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martes, 10 de noviembre de 2009

Solo fue un hasta pronto – 2ª parte

A Nelsón y a Juan Pablo que fueron mis compañeros de viaje

Huetel pasó sin pena ni gloria y paramos en Del Valle. No recuerdo si paramos en alguna otra más, pero deduzco que la siguiente parada fue…………… Bolívar. Ahí nos deben haber tenido parados como unos 10 minutos. A esta altura no importaba para nada la hora si lo que interesaba era llegar a destino. Ya estaban consumidas las tres cuartas partes del viaje, ¿cómo no aguantar la última?

Salimos de Bolívar pero la alegría de correr por una vía sobre piedra duró como un suspiro. Hasta Urdampilleta, fue soportable, amén de la felicidad que daba quitarnos de encima a los familiares de los reos. No debo olvidar que en el medio, cruzamos un carga de FEPSA.

La última parte de todas, hasta Daireaux, llámese, insoportable. Pienso que Manuelita caminando llegaba más rápido que el tren, todo sea por la culpa de FEPSA. En fin y al cabo, el reloj daba las 4.40 de la mañana de un fresco sábado despejado, una ciudad que nos recibió con todos en la cama.

Daireaux puede ser concebida como el punto de escala a Bahía Blanca. Tan increíble como fuera, solo 250 kilómetros nos separaban de aquella ciudad. Y otros tantos de Guaminí. Pensar que no se está lejos de Lago Epecuén……….. en el hotel me trataron como los dioses, dormí como un relojito y desayuné como en el campo. Comí con ellos como si estuviera en mi casa, el trato en esa ciudad es muy cálido, me sentí por una vez en el paraíso sin tener que pensar en alguien dispuesto a hacernos daño u otra cosa parecida… pero lo bueno pasa rápido.

La noche es posible ir a sentarse un rato al anden de la estación y pernoctar a oscuras sin que nadie ose molestar, a excepción de quienes cruzan la playa a altas horas de la madrugada. Hasta que una falsa luz hizo crear la falsa ilusión de un tren de FEPSA procedente desde Guaminí. Lamentablemente era una ilusión.

Valga la redundancia, no hay que olvidarse el abrigo, porque en las noches, refresca…………… pero el sabor salado del agua invita a refrescar el cuerpo y el alma, la mente y el espíritu aventurero.

No relataré la visita al cementerio, es un mundo a respetar y guardar silencio.

Tan rápido como regresar a la estación, sacar un boleto y de nuevo a embarcarse. Solo es posible despedirse con la postal de quienes se acercaron a despedir al tren… pero a la cita no faltaron quienes lo despidieron desde la vereda de sus casas, tan solo para decirles hasta la próxima semana, nosotros, al menos yo, dije “Hasta…”, supongo que será hasta el próximo año.

Y la noche nos fue ganando en el camino, despacio el tren se fue llenando de viajeros que debían viajar a Buenos Aires. Yo también iba al mismo sitio, cabeceando……………… amen de aguantar a la abuela y la nieta, la abuela con una mirada de culo y la nieta caída del catre……… bueno, aunque mis cabeceos despiertos siguieron en el subte hasta que llegué a mi casa y encontré a mi cama que estaba… esperándome para dormir. Pensar que de la hora que salí con el tren a la hora que llegué a Plaza, me pasé unas 11 horas viajando, increíble, ese tiempo lo podría haber usado para ir a Bahía en fin……………

Después de todo, el Bolívar me sigue acogiendo, de otra manera.

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