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domingo, 30 de diciembre de 2007

Café Ferroviario XVI: Los pensamientos de Mecánico R. Karpik II

Me pongo a pensar si desde cuando hice públicos mis pensamientos hace unos meses atrás en si en mi país, Argentina, las cosas cambiaron en algo. Colegas míos me dicen que sí, pero con la diferencia que la mayoría para mal, porque para bien, no se nota en absoluto.

¿Nuestros trenes siguen en el arcaísmo? Por el momento, sí. De era cambiaremos creo que dentro de unos cuantos millones de años. Por ahora no hemos descubierto ningún método para arreglar en menor tiempo posible los ramales, pero sí se ha descubierto uno para destruirlos tan pronto como le sea posible: una GT y se acabó el asunto. No hay que hacerse problema, si nuestras vías están rotas, que se rompan un poquito más no les va a hacer nada, que se arregle el que sigue. Me parece que esta teoría del “me tiro la pelota” la tenemos demasiado bien asumida, está incorporada a nosotros.

¿Empleados? Creo que tal vez Pedro Picapiedra y Pablo Mármol tienen mejor atención que quienes fueron designados para la atención al público. Digamos que su trato es bien detestable (Y si detestamos a ciertas personas, vamos bien) que encontrar uno cuya atención sea amable uno se queda dudando y trata de encontrarlo dos veces. O nos pasa que nuestro personal ferroviario está demasiado avejentado, alguno más inteligente diría “está el PAMI instalado allí”. Peor sería que dijeran que la grandísima mayoría de los empleados son de geriátrico. ¿No será hora de hacer un poco de limpieza ferroviaria?

En el Diccionario de la Real Academia Española la palabra Locomotora es un sustantivo femenino. Con números, claro. Apodos hasta ahí. ¿Trato? Y que buen tema diría Pacotillo. Las tratan por lo que son, locomotoras, pero en la mayoría de las veces su trato es “bestia”, porque ni siquiera saben que alguna vez necesitan una limpieza facial fierrera y si se rompen o se funden, las tiramos por ahí para que no estorben. ¿Qué sería si hablaran? ¿Para qué queremos que hablen? No es necesario, son la prueba del delito de que el estado de las locomotoras es de “terapia intensiva”. ¿Arreglos? Cuando de algún generoso monedero se compran repuestos y otra vez a trabajar. ¿La última pasada será el soplete?

Montoto e Iglesias hacen una buena pareja. Es que por una vez se acordaron de que había que ponerse las pilas y revisar los galpones de Retiro. ¿De dónde cayeron los verdes? Que buena pregunta... mejor obviarla. Lo importante es que las muchachas enjauladas volvieron a los rieles, pero por desgracia, estamos en emergencia nacional.

Los pasajeros ¿son humanos o animales? Últimamente tengo la sensación de que para cierta gente son animales, pero en vagones de pasajeros, porque hasta los trenes de larga distancia se pueden convertir en “trenes de hacienda” donde los pasajeros viajan como ganado. Si en la línea San Martín viajan colgados y hasta alguno por ahí, en el techo, en los de larga lo último que faltaría es colgarse a viajar en los techos, en los estribos y en la locomotora. ¿Quejas? Bien, gracias, todos nos lavamos las manos y así va la cosa. ¿Alguna vez la CNRT se acordará de cuales son las funciones que debe cumplir? Creo que hay que recordárselas, pero por el momento recomiendo internarse en un convento y hacer votos de silencio hasta esperar una solución.

¿Entienden ahora que lejos de avanzar retrocedemos cada día más? Y después decimos que la culpa de todo la tiene Anne Kruegger y el maldito FMI. No hay dudas, volvamos al arcaísmo puro porque este cuento lo tenemos muy bien domado.

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