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miércoles, 4 de junio de 2008

Cuentos de Alcoba XXXI: Una larga noche

Cuando ví esta locomotora con ese nombre, se me vino a mi mente el peor recuerdo de mi vida... pensé en el daño que le hizo a mi familia este grandísimo hijo de puta...”. Así describió Manuel su bronca, su dolor por su familia desaparecida.

...jamás voy a conducir ésta locomotora, pues no voy a encontrar paz... la paz que este nos arrancó, nos arrancó la sangre de hermanos Betina... Vaya uno a saber dónde estás, cada día mi vela se está apagando, me quedan pocas esperanzas de encontrarte; pero, al mismo tiempo, mucha bronca por no haber mandado a éste viejo al banquillo... al banquillo de los acusados. Te moriste tranquilo viejo de mandinga... te tendrías que haber podrido en la cárcel...”.

Año 1979. Oficina del sexto piso en Plaza Constitución. Juan De Marchi revisa unas hojas con nombres una y otra vez, sentado en su escritorio con una birome en su mano izquierda. Alza su mirada “Me pasan a disponibilidad todo este personal que aparece en las tres hojitas. Ni uno más, ni uno menos” – ordena De Marchi a un oficial.

Sí general” – dice el oficial con la mano en la frente y toma las hojas. Sale de la oficina con el clásico paso pesado de oficiales por los pasillos del edificio de Hornos 11.

En Escalada estaban trabajando en el taller. Cada uno estaba ocupado en sus tareas hasta que el capataz anuncia “Muchachos... Parece que pasado mañana tenemos una depuración”.

¿Depuración? ¿Y ahora qué con los milicos?” – pregunta Arturo.

Con éste adentro, espérate cualquier cosa” – responde Milton.

Termina la jornada de trabajo y Arturo sale rumbo a su casa. Allí lo estaban esperando su esposa Carmen y sus hijos, Manuel y Betina. “Carmen... está jodida la cosa” – dice Arturo mientras toma un café en la mesa de la cocina.

Cuidado bichin... cuidado, son épocas difíciles. Solo hasta que pasen” – dice Carmen mientras se pasa sus dedos por los cabellos.

Pero estos milicos son muy jodidos... que no te pongan el ojo porque sos boleta” – dice Arturo.

Al día siguiente Arturo regresa a Escalada. Allí se encuentra con Milton, su compinche “Arturo... esta me huele no pesada, sino muy pesada” – le dice.

¿Cómo tanto?” – pregunta Arturo.

Es que De Marchi cree que nosotros somos comunistas y que andamos haciendo gremialismo... que se yo... ya ni sabés qué pensar...” – dice Milton.

Con razón éste simio está esperando meternos presos... ¿O nos pasará lo mismo que a la gente de Exactas?” – dice Arturo.

¿Sabes una cosa de todo esto Arturito? Tengo un nudo en el garguero ya... ya es como se me quedó ahí, atrancado, no lo paso” – dice Milton.

Eso lo vas a pasar el día aventuroso que se vaya la miliqueada” – dice Arturo.

Se pasea un militar delante de ellos, con tranco largo y su arma larga. Solo da una leve mirada. “Volvamos a lo nuestro, tenemos que cuidarnos” – advierte Milton.

Buena suerte” – dice Arturo.

A media mañana aparece De Marchi y vigila que todos estén trabajando. Arturo lo mira de reojo “Mira el paso de facho que se trae el jué mandinga” dice a Milton.

Y haciendo el abanico con el bastón... como provocándonos... vaya con éste cobani...” – dice Milton.

Todos le temen a De Marchi “En cualquier momento es la depuración” anuncia.

Arturo y Milton tiemblan “Tengo el corazón en la boca” – dice Milton.

Ese día Arturo vuelve a su casa. Cena con su familia. “Chau papi” – dice Betina y saluda a su papá.

Chau mamá” – dice Manuel y saluda a su madre.

Chau chiquis, duerman tranquilos” – dice Arturo y queda solo con Carmen en la cocina.

Ellos no perciben qué sucede” – dice Carmen.

Mmmm... me parece que algo sí, espero que la mano no les llegue a ellos” – dice Arturo.

¿Qué pasó con el perro? ¿O se quedó en la cadena?” – pregunta Carmen.

Noooo... anda de vigilanté” – contesta Arturo.

Que turro... ¿dónde tiene su guarida?” – pregunta Carmen.

En el sexto piso de Hornos 11” – contesta Arturo.

¿Algo más por vigilar...?” – pregunta Carmen.

Y... alguno debe quedar a salvo, si lo queda...” – dice Arturo.

Levantan la mesa y se van a dormir. A las 2 de la madrugada, Manuel oye el ruido de autos estacionando en la calle de su casa, de personas bajando con el paso pesado de botas, de gatillos accionándose. “Beti... Beti... Beti por favor...” – Manuel llama a su hermana menor.

Betina se despierta. “Betina, ven, dale, escondete debajo de mi cama, dale...” – le dice Manuel y él también se esconde bajo la cama.

Un grupo de seis militares irrumpe en la casa. Apuntando con armas largas buscan a Arturo. Uno de ellos ingresa al cuarto de Manuel y Betina pero no logra descubrir a los chicos escondidos.

Llegan al cuarto de Carmen y Arturo. Uno de ellos toma a Arturo violentamente “¿Por qué me llevan así?” – pregunta Arturo.

¡Órdenes!” – contesta el oficial.

¡Es la treta de De Marchi! ¡Mentiroso!” – grita Arturo. En el camino recibe un culatazo en la cabeza, que lo deja inconsciente. En la pieza de los chicos, uno de los militares levanta la cama y descubre a los chicos.

Los chicos tiritan de miedo. Betina se abraza a su hermano y se esconde detrás de él.

¡Lleven la chica!” – ordena uno de los oficiales.

¡Mi hermana nunca! ¡Jamás!” – grita Manuel defendiendo a Betina.

Betina se agarra de su hermano pero finalmente ganan los militares el forcejeo y se la llevan. Manuel llora y desesperado va a buscar a su madre “¡Se llevaron a Betina... se llevaron a Betina...!” dice en el llanto.

Se llevaron a tu padre Manuel no puede ser...” – dice Carmen abrazando a su hijo. Ambos lloran sin consuelo.

Esa noche así desapareció Arturo y Betina, como desaparecieron, nunca más se supo de ellos.

Manuel investigó la desaparición de su padre y de su hermana.

Yo sé positivamente que mi padre y Betina fueron torturados, no sé en dónde, pero en algún lugar, seguro...

Dónde andarán sus almas, ¿dónde? ¿Errando como almas en pena? ¿Buscando justicia?

...Me siento el tipo más miserable del mundo... me siento tan inútil porque no mandé al banquillo a éste tipo que nos separó para siempre... que hasta último momento estuvo dando vueltas en el ferrocarril, llegó mi generación y no tuve la valentía suficiente para hacerte hablar, para hacerte rendir cuentas de todo el daño que hiciste...

...ahora estás muerto... bien muertito, con la conciencia tranquila, pero yo sé que te atormentan todas las atrocidades... yo sé que las estás pagando en el otro mundo...

...Le cortaste la infancia a Betina... ella era mi mejor socia de trabajo y a ella bien podía contarle mis secretos más íntimos... pero el río me llevó más abajo y me mandó a Mar del Plata... a Mardel donde nació Bety, mi chiquita, a quien le encomendaría mis monos contra todas las suposiciones tuyas...

...mientras ese nombre siga dando vueltas, nosotros no vamos a descansar en paz... porque la paz anda muy lejos y vos De Marchi, sos el culpable... el culpable de que una noche de 1979 la paz familiar se ajara, se quebrara hasta terminar siendo una larga noche.

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