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lunes, 10 de agosto de 2009

Café Ferroviario II: La caída del Bunker Ferroviario

No es fantasía. Es una realidad!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Lunes 11 de mayo del 2009. A lo largo y a lo ancho del país, los trenes están convulsionados: las cargas ya casi poco se mueven, las pocas que lo hacen lo hacen infringiendo la ley, tal es el caso de Nuevo Central Argentino cuando lo pescaron llevando carga tipo contrabando, simplemente unos maníes multiplicado en cinco vagones.

“Señores, detengan la formación!” – ordenó el agente de ARBA en Zárate con la mano en alto.

En la cabina de la GR-12, el socio le pregunta al maquinista “Disculpe… ¿qué andará haciendo esta gente por acá?”

“No te das cuenta pelotudo que son los de ARBA! Y para colmo de males, los pelotudos de la empresa metieron en veintiocho vagones cinco de contrabando!” – exclamó el conductor.

“¿¡Contrabando!? ¿¡Qué te piensas que vamos de contrabando en el Gran Capitán!?”

“No. Porque esta vez sí que a los pelotudos de NCA se les pudrió el rancho…”

“¿Te sabes el Padrenuestro?”

“Mejor que eso, tendrían que haber pensado un poquito más antes de tomar esta vía”

Finalmente la formación es detenida en Zárate. Los agentes piden a la dotación la documentación del transporte:

“Señores, los papeles para avalar el transporte de cargas que llevan en el tren”

El socio se rascó la cabeza y le dice por lo bajo a su compañero “Ahora sí vamos a cagar fuego”

“¿Qué te calienta? Que se calienten ellos……….”

“¿Algún problema señores? Vamos a requisar la formación” – les dijo el agente de ARBA.

El maquinista, con la cabeza a gacha y meneándola a los costados, los llevó a revisar los vagones. Una vez finalizada la requisa, le dijeron “Mire, ¿usted sabe que lleva cinco vagones sin declarar?”

Haciéndose el que no sabía nada, le dice “No, ni idea”

Y el socio la embarra “Sí que sabía”

“¡Qué hacés pedazo de imbécil!!!!!” – se sacó el maquinista y se fue a las manos.

Vuelven a intervenir los agentes de ARBA “Señores, sea como sea, el tren va a quedar detenido y ustedes demorados”.

El maquinista, con los ojos grandotes, lo mira a su socio y le dice “¿Te sabes una ruta de escape de esta?”

“No, yo no, pero supongo que la empresa sabrá cómo sacarnos de este agujero”

No todo finaliza ahí. El panorama que se vive en Trenes de Buenos Aires no es el mejorcito. En una reunión de consorcios, se acordó que los trenes de doble piso pasarían a la historia.

“Señores: a partir de ahora ya no habrá más trenes de doble piso”

“Pero…. ¿y qué hacemos para descomprimir esta situación?”

“Muy simple: agregamos un vagón más a las largas formaciones”

“Serían diez ¿no?”

“Exacto. No sé si entrarán más tipos pero es una forma elegante de hacer un viaje confortable”

“Ah, si claro. Pero…”

“Siempre tú y tus peros….”

“Las estaciones ¿estarán preparadas para este convoy eléctrico?”

“¿Y por qué no? ¿cuál es el problema?”

“¿No lo ve? Mire si el pasaje tiene que bajar desde las alturas haciendo paracaidismo porque no hay andén”

“Le ponemos un colchón inflable y que se aterricen ahí. ¿Quién va a ser el idiota que va a invertir en alargar andenes si nuestro negocio, nuestro gran negociado pasa por nuestros queridos y amados bondis, los trenes que se pudran en el vigésimo infierno”

“¿Y las vías?”

“Nooooooooooooooooooooooooo ¿qué es eso? Naaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, ¿para qué? Cuando se hagan mierda, nos sacamos un peso de encima. ¿para qué arreglar vías si la Reina Cristina nos trae el Tren Bala? Ya el de Puerto Madero está más cerca de ser historia, dejemos que los linyeras hagan rancho ahí y en un tiempo más ya no pasarán ni las máquinas de Ferrobaires ni ninguno que se le parezca”

Y, a decir verdad, Ferrobaires nunca se supo si fue una empresa creada con el fin de servir socialmente con trenes a la provincia o si lo hicieron para llenarse los bolsillos. Porque sí supieron llenarla de ñoquis, testaferros… negocios, menos de ferroviarios. Bueno, que es un reducto, lo es. Y Roca los tiene bien roquizados, aunque éste esté bajo la tumba. Sí se sabe que todas las cosas se cocinan en un edificio vetusto: Hornos 11. Cuentan los mismos ferroviarios, que se puede llegar hasta el cuarto piso, el quinto, desaparézcanse. Abunda de todo, menos algo de utilidad. Revolviendo trastos viejos, archivos en desuso, es posible adulterar cualquier cosa. La que sea. Y desaparecer inventarios. Porque es un agujero negro, tan grande como los existentes en el espacio.

“Disculpe – se dirigió el mecánico al administrador – Necesitamos una partida presupuestaria para comprar repuestos. Es que tenemos tantas máquinas rotas que se nos hace imposible hacer frente con las que tenemos en funcionamiento. Ya se acabaron los repuestos”

El administrador, con los dedos temblando, se quitó los lentes y los apoyó sobre el escritorio. Violentamente dio un puñetazo golpeando el escritorio y miró a la veintena de mecánicos que lo acompañaban “¿¡Qué mierda se han creído ustedes!? ¿¡Que son de la nobleza inglesa a los cuales siempre hay que estar dándoles plata y más plata!? ¿¡Ustedes no entendieron que no hay un peso partido al medio!? Ni uno. Nada. ¡La plata se necesita para cosas más importantes! ¡No es necesaria la plata para un puñado de repuestos para que arreglen las locomotoras inéptos mecánicos qué les pagamos un sueldo!”

“Administrador… nosotros tenemos toda la buena voluntad del mundo, la mejor formación en mecánica ferroviaria, pero ninguno de nosotros hacemos magia”

“¡Acá no se trata de que ustedes hagan magia o no! ¡Se trata de que ustedes no pueden reparar ni dos locomotoras en término! ¡Siempre mandan y mandan pilas y pilas de faxes pidiendo repuestos y más repuestos! Quiero que por una vez me expliquen cuándo van a terminar con esa de pedir repuestos manga de inútiles!”

Los mecánicos se miraron entre ellos.

“No somos sus soldaditos, somos mecánicos por si no recuerda esa palabra. Y le recordamos que si no fuera un poco por nosotros y otro poco por nuestros compañeros los trenes se vendrían en picada total”

“Explíqueme algo: ¿cuándo vas a terminar con esa reputísima costumbre de cuestionar todo lo que digo? ¿acaso ninguno de ustedes sabe quién manda aquí?”

“El Fiührer. No tendría que pronunciar esa palabra, pero creo que es lo más adecuado para usted”

Sacado el administrador, pidió que se retiraran todos y solo quedara el capataz.

“¡No quiero ver más faxes a granel que provengan de Maldonado pidiendo basuras y más basuras para el material tractivo! ¡Son pelotudos! ¿¡Deseas que te mande un buen capo que te re cague a trompadas por estúpido!?... ahora, mira, te doy esta pistola, te vas afuera y para quitarme un poco esta mufa que tengo, liquidá a los 19 mecánicos que vinieron contigo y luego cagate de un tiro”

El capataz pensó dos segundos.

“¿Qué piensa ahora? ¿Cómo piensa liquidarlos? Pégueles a cada uno un tiro en las bolas y listo”

“Por un tiro en las bolas nadie se muere administrador. Ahora si lo cago de un tiro así – el capataz apuntó al medio de la sien del administrador y gatilló – es factible que se cague muriendo… bueno, creo que hice comer un poquito de plomo”.

El capataz sale de la oficina del administrador.

“¿Llegó a una conclusión con este hombre?”

Dubitativo contestó “Si… si…. Si. Lo cagué de un tiro”

Y un guarda que paraba la oreja “¿A quién?”

“Al administrador. Un bulto menos”

A la pasada, en FEPSA los capos de la empresa se están tomando cianuro a granel. Eso explica la aparición de tantos cadáveres “Sostener este negocio ferroviario con tantos inútiles no tiene sentido alguno” y se comió un puñado de porotos envenenados.

“Se están suicidando todos los capos” – un ingeniero lo anunció a viva voz.

“Ya lo sabemos todos” – contestó un cuadrillero.

“Este se comió porotos envenenados”

“Era hora… si los rieles los están vaciando masivamente”

“No quiero pensar que un futuro próximo no haya trenes ni siquiera para sostener nuestro laburo”

“A menos que desees darle de beber un poco de cloroformio al Patilludo”

Por el lado de Ferrosur, les cerraron las rutas por las canteras tandileras, nadie manda cargas por sus trenes y como están enterrados hasta la manija, deben los sueldos de todos los empleados, los directivos tomaron una decisión drástica:

“Señores ferroviarios. A partir de la fecha, la firma Ferrosur Roca se declara en bancarrota total. No hay movimientos de trenes, no nos confían las cargas, nadie transporta nada de nada. Pero no vamos a despedir a nuestros empleados dejándolos en el desamparo general, ustedes nos van a acompañar en este final fatídico: nos vamos a ir a comer yeso y el que se resista, no se preocupe, nos encargaremos de que coman plomo”

En la reunión ferroviaria en las sierras de Tandil, los ferroviarios gritaron pero acabaron allá: comiendo yeso. En una locura generalizada. No todas fueron pálidas: algunos quedaron para contar el cuento, todavía les están haciendo una desintoxicación.

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