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lunes, 10 de agosto de 2009

Café Ferroviario II: Viaje a Carhué de dos pitadas…

Florio estaba pitando en la estación de Puente Alsina cuando pasó como una ráfaga por el solitario andén Guillermo Macalopu.

No había ningún tren en ese momento en la estación. En realidad, los servicios estaban suspendidos provisoriamente. Hacía unos tres días que no venían trenes por falta de máquinas.

Mientras, para matar el tiempo, o quemar la salud, mejor quedaría dicho, Florio hacía tiempo había caído en el vicio maligno de la pitada. La “pitada” así le decía él al consumo de drogas. Su preferida era el paco, para la desgracia de todos.

Nunca se podía adivinar el estado de ánimo de Florio: para él, la droga lo mandaba en dos pitadas de viaje a Carhué. Solo le faltaba robar una máquina con un par de vagones, estaba hecho.

La trampa que ideo para tomar el rehén fue sencilla: esperó a que pasara por delante suyo Macalopu, cosa que así fue. Le pregunta la hora “¿Qué hora es señor?”

Macalopu se detiene inocentemente, mira el reloj y le dice que son las 17.55.

“¿17.55? ¿Solo las 17.55? ¿Sabe que pasaba a las 17.55?” – preguntó Florio.

“No sé ni me interesa en absoluto…” – fue lo que le contestó Macalopu.

Rápido como un rayo, así fue como terminó su último pitazo, con una navaja en mano, lo tomó por el cuello amenazándolo con matarlo “Son las 17.55 y yo sé que como no te importa un soberano bledo este horario, yo te voy a enseñar a que esta hora te va a importar de aquí hasta el resto de tus mugrosos días”.

Macalopu no sabía cómo reaccionar.

“Vos vas a ser la primer excusa. Tenés un lindo trajecito – le tironea la manga de la camisa – bonito, por cierto, pero no menos choto que los trajes de hace más de 30 años atrás”.

“Por Dios que este cristiano está loco………….” – dijo Macalopu.

“Sugerencia muy grata: silencio y chito que ahorita vas a hacer lo que te diga, total, su laburo en esta empresa no vale ni dos pesos moneda nacional……. No menos tu vida”

Lo llevó a los empellones y en un banco bajo el andén cubierto lo sentó “¿Cuándo viene el tren acá?” – preguntó algo alterado.

“No lo sé…” – contestó con la mirada hacia el piso. Tenía ganas de llorar.

“¿¡Cómo que no sabes cuándo va a venir el próximo tren maldito conductor del siglo XXI!?” – se siguió alterando.

Los ojos de Macalopu estaban vidriosos. Ya no sabía qué desear.

“¿Por tu asquerosa culpa dejaste pasar el tren de las 17.55? ¡Eso es gravísimo!” – le gritó Florio y le dio un fuerte palmazo en el cachete de Macalopu. Esta vez sí que no pudo contener las lágrimas. Solo llorar en silencio. Rehén de un drogadicto… tal vez.

El día terminó y ellos siguieron en el andén. Macalopu solo pensó en su mujer y sus nenas. Y lloraba en silencio………….

A las 4.21 vino un tren vacío hasta la estación Alsina.

“¿Ves ese tren? ¿lo ves?”

Macalopu contestó afirmativamente con la cabeza.

“La máquina es un espanto – en realidad, no es que la máquina fuera un espanto, sino que estaba estacionada una Henschell con el esquema LBS – que no te lleva ni a dos metros a la redonda, es lo que ahora vamos a tomar cuando acaben de dar vuelta este tren”

“No podemos… me castigarían por robar un tren”

“Y yo te castigaría enviándote con el de arriba si no haces lo que te digo. Acá el que manda soy yo y sin comentarios”

Esperaron a que hicieran la maniobra con la máquina y cuando estuvo enganchada a los vagones, Macalopu fue llevado a los empellones hasta la cabina. Subió con miedo, pensando que había alguien, pero no había nadie.

“No hay nadie, tienes suerte” – le dijo Macalopu con miedo.

“Estamos de suerte, ahora conduce”

“¿Qué?”

“Conduce”

“No puedo”

“Si puedes… y si no lo haces, con tu sangre serán teñidos los rieles”

“Maldito miserable”.

Florio sacó de su bolsillo la hoja de ruta “Pues bien, léela bien y que se te grabe perfectamente”

Macalopu toma la hoja de ruta y lee:

CARHUÉ.

J. V. CILLEY.

ROLITO.

SATURNO.

SAN FERMÍN.

CASBAS.

EDUARDO CASEY.

ANDANT.

CORONEL M. FREYRE.

ENRIQUE LAVALLE.

CORACEROS.

HENDERSON.

MARÍA LUCILA.

HERRERA VEGA.

HORTENSIA.

ORDOQUI.

CORBETT.

SANTOS UNZUÉ.

MOREA.

ORTIZ DE ROSAS.

ARAUJO.

BAUDRIX.

EMITA.

INDACOCHEA.

LA RICA.

SAN SEBASTIÁN.

J.J. ALMEYRA.

INGENIERO WILLIAMS.

GONZÁLEZ RISOS.

PARADA KM 79.

ENRIQUE FYNN.

PLOMER.

KM. 55.

ELÍAS ROMERO.

KM. 38.

MARINOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO.

LIBERTAD.

MERLO GÓMEZ.

RAFAEL CASTILLO.

ISIDRO CASANOVA.

JUSTO VILLEGAS.

JOSÉ INGENIEROS.

MARÍA SÁNCHEZ DE MENDEVILLE.

ALDO BONZI.

KM 12.

LA SALADA.

INGENIERO BUDGE.

VILLA FIORITO.

VILLA CARAZA.

VILLA DIAMANTE.

PUENTE ALSINA.

INTERCAMBIO MIDLAND.

“Pero esto es en el sentido descendente y… además, ¿dónde le parece que vamos más allá de Marinos del Crucero?”

“Un comentario más y cagas la fruta ¿entendiste?” – amenazó Florio.

Enojado, angustiado, dolorido, no menos humillado, Macalopu puso en marcha a Henschell. Al advertir el personal que el tren se iba, llamaban por la radio. En la cabina, Macalopu estaba tentado de atenderla, tal vez podría decir la verdad de lo que le estaba sucediendo… o bien hacer caso de un loco desquiciado por tal de seguir con vida.

“¿¡Qué carajo pretenden estos idiotas rompiendo las pelotas con la radio!?”

“Yo se lo dije señor… me pusiste en un grave aprieto sin salida” – contesto Macalopu.

“¡Pues conduce!” – gritó enojadísimo Florio.

Macalopu estaba ahí, sentado, manejando un tren con destino a no sabía donde. No dejaba de pensar en pedir auxilio, cómo podría hacerlo… eran muchas las cosas que se le cruzaban por su cabeza pero no sabía por cual decidirse…

Al llegar a Marinos del Crucero, Macalopu no quiso seguir viaje. Pero debió hacerlo a punta de pistola…

Donde la realidad indica la inexistencia de las vías porque han sido levantadas, el tren se transforma en un bólido que llega a Carhué de la primer pitada que dio Florio.

“¿Vio? Ya estamos en Carhué” – le dijo Florio, algo más sereno.

Macalopu salio de la cabina algo aterrado, para su sorpresa, sí, estaba en Carhué. Bastante lejos de su lugar de residencia.

“¿Vé a Carhué? Si estuviera, usted mismo podría venir acá con su familia a disfrutar de un fin de semana… un abuelo de las aguas termales… los niños a conocer el campo” – le decía Florio mientras seguía pitando.

Macalopu se sintió algo más relajado.

“Muchos de los que habitan estas estaciones podrían sacar su producción a las grandes urbes pero ahora usted ve esto – dice Florio mientras alza la vista hacia el cielo diáfano – mucho de esto son pueblos fantasmas… les reventaron la ilusión y las ganas de soñar con los rieles. Para que no crea que soy tan maldito, venga que lo llevo a darse un baño en las aguas termales”.

Florio llevó a Macalopu a bañarse en las aguas termales.

“¿Vé la majestuosidad de esto? Agua salada, bien saladita. Un clima templado, más de tipo continental. El frío y el calor se sienten y los cambios en las temperaturas son muy notorios… la noche no es el día. Disfrútelo” – le comentó.

Macalopu trató de relajarse en la fuente de aguas termales. Luego pedirá “Disculpe… ¿no podría devolverme a Puente Alsina?”

“¿Qué no le ha gustado de esto?”

“Usted. Su modo asqueroso de traerme hasta acá. Con mi familia iré a cualquier parte, menos acá. No me ha gustado en absoluto”

Florio devolvió a Macalopu a Puente Alsina de la última pitada. Al bajar allí, estaba la policía esperando llevar preso a Florio “Por lo menos tenga la delicadeza de pensar que usted hizo un viaje a Carhué de dos pitadas”.

“No se preocupe, que con sus dos pitadas, me rajo a mi casa con mi familia”.

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