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viernes, 1 de agosto de 2008

2003 – 5 años de mí – 2005: Camarote tomado

Cuando el tren de Ferrocentral arribó a Córdoba, procedente de Retiro, Juani – así le dicen los compañeros uno de los camareros en servicio – lo primero que hizo fue esperar unos minutos a que los pasajeros del coche dormitorio abandonaran sus respectivos camarotes. Así, después de unos minutos, Juani empezó a revisarlos, esperando encontrar algún objeto, de valor, por supuesto.

Todo iba bien, como siempre, hasta que al llegar al camarote 3 lado izquierdo, oyó unas vocecitas. Algo lo llevó a pensar que aún había gente dentro de él.

Apoyó su oreja en la puerta.

Estaba seguro de que, si daba algún movimiento en falso, esas voces se darían cuenta de que las estaban escuchando.

Con mano habilidosa, y tranquilidad, tomó el picaporte de la puerta y lo giró para abrirla. Pero la puerta estaba con llave.

Con audacia, salió caminando de forma tal que no oyeran su andar y regresó con una llave para forzar su apertura.

Antes de forzar la cerradura, golpeó la puerta con el objetivo de negociar. De adentro le contestaron:

- ¿Quién es?

- ¡El tren finalizó su recorrido, abandonen el camarote!

- ¿Y cuál es el motivo del cuál hemos de abandonar el camarote?

- ¿No tiene otra excusa burda para hacer?

- ¿Y qué va a hacer si no nos vamos?

- Forzaré la cerradura de la puerta

- Privación de la intimidad

- No estamos en viaje. Salga por las buenas, o lo hará por las malas.

Finalmente Juani debió utilizar la llave para forzar la cerradura. Cuando abrió la puerta, de golpe, le apuntaron en la cabeza con una escopeta. Eran empleados de TBA.

- ¿No se lo dijimos acaso?

- ¿De qué? Yo no tengo nada que ver en esto...

- ¿No? No importa, porque ahora estas viviendo en vivo y en directo el conflicto con TBA y la UF

- Pero... pero ustedes equivocaron el lugar al cual venir ¿Por qué habrían de elegir un camarote y viajar a Córdoba?

- Si querés salir vivo de acá, más te vale que hagas lo que te decimos y cierres la jeta ¿Estamos?

De repente, en la estación se escucharon ruidos a pasos pesados. Algo hizo suponer que era la policía que venía con la orden de desalojarlos. Afuera, todos estaban con las armas apuntando al dormitorio. Juani solo se limitó a pensar lo siguiente “Espero no acabar como el amigo del banco en Ramallo”.

Pero, la toma acabó por suerte pacíficamente: si no fuera por Juani que salió a interceder ante la policía para no acabar en un mal mayor, esta página, no se estaría contando.

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