Nota: Toda semejanza con la realidad es pura casualidad
Era un día tormentoso. El cielo se caía a pedazos de lo negro que estaba.
En casi todos los andenes de Retiro Belgrano, los trenes de Ferrovías llevaban y traían pasajeros de diversos puntos de la zona norte.
En el andén 3, un tren de esa misma empresa, esperaba para partir, no con destino a Villa Rosa, sino... un destino incierto.
“Tren de las 16.29 con destino a... se encuentra en horario de partida” – fue lo que dijo el altoparlante. Después de eso, la bocina de la G-22 sonó y sus motores aceleraron para llevarse esos tres vagones con un destino incierto.
Y yo estaba en ese tren. De chusma, o qué, supe que el guardatren era de Pilar y el maquinista de Villa Rosa. Pero otra cosa sé que en ese destino incierto solo es una pobre estación y punto, porque gracias que Ferrovías mande un tren y démonos por satisfechos, al menos vamos y venimos dos veces por día...
La zona local ya es como una eterna figurita repetida. Pero contemos que también tiene algunas paradas. En la primera, Aristóbulo del Valle, junto mucha gente. Y sigamos viaje a Boulogne Sur Mer. Allí levantó otro tanto.
El tercero es Grand Bourg para finalizar en Villa Rosa, luego de ahí en adelante, según el itinerario, para en todas.
Eran las 23.30 cuando el tren llegó a ese destino ignorado. El tren se fue a hacer la maniobra pero parece que había una medida gremial, paro, no sé, porque se estacionó para dormir.
***
Este destino incierto sé que es dentro del territorio bonaerense, hay mucho campitos, callejuelas de tierra y somos unas 12 manzanas, creo, con una laguna. De la ruta estamos a tres años, yo hace tiempo que me instalé, aunque el trabajo acá es lo que se pichulea, nadie viene a meterse en este agujero, a menos que seas el afortunado de venir ya con trabajo.
En este pueblito no hay un miserable ferroviario. Solo una estación muda. Gracias todavía que tenemos contacto con Retiro...
Pero me encanta este lugar... es mágico, salido de un cuento de hadas, ranchitos, casitas de ensueños... lo amo.
***
Se usa mucho que las muchachas sean algo reacias y que los hombres sean algo rudos, no se los debe culpar, para nada.
Todos coquetean con todos, pero quien es nuevo aquí, inmediatamente es identificado.
¡Y no se dan una idea de cómo cuentan las correrías!
Pues yo sé de la correría de este amigo de Ferrovías que... pa´ qué les vi´a contar...
***
Mateo es ese chico flaquito, alto, con sus años encima, pero por sobre todas las cosas, según el popular “El chico que conduce”.
Hace tiempo sabía que él vivía en Villa Rosa, luego supe que no le simpatizaba para nada venir a este paraje desolado. Según dijeron las malas lenguas que era por “motivos personales”.
Siempre he tratado de acercarme a él pero él es como que... me esquivaba, o me hacía el típico no sabe, no contesta, cosas así. Al final acabé en la conclusión de que era uraño y antisocial.
¿Pero quién dijo que esa medida de fuerza gremial lo obligaría a pasar un lapso de tiempo en este paraje? Eso sí que estuvo buenísima...
Yo estaba bajo una planta, en la pulpería, cuando apareció él y entró. El chabón que sirve las bebidas en el mostrador le dio creo un trago, porque me parece que era algo parecido que pidió. Luego vino hasta afuera:
“Se va a agarrar una curda de la puta madre...”
“¿Quién?”
“El chico que anda en la locomotora”
“¿Qué está tomando?”
“Una margarita”
“¿Qué tono te puso?”
“Uraño y antisocial”
“Es un pelotudo... y va a andar en pedo, lo van a rajar de la empresa”
Fuimos los dos a solicitarle que se dejara de joder con la bebida, pero llegamos tarde. Ya la curda se le notaba en los ojos, y hasta se puso algo agresivo hacia nosotros. Por suerte, pasó el milico que le dio un estate quieto y lo logró poner en vereda.
Esa semana, la borrachera del chico de la locomotora andaba en boca de quien quisiera oírla.
A la semana siguiente, he vuelto a ver a Mateo. Contra todos los pronósticos, él se bajó de arriba para hacerme unas preguntas:
“Señorita” – dijo.
“Tu dirás”
“He sabido que acá hubo unos comentarios...”
“Tales cómo...”
“¿Quién se puso en pedo hablado en criollo?”
“Usted Mateo. Usted solito...”
“¿Y usted cómo lo sabe?”
“Muy sencillo: yo estaba bajo la planta ese día. En los pueblos, ciertas cosas son de peligro, nos conocemos todos con todos. También nos agredió, vino el policía a ponerlo en vereda”.
“¿Yo hice eso?”
“Sí ¿Te da vergüenza...? ya pasó”
“Disculpe el mal trago... no lo haré más” – fue lo último que dijo y se fue raudamente.
A mí ni me iba, ni me venía...
***
“¿Por qué siempre huye de mí?” – le solté un día que estabamos en la cantina.
Recuerdo que estaba bebiendo.
Apoyó con cierta fuerza el vaso sobre la mesa. Y me contestó no con buenos modos “¿Y usted qué anda molestando acá?”.
Lo miraba pasmada. Él estaba borracho. Al menos era la segunda borrachera que le conocía. Parece que ni San Mateo, que está en el cielo, se acordaba del que estaba en Tierra.
Esta vez, hizo algunas cosas medio morbosas. Y no hubo más remedio que llamar a la policía. Así fue como termino unas horas en el puesto de vigilancia.
Parece que esto llegó a oídos de la empresa, supe días después. No venía y no venía. Muy sencillo: lo habían rajado.
***
Diré que un día me apersoné en la oficina de Ferrovías y logré mediar muy pacíficamente para que Mateo volviera. Pero él piensa que fue algún delegado del gremio el que lo hizo reincorporarse, hasta que le dijeron que había sido un civil común.
Sí, fui yo. Pero ya ni lo esperaba, porque conocía sus actitudes urañas y poco sociables. Aunque me sorprendió una noche, cuando llamó a mi puerta, y me pidió un lugarcito para pasar la noche.
De veras que llovía a cántaros. En este paraje, no se acostumbra a negar la cama a alguien, así que le dí un corto hospedaje. Pero antes de dormir, intercambiamos algunas palabras:
“He sabido que mis escándalos en este paraje hicieron que me sacaran de la empresa”
“Tanto no sé...”
“Siempre crei que fueron los delegados gremiales los que mediaron mi reincorporación, hasta que la empresa me dijo que había sido un civil”
“¿Le dijeron quién?”
“Dieron una descripción, pero ahora que recuerdo, por esa descripción, a usted le debo mucho más que las gracias... todo”
***
De ese último encuentro, recuerdo que lo acompañé a tomar servicio. Él se marchó con el tren rumbo a Retiro para... nunca más regresar.
Y yo aquí sentada en el andén sigo esperando ese tren... y a don Mateo.
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