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domingo, 30 de diciembre de 2007

Café Ferroviario XVII: El humor acerado de Mardel II

Señoras y señores. Es cierto. Desde aquella vez que metí mano en la historia de hace unos varios cuantiosos pirulos pasados, hasta hoy, la realidad parece haber dado un giro inesperado. Pero esta vez pienso dar letra a mis patrones, me odian y tendrán que odiarme por varias generaciones más, pero no se olviden, mientras ustedes sigan haciendo las cosas como el carajo, aquí seguiré estando para molestarlos, porque acaso aunque ustedes me hayan tirado como chatarra inservible acá en Maldonado, eso no hace que pare de darles con un hacha, o por ahí es necesario que les parta la cabeza para ver que tienen dentro de ella.

Hace más de 10 pirulos, allá cuando el Turco dijo que “Ramal que para, ramal que cierra” decía que los trenes estaban dando demasiado dolores de cabeza, pero que cabecita y porqué no en plural y bruto, cabezas huecas, los que dijeron que si racionalizaban el asuntito ferroviario íbamos a estar mejor. Hoy 2004 aprendimos que desgraciadamente nos tragamos semejante sapo –demasiado amargo por cierto- porque en realidad estamos 10 veces peor que la época de FA.

Miremos el mapa. La mitad más uno de los trenes se reducen a la provincia de Buenos Aires, sobre todo en materia de larga distancia, dejando de lado el sector metropolitano. Por 1992/1993, desde que acá nosotras tuvimos uso de razón, los dirigentes dijeron que había que crear una empresa ferroviaria estatal, a nivel provincial. Todo pipí cucú. Y como se pensó, se ejecutó. Y así un buen día nosotros nos caímos del catre y nos desayunamos con que los trenes son UEPFP, esas cinco siglas que ninguno sabía de qué se trataba, a menos que en ese entonces se mirara la tapa del boleto, por el resto, no los conocía ni el loro. En fin, esas siglas se nos hicieron tan familiares tanto como su primitivo escudo de la provincia de BA con la bandera argentina y en la franja blanca las siglas en negro. Vagones y máquinas pasaron a portar ese mísero escudo. Y de a poco, las GT’s empezaron a ser conocidas por otra cosa: los apodos de ciudades y algún que otro personaje perdido por allí, pero esas cosas no interesan a nadie.

Bien, detrás de ese larguísimo nombre que esconden las cinco letras, por atrás se escondía el verdadero nombre: Ferrobaires, pero ese nombre empezó a sonar muchísimos años después, después cuando decidieron cambiar un poco la moda de los logos: entonces, había que diseñar uno más alegre y llamativo y se diseñó uno bastante bueno, cosa que destacara tanto el nombre como el apellido, que lo era Ferrobaires UEPFP, pues ya la gente no usaba más las siglas para llamarlos si era más fácil decir Ferrobaires y se acabó el partido. Volviendo a los logos, en verdad, se diseñó bastante bueno para reemplazar a ese aburrido logo primitivo y un rectángulo celeste y amarillo con letras blancas empezó a pegar demasiado bien en los vagones y locomotoras. Tan poco duró la belleza para concebir un nuevo logo pero diré que este es el más asqueroso que había visto desde los años que llevo adentro: un mugroso óvalo azul con la palabra Ferrobaires y unas líneas en blanco. Menos mal que todavía algunas de nosotras portamos el primitivo escudo, otras llevamos el rectángulo pero 7902 está más fea que nunca, pero peor era su vestido anterior, este nuevo es un poroto.

Los logos no era lo único en qué había que ponerse de acuerdo. También había que ponerse de acuerdo con el esquema. Primitivamente se gastaron millones de dólares (O Euros, que empieza a sonar fuerte) en litros de pintura solo para terminar con el mismo esquema que FA para larga distancia. Por lo menos, varios andamos tal cual. Pero otros debieron soportar la nueva concepción ideada solo por Ferrobaires: el famoso esquema cultural, un mural lleno de dibujos aplicado a los vagones pero creo que quedan de lo más horroroso, la verdad es que Tután Kamon se vería más natural.

Así como hace tantos años llegó Ferrobaires, con el correr del tiempo, se hizo tan célebre no por lo bueno que haya hecho, sino por lo que deshizo. Antes uno tenía una selecta variedad de destinos a los cuales viajar pero gracias a las políticas anti-ferroviarias lograron hacer que solo quede una minoría de destinos para viajar. Ese destino corrieron Cuenca, Quequén, Santa Rosa y General Pico. El resto sobreviven pero no en mejores condiciones. Cada uno tiene una Biblia, un calefón y un biberón de los ramales, mucho fue lo que se ocuparon de abandonarlos y reventarlos que repararlos. Incorporar nuevos destinos de viaje fue lo que menos hizo, y si lo hizo, fue porque le rompieron suficientemente las pelotas para que lo hiciera.

También se ha hecho célebre por lo que deshizo en materia tractiva. Mirando su prontuario de locomotoras, heredó una buena cantidad pero si en la columna de estado dicen Radiadas, es porque se nota que todavía no hay ningún monedero generoso para comprar repuestos y volver al servicio. Pero eso sí, como las locomotoras livianas están todas tiradas por cualquier parte al alcance de alguna ligera mano, solo han quedado las locomotoras pesadas y hasta ahí nomás, porque varias descansan en Maldonado a la espera de algunos billetitos para repuestos, pero bueno, todos joden con la crisis económica. Si a eso le sumamos que con ellas se descubrió el método perfecto para reventar más todavía los ramales, vamos bárbaro. Y después dicen que 100 años en la vida no son nada.

¿Qué esperar de Ferrobaires? De la gente la ira, la bronca y todas las críticas. Yo sé algo. Sé que se viene la licitación, sé que dentro de un tiempo puede que pasen dos cosas: 1) que sea para mejor y 2) que sea peor el remedio que la enfermedad. Pero bueno, no me importa, yo aquí estoy, arrumbada en Maldonado como chatarra inservible, que he de seguir esperando a que un día se acuerden y vengan por estos pagos... ¿O será que el sistema ferroviario está en terapia intensiva? Eso les aseguro que lo tenemos muy bien asumido, así que lo mejor es esperar a ver que pasa, total, para estos muchachos de Ferrobaires, ejem, perdón, Ferrobestias, la suerte está sellada.

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