Te lleva unos segundos firmar este petitorio

lunes, 10 de agosto de 2009

Café Ferroviario II: De cómo Gusmerotti aprendió a tolerar a los demás

- Disculpe Gramajo que vuelva a molestarlo nuevamente… - dijo Gusmerotti mientras entraba a las carreras a la casilla, un improvisado consultorio para terapia cuando urge la necesidad – Mire Gramajo, sé que soy molesto…

Estaba sentado y jugaba al sudoku del diario Clarín de hace ocho días atrás. Alcé la cabeza para decirle – Vamos Gusmerotti, distiéndete en el diván – le dije pausádamente mientras en una mesita a mi costado dejé el diario y la birome. Me acomodé y me dispuse una vez más a hacer terapia.

- ¿Por qué se autoconsidera molesto? – interrogué.

- Pues de la vez anterior que estuve con usted y que fui con mis compañeros, tuve la sensación de que era un estorbo.

- Cuando tuviste la reunión fuera del laburo…

- La tuve y me fue como el culo. No sé cómo no me rajaron.

- ¿Qué pasó?

- Nada, poco y nada conversaron. Mucho silencio. O contaban lo justo y necesario…

- ¿Le diste ánimo… onda?

- Intenté ser simpaticón…

- ¿Cómo “intenté ser simpaticón”?

- Ya sabes que no me caracterizo por ser simpático ni tolerable

- La primera vez conversamos el tema de la ira. Se supone que lo que haces acá es para bien tuyo y mejorar tú imagen delante de tus compañeros.

- ¿Y?

- ¿Cómo “Y”? mira, vamos a hacer algo, porque es evidente que tuviste un pésimo día acá así que acompáñeme… - lo llevó hasta la bolsa de boxeo, le puso los guantes - ¿Ves este saco? Bueno, te doy tan solo 10 minutos para que golpees esa bolsa ¿entendiste?

- ¿No puede ser la mitad de tiempo?

- Si dije 10 es porque ese tiempo es suficiente.

Gusmerotti empezó a golpear la bolsa mientras yo escuchaba los golpes, retomé el sudoku donde lo había dejado. Sé que Gusmerotti estaba realmente enojado por la furia de cada golpe que daba a la bolsa. Como la bronca seguía, miré el reloj y segundos antes de los 10 minutos le dije – Gusmerotti, te doy otros cinco -.

Y Gusmerotti siguió golpeando la bolsa hasta que le dio una patada tal que la misma se cayó al piso. Y le llamé la atención:

- Gusmerotti, eran golpes de puño no paratadas -.

Me contestó cansado - ¿Puedo descansar? -.

- Ven al diván – le sugerí.

Gusmerotti regresó al diván.

- Tuve un mal día con los tercos de los mecánicos… encima, un cuadrillero vino a romperme las pelotas pidiéndo el teléfono para hacer una llamada… sumado que me cuesta un Perú y medio tragar a los aspirantes… y los viejos lo único que hablan en los tiempos libres es de las minas…

- ¿Te parece grave que entre ellos comenten eso?

- Se me hace insoportable oírlos como si fuera único tema que tienen…

- Pero también miras mujeres…

- No.

- No niegues. Lo haces a escondidas de ellos.

Y los dos hicimos un rato de silencio.

- Mira, acá te doy un listadito de tareas que vas a realizar, una en cada semana: SEÑALERO, CUADRILLERO, BANDERILLERO, LIMPIEZA, MECÁNICO, AYUDANTE, MAQUINISTA

- ¿Todo esto? Qué bajón…

- No te quejes, después de todo, vas a aprender a tolerar a tus compañeros.

- ¿Y cuándo regreso?

- Cuando hayas terminado con esa lista.

No hay comentarios: