- Disculpe Gramajo que vuelva a molestarlo nuevamente… - dijo Gusmerotti mientras entraba a las carreras a la casilla, un improvisado consultorio para terapia cuando urge la necesidad – Mire Gramajo, sé que soy molesto…
Estaba sentado y jugaba al sudoku del diario Clarín de hace ocho días atrás. Alcé la cabeza para decirle – Vamos Gusmerotti, distiéndete en el diván – le dije pausádamente mientras en una mesita a mi costado dejé el diario y la birome. Me acomodé y me dispuse una vez más a hacer terapia.
- ¿Por qué se autoconsidera molesto? – interrogué.
- Pues de la vez anterior que estuve con usted y que fui con mis compañeros, tuve la sensación de que era un estorbo.
- Cuando tuviste la reunión fuera del laburo…
- La tuve y me fue como el culo. No sé cómo no me rajaron.
- ¿Qué pasó?
- Nada, poco y nada conversaron. Mucho silencio. O contaban lo justo y necesario…
- ¿Le diste ánimo… onda?
- Intenté ser simpaticón…
- ¿Cómo “intenté ser simpaticón”?
- Ya sabes que no me caracterizo por ser simpático ni tolerable
- La primera vez conversamos el tema de la ira. Se supone que lo que haces acá es para bien tuyo y mejorar tú imagen delante de tus compañeros.
- ¿Y?
- ¿Cómo “Y”? mira, vamos a hacer algo, porque es evidente que tuviste un pésimo día acá así que acompáñeme… - lo llevó hasta la bolsa de boxeo, le puso los guantes - ¿Ves este saco? Bueno, te doy tan solo 10 minutos para que golpees esa bolsa ¿entendiste?
- ¿No puede ser la mitad de tiempo?
- Si dije 10 es porque ese tiempo es suficiente.
Gusmerotti empezó a golpear la bolsa mientras yo escuchaba los golpes, retomé el sudoku donde lo había dejado. Sé que Gusmerotti estaba realmente enojado por la furia de cada golpe que daba a la bolsa. Como la bronca seguía, miré el reloj y segundos antes de los 10 minutos le dije – Gusmerotti, te doy otros cinco -.
Y Gusmerotti siguió golpeando la bolsa hasta que le dio una patada tal que la misma se cayó al piso. Y le llamé la atención:
- Gusmerotti, eran golpes de puño no paratadas -.
Me contestó cansado - ¿Puedo descansar? -.
- Ven al diván – le sugerí.
Gusmerotti regresó al diván.
- Tuve un mal día con los tercos de los mecánicos… encima, un cuadrillero vino a romperme las pelotas pidiéndo el teléfono para hacer una llamada… sumado que me cuesta un Perú y medio tragar a los aspirantes… y los viejos lo único que hablan en los tiempos libres es de las minas…
- ¿Te parece grave que entre ellos comenten eso?
- Se me hace insoportable oírlos como si fuera único tema que tienen…
- Pero también miras mujeres…
- No.
- No niegues. Lo haces a escondidas de ellos.
Y los dos hicimos un rato de silencio.
- Mira, acá te doy un listadito de tareas que vas a realizar, una en cada semana: SEÑALERO, CUADRILLERO, BANDERILLERO, LIMPIEZA, MECÁNICO, AYUDANTE, MAQUINISTA
- ¿Todo esto? Qué bajón…
- No te quejes, después de todo, vas a aprender a tolerar a tus compañeros.
- ¿Y cuándo regreso?
- Cuando hayas terminado con esa lista.
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