Señoras y señores: en estos largos años de democracia bien asentadita –¡cómo no lo va a estar con nuestro héroe ferroviario de los mocasines con forma de Pingüino!-, es evidente que nuestros trenes son toda una jodita y que por ello hay que demostrar que ésta joda va en serio. Hace bastante tiempo que vengo metiendo mano entre toda la mugre y entonces mientras allá todos hablan de las correrías en materia de trenes de pasajeros, yo pienso ocuparme de tijeretear bien tijereteaditos a ésta gentuza. Pues acá pienso demostrar que Ferroexpreso es una mera apariencia eso del orden y la prolijidad, está más cerca de ser una potencia atómica.
Precisamente, FEPSA mucho no sabe que hasta el humor puede llegar a meterse hasta con ellos también, pero sus correrías venden que el humor está empezando a pesar también, aunque mucho no se note.
Así como ven los nuevos vestidos que portamos encima con esos bellos apodos de mujer dan pie a decir “Ah, una idea bien original”. En eso hicieron algo bien pero para quienes tienen algunas primaveras vistas sepan que hoy estamos acá pero en algún momento danzamos por otros ferrocas. ¿Andar? Pues... bueno, casi evocaría la frase de Santo Biasatti “Otro tema” porque lucir reluciente para posar en una foto no es lo mismo que funcar bien, y eso que hay hermanas mías que terminaron su existencia. Pero hasta internamente nuestros ingenieritos tienen mayor preferencia por las General Motors y a las ALCO que hicieron buena parte de la historia argenta bueno... El tema de los humos les digo una cosa: que mis hermanas RSD-35 humeen julero no es real, sino son visiones de otro planeta porque el trato que reciben es genial (Aunque en realidad el trato es... bueno, que quede en el consciente de cada uno). Y si sus hermanas mayores, las RSD-16 no humean de esa suerte es porque los motores se tomaron el primer vapor con destino al Polo Norte y entonces pasaron por algún taller donde les habrán hecho una reparación y chau pichi, tren despachado.
Pero el combustible hace que una buena empresa sea una cosa atómica. Como por desgracia soy un montón de fierro que solo sabe de dar vueltas, tal vez hasta tenga que ser conejito de Indias, o no menos ratoncito de laboratorio de éstos ingenieritos que me parece que la cabeza lejos de contener ideas tendientes a hacer cosas por el gran bien de todos, terminan haciendo experimentos de chicos, por así llamarlo, uno de sus experimentos de laboratorio (Bah, laboratorio rodante) fue el fuel oil. Pobre mi hermana Alicia que la prestaron para el experimento, luego metieron mano para unos filtros adicionales porque su hollín era superior al normal y que a cada lugar al que aterrizaba, su temperatura estaba por las nubes y a cada 200 kilómetros estaba sacando la lengua. Por fortuna, se dieron cuenta de que eso no iba ni a palos y la cortaron pero lo que todavía seguimos diciendo entre nosotras es que estos ingenieritos en vez de hacer cosas de ingenieros de adeveras, hacen cosas chinas y entonces no sería de extrañar que el título de ingeniero lo hayan comprado al canillita más cercano a su domicilio. Bien dice Mario Pergolini “Guarda que hay muchos garcas dando vueltas”.
Pero no todo acaba aquí. También para ser una buena potencia atómica hay que tener los seis sentidos –entre nosotras decimos seis porque el sexto sentido es el buen sentido común de humor- y es una escena típica de a cada lugar donde se pueda aterrizar ver tipos que uno ve carteles invisibles sobre sus frentes –que en realidad son los pensamientos flotantes-. Resumido quedaría una cosa así: bueno, a tal hora llega el tren que proviene de no sé donde con la carga para despacharla a otra parte, luego esa misma locomotora se le hacen las correspondientes verificaciones de gas oil, agua, aceite y arena y si todo está OK, afuera otra vez. Lo que por ahí también ignoran es las posibilidades de quedar a medio camino. Entonces termino en la conclusión de que si ahora somos potencia atómica, estoy hiper segura de que dentro de un poco más –¡paciencia chichipíos!- seremos la misma cosa que la Verde, algo hiper automático.
Menos mal que todas estas cosas las estoy diciendo yo, en cambio, si éstas cosas las dijera el capo de Techint, Javier Tizado, es lo mismo que hacer un tremendo suicidio patriótico; sí esto lo dijera algún ingeniero, mi consejo es que ya vaya poniendo su cabeza en la vía porque se vienen los fusilamientos masivos por el bien de la patria. Pero si éstas líneas las dijeran quienes se ocupan de hacer las tareas, pobre, ese sí sería un suicidio intelectual por el solo hecho de dar un consejo para mejorar las cosas y hasta son capaces de hacerte creer que estás haciendo política sindical y cualquier castigo es válido, hasta el clásico de que aten al caño de escape de una RSD-35 para que termine su existencia sobre la tierra con el humo y fraguar la escena pareciendo un accidente. Así que al ferroviario le recomiendo internarse en un convento y hacer votos de silencio hasta lograr la paz, si es posible de conseguir.
Yo sé que éstas palabras no las van a leer los ingenieros así que me quedo tranquila, yo sé que con ellas se van a divertir porque pensarán que es una de las tantas meras idioteces que se pueden decir pero solo deseo decir que pareciera que los ingenieros tuvieran bastante amnesia para no saber y lo peor de todo, no querer ver las chanchadas que cometen pero a veces también hasta los síndicos son el turrerío más grande dando vueltas por éste país llamado Argentina, donde la palabra tranzar está más cercana de ser que su función por la cual se los concibió y la defensa al trabajador está lejos de ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario