El día en Kilo 4 se mostró movidito. Es que Cecilia vino de visita y quienes estaban en el lugar, le hicieron una recorrida.
“Este es el Hospital Kilo 4, donde todos venimos a depósito” – dice Patagones.
“¿Depósito? Pues me parece más a un cementerio de chatarra que un depósito de trenes” – dice Cecilia.
“Y... bueh... es el espejito de lo que es la ciudad de Buenos Aires” – le contesta sueltamente Altamirano.
“Acá tenemos vagones, hay locomotoras que se ocupan del servicio de maniobras” – le dice Patagones a Cecilia.
“¿Y aquella locomotora sucia?” – pregunta Cecilia señalando con el dedo a Elisabetta.
“Ehhh...” – dice Patagones.
“Dejá Patagones, la digo yo. Mira Ceci, yo estoy sucia por una buena razón de ser, es más, como me podrás ver, estoy en éste hospital esperando turno” – le contesta Elisabetta.
Y Cecilia mira sorprendida, le pregunta “¿Qué te pasó?”.
“Y... resulta que un güen día, los muchachos de la Unidad me enviaron con el Cultural por ahí, allá donde el diablo perdió el poncho y a mi regreso, por General Rodríguez, hice foigo” – dice con mucho humor Elisabetta.
“¿Fuego??? ¿Y cuándo? ¿Hace poquito?” – le pregunta Cecilia.
“Y... como no hay dos sin tres, no me la vas a creer ésta, pero yo vivo en un país donde te descajetas muy rápido pero en cámara hiper lenta encuentras la reparación” – dice Elisabetta.
“Pero me estais haciendo un chiste nena” – le dice Cecilia.
“¡¡¡¡Chicas!!!! – grita Elisabetta – Demuéstrenle a la visitante que en éste país uno se hace percha y te arreglas cuando hay un monenero generoso ¿verdad?”.
“¿Qué le pasa a mi hermana menor?” – pregunta Quequén.
“Negra, te la canto de una: acá te haces pelota y sabes cuando sucede, no sabes cuál es el día en el que vuelves a la vía” – le dice Lanús.
“Y yo te cuento que hace unos añitos también padecí el síndrome incendiario pero a causa de Metropoligarcha que tenía sus chicas enjauladas y yo tapaba agujeros negros” – le cuenta Lomas.
“Y yo cada tanto vivo en el taller” – dice Doris.
“¿Y vos cuándo no te descajetas?” – le pregunta Elisabetta.
“¿Yo? Yo vivo descajetada todos los días” – le contesta Doris.
“¿Solo ustedes viven acá?” – pregunta Cecilia.
“Somos unas varias, pero dispersas por varios sitios” – le contesta Temperley.
“¿Y quién es quién?” – pregunta Cecilia.
“Pues para eso cada quien tiene un apodo” – le contesta Patagones.
“¿Y acá?” – pregunta Cecilia y mira a Pinamar asfixiada.
“Yo te lo digo Ceci: todo lo que le ves a ella, nada es normal, es todo anormal pero los cerebros sabelotodos se empeñan en decir que está bárbara” – le dice Miramar.
“Aaaaagggghhhh!!!” – hace Pinamar con señas de estar asfixiada.
“Una pregunta chicas... ¿dónde están los cerebros sabelotodos?” – pregunta Cecilia en su mexicano.
Y todas se miraron, nadie supo contestar. Entonces Cañuelas se tomó un vaso de fernet puro, mientras dijo “¡Salud!” consiguiendo llamar la atención.
Todas miraron a Cañuelas. Entonces Sol dijo a la distancia “Eso significa enriedos según Cañuelas”.
“¿Será que ponerse en pedo significa que acá hay algo que falla?” – pregunta Temperley por lo bajo a Patagones.
Pero Cañuelas escuchó la pregunta de Temperley y dijo ya pasada de revoluciones “Los galpones son los Telos Ferroviarios donde se hacen levantes de lo lindo. Hip!”.
Y las demás se sorprendieron. Querían comerse cruda a Cañuelas por lo que dijo. Elisabetta le preguntó a Quequén “Me supongo que no delatará que Pico tiene un Telo en Escalda ¿no?”.
“Que tragedia sería eso... negocio redondo” – dice Patagones creyendo que Cecilia está distraída.
“Pico siempre tiene negocios – dice Temperley mientras mira a Cecilia que saca fotos – pero éste es al pelete”.
En esas aparece Cañuelas hiper pasada de revoluciones, les dice “Que buen lugar ese. Hip!”.
Las demás suspiraron. Y cayó justo La Chabona, anunció “¡Se están fumando todo en Escalda y Pico está allí mejor que nunca!”
“¡Callate idiota! ¿No ves que está Cecilia de visita y que lindo vamos a quedar contando trastadas de esa clase?” – dice Elisabetta cabrera.
Mientras ellas hablaban entre ellas, Cecilia las miró sorprendida “¿Qué pescado quedó sin vender?” pregunta haciendose la idiota.
Patagones enmudeció y Cañuelas siguió por tomarse un vaso de fernet. Y Cecilia volvió a repreguntar “¿Qué pescado quedó sin vender?” en un tono a la mexicana.
Mientras tanto, Dalceggio se miraba al espejo, rotundamente se dio vuelta y a más de una dejó boquiabierta, dijo “Para Ceci que no sabe un cuerno lo que es esto, éste es el país de los granujas chantapufis en el cual vienen, te garcan y luego se hacen los boludos olímpicos ¿Se entendió?”.
“¿Sabes qué significa los vagones rotos?” – pregunta Cecilia.
“Política pura” – contesta Dalceggio.
“¿Qué quiere decir todo esto?” – pregunta Cecilia.
“Es una historia larga... resulta que una vez vino un bicho verde asqueroso proveniente de las tierras oscuras de La Rioja” – empezó con sus sagas Dalceggio.
“¿Cuál? ¿Uno que ahora está con la Rrea Bolocca?” – pregunta Cecilia.
“Exacto. Resulta que su birome tocó muchas y demasiadas cosas y como todo, lo quemó en el asador” – continua Dalceggio.
“Y cagaron fuego ¿verdad?” – dice Cecilia.
“Yyyyy... pues... pues... pues nos fuimos a los caños” – le responde Altamirano.
“¿Y cómo salieron de los caños?” – pregunta Cecilia.
“¿De los caños? Naaa... todavía andamos por los caños si es que no llega la bandera COFEBO acá” – le contesta La Chabona.
“¿Cómo es salir del caño?” – pregunta Cecilia.
“Pues resulta que hace unos añitos apareció un héroe ferroviario con mocasines con forma de Pingüino proveniente de las tierras heladas de la Santa Cruz dispuesto a barrer con toda la paisanada ferroviaria coturera” – dice Temperley.
Cecilia mira sin entender nada. Dice “Ah, pero son de la misma gavilla ¿verdad?”
“Se supone que sí pero hoy me peleo y mañana estoy del brazo contigo” – le dice Altamirano.
“¿Y ahora qué dice de todo esto el viejo con cara de chancludo?” – pregunta Cecilia a la suya.
“Ya te dijimos de ese viejo, a menos que quieras saber del Cerebro Pelado o los turros ferroviarios” – avisa Patagones.
“¿Quién es ese tipo con cara de chiste?” – pregunta Cecilia.
“¿Cuál?” – pregunta Elisabetta.
“Ese que aparece ante cualquier desperfecto” – dice Cecilia.
“Acá hay dos tipos que se encargan de lo mismo” – dice Elisabetta.
“Ese que hace reír a todos” – dice Cecilia.
“Los dos hacen reír de la misma forma” – dice Elisabetta.
“Pero usa traje” – dice Cecilia.
“Los dos usan traje y corbata” – dice Elisabetta.
“¿Pero no hay un Piñón Fijo que es un Payaso que entretiene a chicos?” – dice Cecilia.
“Ya sé a qué te refieres Ceci, es Fernandito Jantus, un gordito que labura en nuestro vecindario, bah, él es Piñón Fijo, divierte a todos los 365 días del año con sus monerías” – le dice Doris.
“¿Y el otro que está cuando hay líos en otro lugar?” – pregunta Cecilia.
“¿Cuál otro?” – pregunta La Chabona.
“El que está en los bordó” – dice Cecilia.
“Cristo y la tempestad calmada” – dice Cañuelas pasada de revoluciones.
“¿Pero no tiene algo que ver con los cordobeses?” – pregunta Cecilia.
“No sé, pero es un chistoso” – dice Temperley.
“Y ese otro que se parece a una Medusa” – dice Cecilia.
“Ah, es el Pollito Sobrero” – dice Patagones.
“¿Pollito? ¿De quien? ¿Cuándo lo van a rostisar?” – pregunta Cecilia.
“No sé si lo van a rostisar, lo único que sé que sus cenizas incendian Victoria y Castelar juntas” – dice Quequén.
“Es un pollito muy rico ¿verdad?” – pregunta Cecilia.
“No sé, todavía no le pregunté eso a Flor” – dice Quequén.
“Pero... Cristo y la tempestad calmada ¿no es de la misma gavilla de Sobrero?” – pregunta Cecilia.
“Los dos son la misma porquería y a brindar ¡salud!” – decía Cañuelas.
“Oye Ceci... ¿sabes que estás cansando un poquito de hablar de política?” – le dice Doris.
“¿Cansa...? ¿Y cómo se explica entonces que ustedes estén como estén?” – pregunta Cecilia.
“Mira, trata de resolver éste teorema matemático, verás que todo es tan equilátero como un triángulo” – le dice Quequén.
“Esto... ¿y qué hago ahora?” – pregunta Cecilia con un papel lleno de cuentas en la mano.
“Tomá una caña y vete al puente más próximo a pescar truchas al Riachuelo, a lo mejor tienes suertes y pescas la semilla del árbol del dinero, por cierto, tendrás una de madre mía” – dice Patagones.
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