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lunes, 16 de junio de 2008

Cuentos de Alcoba 2007 XV: Dos chicos ¡Qué chicos!

La línea San Martín, en especial, a lo que hace a los servicios de larga distancia, últimamente se ha especializado en una cosa particular: la de convertirse en el receptáculo de ferroviarios cesanteados por otras empresas. Tal es el caso de Aldo Lemos, que viniera de Metrovías y, después, Mateo Leronés, y su cesantía de Ferrovías.

Una de las recientes incorporaciones, Aldo Lemos, tiene una particular característica: su condición homosexual. Pero él no sería el único, ya que en la empresa, existe otra persona con su idéntica condición, pero muy diferentes entre sí. Más allá de las diferencias, ninguno de los compañeros lo soporta.

En el hall central de la estación de Retiro se encuentran Fabio Camargo y Mateo. Caminan hasta el sector de boleterías.

Mateo.- Tengo unas ganas de ir al baño... vos que hace años estás acá ¿sabés si en las oficinas hay baños de empleados?

Fabio.- Sí, en aquella puerta clarita es el baño de hombres (le señala la puerta del baño).

Mateo camina hacia el baño, empuja la puerta y ve la suciedad en extremo que hay, el papel higiénico dentro del inodoro, y otras suciedades imposibles de ser descriptas. Sale de inmediato y se dirige hacia Fabio.- Fabio... ¿pisaste el baño de acá hoy? ¿dónde está el chico de limpieza?

Fabio.- ¿De dónde voy a ir al baño en el día de hoy si recién acabamos de venir de Junín? ¿Por qué?

Mateo.- Te invito por favor que vayas porque lo que he visto... quiero pensar que son terriblemente mugrientos...

Fabio.- ¿Cómo?

Mateo.- Sí, vé y verás que lo que digo no es ninguna macana...

Fabio se queda pensativo.- Tal vez porque veníamos de la noche, pero como nunca vengo a este baño de acá... Andá al baño que yo traigo dos cortados para el desayuno.

Mateo sale hacia el baño del hall y Fabio va a la máquina de café y saca dos cortados. Los trae hacia la mesa y saca de su bolso una cajita con una porción de torta. Regresa Mateo.

Fabio.- Acá está el cortado...

Mateo.- ¿Cuánto es?

Fabio.- Sesenta centavos.

Justo llega Mauricio, uno de los boleteros. Se anuncia a todo trapo.- Buen día (Con voz muy afeminada).

Fabio y Mateo.- Buen día...

Mateo.- ¿Y este mamotreto?

Fabio.- Hace un tiempo largo que está en boletería... creo que es el descarte de Lacroze.

Mateo.- Si... pero él es muy... ararado...

Fabio (Hace una mueca con la cara).- ¿Raro? ¿En qué te hace pensar que es raro?

Mateo.- Tiene voz muy afeminada... o sea, tú y yo tenemos voces de chabones corrientes y este es como que... se le agudo demasiado.

Fabio.- A menos que desee ir al Coro Kennedy... iría de películas con los agudos...

Mateo.- No seas bestia Fabio. Ese tipo tiene una seria alteración pero en lo que hace a caracteres sexuales masculinos.

Fabio.- A menos que...

Mateo.- Sí boludo! No puedo creer que vos estando desde hace mayor tiempo acá y no te hayas dado cuenta de este careta...

Fabio.- Bueno, yo no piso mucho por aquí. Tampoco lo trato demasiado. A propósito... ¿sabes dónde tienes tu birome?

Mateo.- La olvidé en la máquina, pero en esta oficina tiene que haber (Se levanta y va hasta la ventanilla de donde saca una birome del lapicero. Se halla Mauricio atendiendo la boletería. Mateo ve que el capuchón está mordido y tiene roña en la punta) Mauricio... ¿por qué está birome está así? ¿sabes el motivo?

Mauricio.- No sé... pero escribe igual ¿eh?

Mateo.- Pero a mí esta birome en estas condiciones me da cierta asquerosidad... ni loco la uso...

Mauricio (del otro lado de la ventanilla hay un señor adquiriendo un pasaje).- Ay! Sos un delicado de las cosas... no jodas.

Mateo (deja la birome arriba de la computadora y sale hacia donde está Fabio).- Fabio... este Mauricio, no me lo quita nadie de la cabeza: es algo afeminado.

Fabio.- ¿Y la birome?

Mateo.- Fabio, quiero creer que los boleteros son unos cochinos que se comen las biromes y se limpian no sé, la cera de las orejas...

Fabio.- Sos detalles...

Mateo.- ¡Boludo! ¡Eso sí me da más asco! ¡Que usen las biromes para ese tipo de cosas! Sería como si usara la birome para limpiarme el ombligo...voy a buscar una birome (sale de la oficina y se va a la boletería de la LSM) Valaco ¿tienes una birome de descarte?

Valaco (de adentro de la boletería).- Toma una de recuerdo de la LSM (se la pasa por abajo del vidrio).

Mateo regresa a la oficina de la Unidad.- Fabio, ya conseguí birome, recuerdos de la LSM...

Fabio.- Sos un manga...

Mauricio (grita desde la boletería).- ¡Una birome muchachos!

Mateo.- ¡Comprala en la librería!

Mauricio.- ¡Qué gracioso! (Se mete la parte del capuchón en el oído).

Mateo.- ¡Y encima sos un asqueroso! ¡Te estás metiéndote la lapicera en la oreja maricón cochino!

Otro en notar las cualidades raras de compañero fue Aldo Lemos.

Aldo.- Mauricio, ¿sabes dónde están los papeles?

Mauricio.- Ay mi amor, tu sabes dónde debes buscarlos (con su voz afeminada).

Aldo.- Gracias corazón de melón (abre un cajón contiguo y revuelve unos papeles).

Mauricio atiende a una persona del otro lado de la ventanilla.- ¿Destino?

La persona pide un pasaje con destino a Junín.

Mauricio.- Mi amor, para el día de hoy será imposible un pasaje a ese destino porque hay servicio corto...

Aldo escucha la excusa burda que Mauricio le da al pasajero.- Mauricio ¿no tienes una excusa más idiota por dar?

Mauricio.- ¿Y tú sabes del servicio recortado?

Aldo.- Sí, recortado a La Picasa... no me hagas reír que noventa kilómetros después de Junín nos caemos con el tren al agua...

Mauricio.- Estoy hablando de Junín...

Aldo.- Y yo estoy contestándote que por acá la cosa anda muy normal...

Mauricio.- ¿Y quién maneja la computadora?

Aldo.- Vos manejas la computadora pero yo acabé de venir de Junín... no me hagas creer en los Reyes Magos. ¡Ah! Otra: dejá de comerte las biromes porque después cuando venimos los maquinistas a buscar alguna nos da asco verlas en ese estado, pero no te preocupes, ya me pasaron el dato de que tú te las comes, las mordisqueas y te limpias las orejas. Había una birome de la LSM ¿Dónde está?

Mauricio (se la muestra).- Acá Lemos...

Aldo (ve que está mordisqueada).- ¡También mordisqueaste la de la LSM! ¡Sos de lo peor Mauricio! Dejate de jorobar la existencia terrena (se va).

Mauricio.- Ay! Que delicado sos Lemos...

Mateo, Fabio y Aldo se juntan para conversar en la casilla de maquinistas. Fabio y Mateo toman mate. Llega Aldo.- Muchachos...

Mateo.- ¿Pudiste llamar?

Aldo.- ¿Llamar? (suspira)

Fabio.- Dijiste que ibas a ringtonear...

Aldo.- Con ese Mauricio ahí dando vueltas (da un sorbo al mate) es imposible llamar...

Mateo.- Ah, hasta es chusma ¿qué más le queda a este cristiano?

Fabio.- Confesar su condición (ceba el mate).

Aldo.- Chicos, no sean tan crueles, pero les voy a decir algo: ustedes dos saben que yo también soy igual de homosexual...

Mateo.- Pero tu caso es distinto, pasas desapercibido total...

Aldo.- Fantástico. Pero el cristiano aquel como dices Mateo, yo lo respeto por su condición sexual, por lo que no lo aguanto es por lo pésimo compañero que es.

Mateo.- Eso sí, que gran certeza. Mira, los otros días quería ir al baño y Fabio me mandó al baño de la oficina de los empleados. No te das una idea la roña que era, era de tal forma que terminé garpando 25 centavos al de afuera, estaba más limpio. Deben de estar diciendo que somos unos roñosos de porquería...

Fabio.- ¿Y las biromes? Se te olvidó esa...

Aldo.- Lo del baño pero... ¿cómo es eso de las biromes?

Mateo.- El muy hijo de su güena mandarina ¿sabés qué hace? Caza las biromes que hay en la oficina, cuando necesitas una, por un motivo zeta que sea, se come los capuchones y se las mete en las orejas para limpiárselas. Están todas mordisqueadas y llenas de cera de los oídos. Me dio tanto asco que yo agarré y me fui a ver a mis vecinos de la LSM y conseguí una, la uso y la dejo para una próxima, no sé porque voy a buscarla otra vez y estaba toda mordisqueada y me dio tanto asco... ya no sé qué hacer. La próxima me voy a traer mis biromes de mi casa pero me las regreso conmigo mismo...

Aldo.- Lo de las biromes me lo paso por el traste pero lo del baño ya supera todos los límites... pero noté una actitud medio antisocial. Los otros días le estaba haciendo el verso a un pasajero con un servicio recortado...

Fabio.- ¿Servicio recortado?

Aldo.- Yo le dije que sí, pero recortado porque 90 kilómetros después de Junín nos caemos con el tren al agua...

Fabio.- Pi, pi... (con el mate en la mano).

Mateo.- No es de extrañarse con este sujeto...

Fabio.- Muchachos, este amigote, si así gustan llamarlo, antes de ir a parar a la boletería, era chancho en el Sarmiento, luego lo enviaron a Lacroze y ahora es el descarte...

Mateo.- Fantástico. Que sea lo que sea, pero lo que nosotros no soportamos den él es lo pésimo compañero que es, chupamedias al mango, mugriento...

Fabio.- Hace varios días un pasajero se quedó mirándolo como diciendo que chico raro pero por cuatro...

Los tres se miran. Fabio.- ¿No tendrá alguna experiencia en culeadas?

Aldo.- Yo no le voy a pedir que se baje los pantalones para saberlo...

Mateo.- Aldo, no sientas vergüenza de lo que eres, vos, sos un santo, el otro, es una m...

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