De aquella vez que Pamela mató de un infarto al inspector Joaquín Nanni pasó algo así como tres o cuatro meses, no se sabe la fecha exacta. Se sabe que hasta ese momento, Pamela Nix estaba desaparecida en acción. Para la alegría y felicidad de los rieles.
Pero un buen día pasó por la estación Villa María una ráfaga…………
Bajo la sombra que daba en el anden Franco Uriona, simulando estar durmiendo la siesta, pero estaba relajado. Estaba con los ojos abiertos y, al escuchar el fuerte ruido a tacos, giró la cabeza hacia la izquierda y, vio a Pamela. Pero no puso reparos y siguió relajado.
Dos horas después, Franco fue a hacer sus maniobras respectivas con
Y Franco la siguió con la mirada, pero no se detuvo a pensar en nada.
Pamela, al llegar al anden cubierto, se dirigió a la oficina del jefe.
El socio ayudante de Franco, Francisco, la vio con el jefe. Por detrás se acerca el inspector Tavella – Ojo con esa piba – advirtió.
- ¿Por? – preguntó Francisco.
- Porque seguro que algo se trae entre manos -.
- Que traiga lo que quiera, mientras no me moleste……………-.
- No es que te moleste, no te va a molestar, es más, esta piba fue la que mató de un infarto al inspector Nanni -.
- ¿Nanni? Y hace tiempo que no lo veía y ahora me entero que está bajo la tumba……… bueno, de algo había que dejar el cuero -.
- Sí, claro. Pero esa piba por seducirlo lo mató de un infarto -.
- Gracias por jetear, ya le paso el chisme a mi compañero-.
Francisco va hasta la máquina estacionada, sube y en la cabina, cara a cara conversa con Franco.
- Franco… tengo un chusmerío por pasarte -.
- ¿Chusmerío? El mundo está rodeado de chusmas……….. – contestó Franco.
- No sé si viste una figurita pasar por esta misma playa… -.
- ¿Figurita? Una chica algo vistosa… -.
- De busto -.
- Y trasero -.
- La parte trasera no la ví………… solo ví por delante –
- Bueno, yo ví por detrás -.
- Está buena, después de todo……. -.
- Vos dale a esa mina y tu mujer te pone no solo los bolsos en la calle, sino que te da una patada en el culo que no paras hasta
- Cuestión de ignorar… -.
- Yendo al grano… -.
- Bueno, Tavella recién jeteó que esta mina que vimos pasar fue la que reventó a Nanni de un infarto -.
Los ojos de Franco se desorbitaron.
- ¿Cómo?... me parece que estoy sordo che… me voy a tener que hacer una audiometría urgente – dice Franco y se rasca un oído.
- No, no oíste mal. Esa mina vistosa, como dices, lo mando a la tumba -.
- Pobre muchacho… -.
- ¿Y qué mierda tenía que seducir? -.
- ¿No habrá sido que solita seducía sin quererlo? -.
- Yo me preguntaría si lo llevó al catre -.
- No sé, pero para eso debemos tirarle la lengua -.
- ¿Y quién se ocupa? -.
- Dejalo a papito Uriona… yo me encargo del sucio laburo -.
- ¿Qué plan se te ocurre al respecto? -.
- Y te dije que me dejes a mí, después te cuento como sigue esta historieta ¿entendiste? -.
- Si tu lo dices… -.
Mientras ellos conversaban en la máquina, Pamela estaba seduciendo al jefe tras cuatro paredes.
Mentalmente, Franco tenía el plan perfecto para hacer que Pamela pagara por todas las seducciones que hacía en los rieles: él mismo buscaría seducirla. Y no se privaría de nada. Para nada.
Una noche la espero en la estación. Hacía frío y mucho. Con paciencia espero que saliera de la oficina del jefe y la atajo – Disculpe…
Pamela, con su físico y sus ojazos, giro hacia Franco como marcándolo – Tú me dirás -.
- Hace poquitas horas llegué a esta ciudad y me gustaría dar un paseo por ella -.
- Dependiendo el apuro señor – Pamela se creyó la primer mentira de Uriona – evidentemente es muy nuevito acá en los rieles -.
- Ah, si. Hace como un mes y medio estoy trabajando y, me cuesta un poco adaptarme -.
Pamela se creyó la segunda mentira.
Y se llevó a Franco a dar vueltas por la ciudad. Obvio que ella no perdería ocasión de seducirlo, así que a la pasada por una de las avenidas, pararon en un hotel transitorio.
Una vez en la habitación, Pamela procedió con su misma metodología de siempre.
- Disculpe… todos los ferroviarios saben de esto… - pregunta Franco.
- Depende de cada uno, pero conociendo sus mentalidades, a la hora de la seducción, se dejan llevar por sus bajos instintos -.
A Franco le corrió un frío por el medio de su columna pero si quería darle la lección que se merecía, tenía que seguir prestándose al juego.
Pamela acarició a Franco como queriendo darle la mejor noche en un tour de visita en Villa María. En la cama se tendieron los dos, enroscados, a los besos apasionados el uno al otro… aprovecharon la ocasión para quitarse sus ropas cada uno.
- No pensé que fuésemos a estar así…
- Así sin nada, supongo ¿no? – le dice Pamela.
- Sí… -.
A decir verdad, los dos estaban muy excitados.
Nuevamente, a los besos apasionados y a las caricias, se dieron unas vueltas en la cama para finalmente hacer el amor sin prisas pero con pausas.
Esa noche pernoctaron en el hotel transitorio.
Al día siguiente, cada uno se despidió. Con la esperanza de volver a verse en algún momento. Franco sentía que de alguna forma tenía que Pamela tenía que terminar de mandar a los ferroviarios a la cama. Él esperaba que Pamela quedara embarazada pero…
…nada de eso ocurrió.
Un buen día, sin buscarlo, seis meses después, Franco encontró a Pamela sentada en un banco con la mirada hacia el piso. Estaba muy consumida. Se sentó a su lado – No creí que terminaras en esto -.
Pamela apenas alzo la cabeza y lo miró – Pues bien sabes que mentiste hasta el caracú – le dijo con una voz muy apagada.
- Sí, es cierto… -.
- Pero no me arrepiento de lo que hice -.
- Nadie te dice que debes arrepentirte. Tal vez algo no hiciste bien… -.
- Puede ser… -.
- Afirmaría. De lo contrario no estarías en ese estado -.
- Cierto. ¿Te puedo pedir una última voluntad? -.
Franco quedó helado – Usted me dirá -.
- Mira, no me dejes sola en este momento. No es mucho lo que pido. Son apenas unos días… -.
Dos días después Pamela se durmió para siempre. Franco nunca supo que enfermedad tenía ella. Solo se sabe que cremó su cuerpo y tiró las cenizas en un agujero que hizo en la playa de la estación Alta Córdoba.
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