les prestó sumado a los tres vagones clase primera que lograron conseguir para viajar.

A las 8.25 se dieron todos cita en la estación de trenes. Todos tenían muchas ansias de viajar. Pero a último momento la locomotora que les habían asignado, se las reemplazaron por una vaporera. “Empezamos bárbaro el día Mattalía” – le dice Manuel a Gabriel. Gabriel le dice “Cosas de último momento”.

Por el altoparlante de la estación dieron la orden a los aficionados de embarcar y todos ordenadamente fueron subiendo al tren y acomodándose en los respectivos asientos.

En el andén, mientras esperaban su turno se subir, Aldo le dice a Valeria “Nuestras cosas ya están en el tren ¡Date prisa!”. Valeria le responde “Viajar haciendo cosas para los demás es muy emocionante”.

En la locomotora, Manuel le dice a Gabriel “Creo que todos embarcaron, podemos partir” y Gabriel acomoda la leña y el carbón en la caldera.

En la puerta del primer vagón de pasajeros el guarda Enrique grita con una farola en mano “¡Es hora de mover el solidario Manuel! ¡Acelera!” y agita la farola.

Tras un largo sonido de bocina, el tren se pone en marcha. En la locomotora Manuel le dice a Gabriel “Pon más carbón en la caldera Gaby, así no nos preocupamos por un largo tiempo”.

“¿Allá delante?” – pregunta Gabriel.

“Ahora tenemos que remontar un ascenso para luego seguir en el largo descenso” – le contesta Manuel.

En los vagones, los aficionados dialogan entre ellos.

“Este año tengo ganas de irme en un carguero desde Bahía a Rosario” – le dice Marcelo a Juan.

“Intentaste lo mismo el año pasado” – le contesta Juan.

“¿No has dibujado algo distinto?” – pregunta Eduardo a Andrés.

“Ah, sí. La escena del incendio de la Plaza de los Controles” – contesta Andrés.

“¿Y está negrita barata de todo por 2 mangos?” – pregunta Eduardo.

“Marisol” – contesta sueltamente Andrés.

“¿Y esta otra?” – pregunta Eduardo.

“Suicidio patriótico” – responde Andrés.

“Ah, ¿qué presidente va a poner la cabeza para que lo pasen por las sogas?” – pregunta Eduardo.

“Ninguno pero estate tranqui que hay uno de ellos que es digno de ser pasao por las armas” – responde Andrés.

“Veré si puedo tener liga en EmFer” – dice Daniel a Juan.

“Vení que en Primera Junta tendrás más liga” – le contesta Juan.

Cada uno hace distintas cosas, algunos toman mate, otros duermen y otros sacan fotos. En fin, todos están contentos, pero un alguien no lo está: escondido en algún rincón de los tres furgones hay una persona llamada Gilberto el Malo “¡Me vengaré de estos aficionados de mandinga, aunque sea lo último que tenga que hacer!”. Sale caminando en cuclillas, abre la puerta del segundo furgón y con una herramienta para tuercas suelta la manguera de los frenos, mientras dice “Ahora necesitarán los frenos je! je!”.

El tren ingreso al sector del largo y pronunciado descenso, Manuel dice “Ahora solo hay un descenso”. Manuel oprime el freno, cuando lo hace, se da cuenta que no funcionan y dice “¡Hey! ¡Hay algo mal! ¡Los frenos no funcionan!” y Gabriel se sorprende. En los vagones también advierten que no todo iba bien en el tren. Aldo le dice a Valeria “¿No vamos muy rápido?” y Valeria le responde “Tranquilo, Manuel y Gaby son buenos maquinistas”.

Mientras tanto, Manuel le pide a Gabriel que vaya a ver qué pasa con los frenos, mientras Gabriel iba tratando de trepar por la carbonera en el tender, le dice Manuel “¡Cambia los frenos de mano!” y Gabriel le dice mientras está en el tender “¡Ya voy, si me caigo nos veremos en Miramar!”.

Gabriel logra trepar y en el techo del primer furgón dice “¡Abro aquí, cierro allá! ¡Debo darme prisa, la curva del esqueleto está cerca!”. Finalmente logra activar el freno de emergencia del segundo furgón, dice “¡Ya funcionan los frenos!” y Gilberto dice “¡Hey! ¡Hay un alguien en los furgones tratando de frenar el tren! Echaré un vistazo” y camina al segundo furgón donde lo encuentra a Gabriel que le dice mientras con el dedo índice de la mano derecha le hace la seña de girar al sentido opuesto “¡Hey amigo! ¡Estás girando mal! ¡Da la vuelta al otro lado!”. Gabriel ejecuta lo que le dice Gilberto y le dice “’¡Vaya, gracias! ¡Ahora es más fácil!”.

Al girar los frenos el tren se pone en marcha otra vez pero más rápido. Manuel en la locomotora grita en la ventanilla “¡No sé por qué pero la locomotora va más rápido!”. Y justo llega Gabriel a la cabina de la locomotora que le dice “¡Listo! Lo estaba haciendo mal pero apareció un tipo que me dijo como hacerlo mejor”. “No Gaby... ¡Ese tipo te dijo mal! ¡Regresa y da la vuelta al freno!” y Gabriel vuelve por los frenos “Abro aquí, cierro allá...” dice mientras trata de llegar al techo de los furgones.

En tanto, en los vagones empiezan a advertir de que las cosas no iban para nada bien en el tren. Valeria estaba en el lavatorio y le dice a Aquilino “Aquilino, creo que estamos en apuros” y Enrique dice a todos “¡Chicos! ¡Estamos en apuros! ¡El tren va sin frenos!” mientras hace señas con ambas manos. Entonces Andrés dice “¡Sí, todos al techo para buscar el problema de los frenos y parar el tren!” y todos se ponen en marcha.

Con una escalerita maltrecha que colocaron los mismo aficionados en el último vagón en que viajaban, treparon al techo, mientras Aldo dice “¡Adelante del vagón!” y Marcelo grita “¡Rápido! ¡A frenar el tren!”. Una vez que lograron subir al techo del tren, Eduardo advierte “Si estamos en apuros por falta de frenos amigos...” y en una curva uno de los furgones casi descarrila y Juan Carlos dice “¡El furgón de los materiales de la construcción! ¡Descarrilará el tren!” y una vez pasada la curva, le dice a Carlos “¡Hey Carlos! ¡Ve a enderezar el furgón de los materiales de la construcción y nosotros iremos por los frenos!”.

Mientras todos ellos estaban en el techo, Gabriel advierte la presencia de ellos y regresa a la locomotora, le dice a Manuel “¡Todo irá bien Manuel! Los chicos subieron al techo para ayudar”. Manuel le dice a Gabriel “¡Haz que bajen de allá! Pasaremos por el túnel Cara Negra antes de llegar a la curva del esqueleto” y Gabriel regresa otra vez al techo del tren y les grita a los muchachos “¡Hey chicos! ¡El túnel está cerca!” y Juan Carlos le dice “Aún hay tiempo Gabriel. Carlos fue a acomodar los materiales de la construcción en el furgón y ya casi lo logra”. Carlos acomodó los ladrillos y el cemento de forma tal que hicieran equilibrio para no descarrilar “¡Listo! ¡Así no habrá más problemas ni peligro de descarrilos!”.

Mientras continuaban buscando el problema de los frenos, Marcelo, Mariano, Juan y Valeria descubren que la manguera del freno en el segundo furgón estaba suelta “¡Vean! ¡La manguera del freno está suelta!” dice Valeria. “Unir la manguera para nosotros cuatro será fácil gente” dice Marcelo. Y entre los cuatro se ponen en campaña: introducen a Valeria en tanto que de los pies la sujeta Mariano y en cada uno de los dos vagones están Juan y Marcelo, que dice “¡Es muy fácil!”, Valeria que tenía que enganchar la manguera dice “¡Un poco más!”.

Entre la lucha de poder unir la manguera del freno que estaba suelta, el viaje seguía promediando. Manuel advierte la cercanía del túnel Cara Negra, se da vuelta y le pide a Gabriel que le diga a los chicos que bajen del techo “¡Ahora Gaby!” y Gabriel grita parado en el tender “¡Viene el túnel! ¡Bajen chicos!”.

En el techo cuando oyeron la frase de Gabriel, todos salen a las carreras para bajar, Enrique dice “¡Después del túnel Cara Negra viene la curva del esqueleto!”, Juan Carlos dice “Creo que estamos en apuros”. Mientras tanto, Marcelo, Juan, Mariano y Valeria continuaban insistiendo en unir la manguera del freno, Juan dice “¡Sigan, acá no vamos a desistir!” y Mariano dice “¡A menos que nos rindamos!”, Valeria dice “¡Ya casi está listo!” y en esa el túnel estaba demasiado cerca como para poder bajar, no les quedó otra que pasar el túnel arriba “Aguantemos un cacho ¡¡¡¡Respiren hondo!!!!” “¡Ya lo creo!” dice Juan y Valeria dice “¡Ya está chicos!”.

El tren comenzó a pasar por el túnel mientras atrás todos estaban tratando de bajar. Eduardo quería abrir la puerta “¡No puedo abrir la puerta!” y Aldo grita desde el techo “¡Sáquenme de aquí rápido!” y Aquilino lo baja del techo. Mientras pasan por el túnel, Eduardo dice “¡Listo, abrí!” pero quienes quedaron en el techo con la manguera de los frenos la pasaron fulero.

A la salida del túnel, Manuel le dice a Gabriel “¡Ufff! Que bueno salir del túnel. Ya siento presión en los frenos”. Pero cuando Marcelo, Mariano, Juan y Valeria regresaron a los vagones, Mariano le dice a los demás “¡Descubrimos que alguien soltó la manguera de los frenos!”.

Cuando parecía que la cosa se había normalizado, Gilberto corta la luz del tren pero en un clavo sobresaliente enganchó el codo del saco y lo arrancó. Al advertir del corte de luz, empiezan a buscar las fallas. Mientras buscan las fallas del corte, Aquilino descubre que en un clavo había un trapo enganchado y lo saca. Pero por una endija los ve Gilberto y dice “Yo me largo de aquí”. Una vez solucionado el problema del corte, Aquilino dice “El dueño de esto fue quien provocó todos los problemas”. Andrés dice “¡Vamos a buscarlo! ¡Tendrá mucho que explicarnos!” y salen todos en patota a buscarlo en el tren. En la locomotora Manuel y Gabriel estaban tranquilos, justo llegan a la curva del esqueleto, Gabriel se asoma por la ventana y dice “¡Vaya Manuel! ¡Esa curva aún a pie, es peligrosa!”. En el tren empiezan a buscar a Gilberto “¡No creo que esté escondido por aquí!” dice Mario. “Solo queda un vagón ¡Ahí debe estar!” dice Enrique, Eduardo agrega “¡Lo atraparemos!”. Gilberto sabe que lo andan rastreando y dice “Aún tengo cosas que ajustarles a estos payasos” y se fuga para bajarse del tren. En la locomotora ven las cercanías de Miramar, Gabriel le pregunta a Manuel “Allá está Miramar ¿Cuánto falta para llegar?” y Manuel le contesta “Quince minutos”.

Después de más de quince minutos de viaje, el tren llega a Miramar. En la estación había una multitud de gente esperando el tren, que hubo de estacionar en la segunda vía “Llegamos Gaby” le dice Manuel a Gabriel y Gilberto escondido detrás del tender dice “Yo me bajo aquí”. Una vez que se baja Gilberto, dice “Me esconderé en los galpones hasta que salga el tren de vuelta a Mar del Plata” y mientras corre rumbo a los galpones dice con bronca “¡Después volveré para vengarme!”.

Juan abre la puerta del tercer furgón y vé que un alguien corre sin el codo del saco “¡Vean! ¡Ese tipo huye y le falta la codera!”, Eduardo grita “¡Es él! Y todos salen a atraparlo. En la carrera, Enrique grita “¡Alto saboteador!”, Eduardo y Aldo dicen “Espere, queremos decirle algo”, Juan dice “Rodéenlo” y Aquilino que se bajó desde otro vagón aparece montado a caballo, mientras va a galope grita “¡Del lazo, no escapa!” y corren todos a Gilberto. En un desvío Aquilino enlaza a Gilberto, los demás llegan y lo maniatan, le prueban la codera del saco y comprueban que efectivamente correspondía a su saco “¡Le queda perfecto! ¡Es él!” dice Eduardo.

En tanto, los demás aficionados bajaron del tren y a un costado estaban Manuel, Valeria, Gabriel y Andrés. Manuel dice “¡Vean! ¡Atraparon al bandido! Ahora sabremos quien fue”, Gabriel dice enojado “¡Eso no fue broma!”.

Mientras todos llevan a Gilberto maniatado, Juan dice “Eduardo y Aldo te vigilarán” y Aquilino le dice a Manuel “¡Mira Manuel! ¡Es el loco que casi derriba el tren!” mientras señala con el dedo a Gilberto. Manuel dice “Gilberto el Malo ¿por qué lo hiciste?”. Aquilino le contesta “Dice que nosotros estuvimos robando parte de la mercadería y que enviamos alimentos vencidos y en mal estado”. Gabriel mira a Valeria y a Andrés. “Pero son donaciones de la gente, nosotros no somos ninguna asociación de scouts ni nada por el estilo que nos vamos a afanar todo... no tenemos depósitos tan grandes para almacenar tanta mercadería” dice Valeria serenamente. “Este tipo nos odia, por eso hizo todo lo que hizo, pero ahora las va a pagar todas juntas” dice Andrés.

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