Luciana Belén, Peperina, Mabel, Analía y Cuenca van a cantarle las 40.
Analía – “¿De qué se ríe siempre?”
- Error. No siempre me río: se cuando las cosas van en serio. Me respeto como soy.
Mabel – “Dentro suyo ¿se pelean los trenes con los aficionados y, a su vez, los ferroviarios?”
- Los trenes conmigo van en armonía. Con los aficionados a menos que sea de peleas internas pero entre ellos, los trenes son solo espectadores. Y el asunto de los ferroviarios... por querer estar unos peldaños más arriba terminan unos cuantos peldaños más abajo.
Cuenca – “¿Ahora se siente grandiosa?”
- Soy lo que soy: soy yo. Pero... ¿por qué grandiosa? Para eso me falta muuuucho, no nos engañemos.
Luciana Belén - ¿Cuesta más manejar un parque tractivo móvil que un sistema entero?
- Las dos cosas cuestan por igual. Pero si los tranfugas que nos dirigen, estuvieran manejándolas a ustedes, estarían igual que la deuda pública. Eso sí, hasta podría sospechar que me pedirían cometa para armar monólogos.
Peperina – “¿Duda de todo?”
- Casi de todo, por suerte: ¿cuánto podría andar si no tomo un rumbo firme?
Cuenca – “¿Se iría del país?”
- No. No creo que pudiera sobrevivir lejos de mis afectos.
Analía – “¿En que cambió la gente?”
- En que por cualquier motivo montan piquetes en las vías.
Luciana Belén – “¿Qué debe hacer el periodismo para estar a la altura?”
- He ahí el quid de la cuestión. Lamentablemente, los periodistas de hoy, no están a la altura de los conocimientos culturales generales, entonces es posible esperar de un recién egresado de una escuela de periodismo diga muchas huevadas ante la cámara. Tal vez detrás de ella sentirá vergüenza de lo que dijo. Pienso que con un poco más de cultura y buen sentido común, esta imagen se podría revertir.
Mabel – “¿Cuántas ideas brillantes tiene por día?”
- No sé, ni idea.
Luciana Belén – “¿Cuándo se sintió tirando margaritas a los chanchos?”
- Varias... y en diversas cuestiones: familia, amigos... estudios...
Cuenca – “¿Va de Superwoman?”
- No. Me siento una mujer común, corriente y silvestre, como todos. Pero el ser a veces marimacho ni la terapia de divanes puede solucionarlo.
Mabel – “¿Encontró el famoso límite entre libertad y libertinaje?”
- Aprendí un concepto de la libertad: respetar lo tuyo y los demás, pero hay un límite, donde lo tuyo termina, empieza lo de los demás. No he llegado al extremo del libertinaje.
Analía – “¿Cree en la inocencia de Mata Hari?”
- No sé quién es esta persona.
Peperina – “Y a un menemista, ¿Por qué odiaría la obsecuencia?”
- Tengo varios motivos para odiarlo. Uno, mientras estás haciendo un acto escolar, es capaz de salirte con cualquier cosa en el momento más desubicado. Dos, mientras eres residente, es capaz de interrumpirte ochenta veces una clase. Tres, ¡hay que ser un poco falso en el discurso político! Y eso lo comprobé cuando allá por el 2003 en las clases de historia se llenaba la boca hablando las bondades de Menem, entonces yo para no decir nada, tomaba una hoja en blanco y dibujaba trencitos... pero si la obsecuencia podía quedar de lado, allí estuvo, y lo hizo llenándose la boca hablando de los trenes. Y uno, a veces, tiene que tragarse las obsecuencias, por más que se las estén haciendo delante de sus narices.
Cuenca – “¿Cuenta hasta diez antes de explotar?”
- ¡No! Exploto sin arrancar la cuenta.
Mabel – “¿Cómo era a los diez años?”
- Una nena, como todas, con problemas de aprendizaje corrientes.
Cuenca – “¿A qué edad cambió el dibujo por la literatura?”
- El dibujo hace bastante tiempo que cumplió su ciclo. Si bien fui bastante talentosa con el lápiz, años después con la máquina; sin embargo, después de la música, hace unos años atrás descubrí que escribir monólogos, diálogos, cuentos, relatos de la calle y otras cosas más, todas relacionadas con los trenes, es un buen negocio. Y no me fue mal: me fue bien, hasta ahora. Ahora con los cambios veamos...
Peperina – “Y al mundo de los aficionados, ¿cómo llegó?”
- Empecé contactándome con aficionados vía correo electrónico, ni siquiera sabía quienes eran ni tampoco cómo eran. Tiempo después, a la mayoría les fui conociendo las caras, pero me quedan otros a los cuales solo los conozco por una foto y otros de los cuales no sé nada. Hoy por hoy, si miras mi lista, es bastante larga... pero también me integré a un foro, todo bien.
Luciana Belén – “¿Su héroe moderno?”
- No sabría definir a quien.
Analía – “¿El gran error que siempre comete a la hora de relatar un acontecimiento?”
- Describir las acciones tal cual son junto con los diálogos. Eso me ha costado roces pero yo no lo considero “el gran error”: omitir tal o cual cosa, para eso no escribo nada, y, tampoco estaría siendo sincera ni conmigo misma ni con los demás.
Analía – “¿Se hace la tímida?”
- Por lo general, sí. Siempre utilizo una frase, funciona hasta para el más antisocial de todos “Hola, disculpe que lo moleste ¿puedo hacerle una pregunta”. Y cuidando el tono de voz... Es buena estrategia.
Luciana Belén – “¿Y al confirmar ese punto?”
- Porque es una forma de ganarte a la persona. Pero digamos que hay gente jodida, sobre todos los custodios de seguridad, esos no hay que gritarles ni nada. Hay que ser pacífico. Si les tiras de la lengua, verás que se puede entablar una buena conversación.
Cuenca – “Ser conocida ¿es una ventaja?”
- Dependiendo de la fama que hayas hecho.
Mabel – “¿Qué fama tienes en Metropolitano?”
- Casi nadie me conoce. Muy pocos lo saben. Y saben como soy. Por eso, creo haber hecho las cosas bien para que solo sean unos pocos los que sepan de mi existencia.
Peperina – “¿Una gran revista?”
- La Todo Trenes. Vale la pena tenerla, tiene artículos excelentes.
Luciana Belén – “¿Es carne de diván?”
- Jamás me analicé. Aunque con idas y vueltas, creo yo misma entender mi complejo mundo interior y exterior.
Peperina – “¿Cuál sería un buen motivo para lucirse en cámara?”
- Lucirlas a ustedes... en estado impecable y haciendo lo que saben hacer.
Cuenca – “¿Qué le falta demostrarse profesionalmente?”
- Los asuntos legislativos. Tengo una carpeta con ciertos temas que cada tanto revuelvo. Hay veces en las cuales hay que rever un poco los temas legislativos, para que no se olviden.
Analía – “¿El humor que detesta?”
- El cruel y burlón. Es casi como faltarle el respeto a una persona.
Mabel – “¿En qué cosas se siente diferente?”
- Hay una, y aquí va: la pasión por los trenes.
Luciana Belén – “A veces, ¿no quisiera dormirse hasta el 2010?”
- ¿Y si fuera para toda la vida?
Cuenca – “¿Fantaseó con la pantalla grande?”
- Nunca. Mis delirios son los fierros.
Peperina – “¿Le tiene miedo al paso de los años?”
- En ciertas cosas le tengo miedo: en que pueda llegar a quedar con el físico deformado pero porque en mi juventud no supiera como cuidarlo. Ahora ni por chiste se me ocurrió pensar cómo sería yo a la tercera edad, aunque tengo en claro una cosa para ese entonces: no molestar a nadie.
Mabel – “¿Un conflicto interno que superó?”
- Superé varios... y es todo un logro.
Analía – “¿Qué te dicen la gente por correo electrónico?”
- De todo... desde contarme que tal tema anda en boca de todos hasta algún comentario sencillo. Aunque alguna vez he recibido mensajes un tanto desubicados.
Peperina – “¿Es optimista todavía?”
- Sí. Todos los días me levanto de buen humor, aunque a veces porque algo me salió mal ese buen humor se va a los talones... Pero cuando sé que las cosas salieron bien, me voy a la cama contenta.
Cuenca – “¿Qué piensa hacer éste año?”
- Poder concretar mis deudas pendientes, además de continuar con literatura.
Mabel – “¿Pasará todo el verano trabajando?”
- Lo pasaré como todo verano. Si encontrara ocasión para una escapada en tren... puedo sentirme más que satisfecha.
Analía – “¿Cuál es tu rol en la comunidad de aficionados?”
- No existen los roles. Todos hacemos de todo.
Peperina – “¿Utopía a la que no renuncias?”
- A trabajar en ferrocarril. Sería un sueño hecho realidad que me den esa posibilidad. Creo que haría un cambio de imagen, y, hasta le elevaría el nivel cultural. Pero con los tiempos que corren, eso es casi una utopía.
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