Café Ferroviario LXX: No va más... negro el Once

Nota: Perdón por la dedicatoria...

“Miramos al cielo insondables y solo vemos pasar las nubes bajo un hermoso día soleado y sabemos que en alguna de ellas vas, tan invisible como tu alma pero al caer la noche entre todas las estrellas te posas para ver nuestra tristeza porque el vacío que dejaste es tuyo y nadie lo ocupará. Nosotras desde nuestro humilde lugar también te saludamos con mil bocinazos!”

Mecánico Karpik

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Flor está en Haedo más dicharachera que nunca y le anuncia a sus hermanas y visitantes “Hoy tiro la casa por la ventana”.

“¿Por?” – pregunta La Chabona.

“Porque hoy haré la tarra fácil” – dice Flor.

“¿Y cómo?” – pregunta Cibriano.

“Muy fácil chicos” – dice Flor.

Todos se miran. Maribel dice “Ah, ya sé, irás al Casino y saltarás la banca”.

“Mmmm... no exactamente” – dice Flor.

“¿Y entonces?” – pregunta Truman Capote.

“Haré la tarra fácil” – dice Flor.

“Ya sabemos que vas a hacer la tarra más fácil que nunca nena... Queremos saber quién va a poner la ganza” – dice La Chabona.

“Ya sé... Cirigliano” – dice Cibriano a los cuatro vientos.

Capote le dice “Te entiendo Cibriano, sos capaz de dar veinte vueltas al mundo en solo veinte segundos y eso te hace terminar con el trole más dado vuelta que nunca... ¡Bajá ya del quinto asteroide tarado!!!”.

Las demás se ríen. La Chabona dice “Cirigliano va a poner la tarra las pelotas del chancho”.

“Lógico negri, mirá si se le caen cinco centavos” – dice Maribel.

“¡¡¡¡Nos hacemos ricas!!!!” – dice Flor.

“No sé si seré suicida en lo que voy a decir pero jamás olvidaré a Luisito Barrionuevo cuando dijo que en éste país nadie se hacía rico trabajando y que para que la situación mejorara había que dejar de robar por dos años” – dice La Chabona.

“¿Dos años?... En la era menemista ¿verdad?” – dice Truman Capote.

“Y en la era del Pingüino no ¿no?” – dice Cibriano.

“Pero qué más ladrón que Julito de Vido... imposible” – dice Flor.

“Bien dice el refrán que ladrón que roba a otro ladrón tiene 100 años de perdón” – dice Maribel.

“Bueno, si son 100 pirulos de perdón, Cirigliano debería tener acumulados como varias docenas de 100 piruletes” – dice Cibriano.

“Y así llegaremos al año millonésimo quinientos cincuenta y ocho mil setencientos veinte y dos mil...” – dice Truman Capote.

“Para Capote con numeritos que vamos en pronto ascenso” – le dice Maribel.

“Ahora... ¿de dónde cornos saldrá la plata si estamos como los indios?” – dice La Chabona.

“¿Cómo estamos Chabona?” – le dice Flor a modo de pregunta.

“Estamos como los indios, a los codazos, en bolas y a los gritos pelados” – le contesta La Chabona.

“Eso es que tu crees Chabona... ya te consigo la dirección” – le dice Flor.

“¿Por qué no consigues mejor el celu, a lo mejor tal vez puédamos hacerle tan solo unas pequeñitas preguntitas?” – sugiere Truman Capote.

“Para Capote que por una sola miserable pregunta podemos ir a parar al soplete” – le dice Maribel.

“Por favor... La Patria se los está demandando” – dice Cibriano.

“Oooo... Acá no se hace filantropía con los capitales. Van a los lugares seguros” – dice Maribel.

“Vamos en el primer vapor a Caimán yaaaaaaaa!!!!!!!” – dice Cibriano.

“¿Y si no hay buque?” – pregunta Flor.

“Vamos en avión. Que simple” – le contesta La Chabona.

“Yo me quedo en tierra, a ver si puedo encender el ventilador” – dice Maribel.

“Uy claro, hay que seguir el ejemplo de la Mary July ¿no?” – dice Truman Capote.

“Claro, si algún ferroviario con todas las agallas puestas hiciera eso, seguro que lo atan al caño de escape de Fati para que se muera con ese humo apestoso que larga” – dice La Chabona.

“Como si nosotras no humeáramos igual” – dice Maribel.

“Volviendo... estamos sin guita y de algún lado hay que conseguirla” – dice Cibriano.

“Para eso está papito Cirigliano” – le dice Flor.

“Roteque Cirigliano... Que gran amigo ¿verdad chicas?” – dice Cibriano.

“Si Cibriano... ya entre las Ferrobestias y éste sujeto me tienen como su fuera a un sauna” – dice La Chabona.

“Sauna a un taller ni soñarlo, es como soñar que el olmo de peras” – dice Truman Capote.

“Ya veo que el héroe ferroviario de los mocasines con forma de Pingüino le va a dar otro poco de guita a éste ladrón” – dice Cibriano.

“Es que esa es la solución” – le dice Flor.

“Ahora entiendo cómo haces la guita tan fácil” – dice Truman Capote.

“Error Truman. Flor hace que su existencia en la tierra como locomotora sea como un cáncer que pronto te come y te consume hasta el extremo” – le dice La Chabona.

“Exacto. Como nosotras con las Ferrobestias” – dice Maribel.

“Yo sé que es lo que puede suceder dentro de muy poco con los ferrocas” – dice Flor.

“¿Qué?” – le pregunta Truman Capote.

“Terminarán vaciados” – dice Flor.

“¿Solo eso?” – pregunta Maribel.

“Y mucho más que eso” – dice Flor.

“Mientras tanto esperamos sentados a ver si éste cáncer se acaba... ¿qué se puede hacer por el momento?” – pregunta Cibriano.

“Nada. Así de simple” – le contesta muy fresco Truman Capote.

“Yo sí qué se puede hacer” – dice La Chabona.

“¿Qué?” – pregunta Truman Capote.

“Rodar la película Los santos de los rieles porque dentro de poco tendremos una serie de personajes condecorados como santos que en realidad son unos chorros que de solo mencionarlos ya causan estrujones de tripas” – dice La Chabona.

“Faltan todos los elementos para rodarla” – dice Flor.

“No, tenemos todos los ingredientes, solo falta decidirse cuándo se quiere empezar” – dice Maribel.

“¿Mejorará Sarmiento?” – pregunta Cibriano.

“Me parece que lo que va a mejorar va a ser Caimán” – le dice Flor.

“¿Y qué verso hay para ahora?” – pregunta La Chabona.

“El mío... No va más... negro el Once” – dice Maribel.