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sábado, 27 de diciembre de 2008

PN al revés

Hola!
He visto el jueves pasado una cosa muy rara: un paso a nivel donde la barrera cierra no la carretera sino la vía del tren.
Ese PN está en la carretera entre Kleve y Nijmegen, en territorio alemán cerca de Kranenburg. La vía del tren es la que une esas mismas ciudades pero que está desactivada o casi, seguro que pusieron ese sistema para los raros casos en que pase un tren, pues que el conductor ponga ese sistema en funcionamiento para asegurarse libre paso.
De hecho lo hice, en el poste al lado de la barrera hay un botón con la mención BITTE DRUECKEN, lo premí y luego unos semáforos pararon los vehículos en la carretera, sonó un timbre, la barrera se abrió y no apareció ningún tren ya que sólo había un ciclista venido desde Utrecht quién estaba probando el sistema. Luego todo se cerró, se puso en la situación anterior y seguí camino a Nimega. Desde allá, volví en tren a casa.
Además, te mando algunas imégenes de la región de Nijmegen (NL) y Kleve (Alemania), y una de pruebas que hacen en la línea del TGV a París, están verificando (con material convencional) si el sistema de seguridad funciona.
La otra imagen sacada de periódico es de casas que amenazan hundirse en Amsterdam, hay fugas en presas que tienen que retener las aguas freáticas y si las aguas se marchan las arenas en las que asientan las casas se ponen a moverse, era necesario evacuar a una veintena de personas a toda prisa para que no haya desgracias personales, pararon las obras del metro en la calle Vijzelgracht y ahora se examina cono se puede continuar sin más hundimientos, cosa difícil ya que hay varios sitios que tienen tal potencial de problemas en la nueva línea Norte - Sur.
Mañana se publicarán los planes del Gobierno y los presupuestos del Estado para 2009.
Hace sol y sigo recibiendo trabajo.
Un saludo
Jan



























































































































































Lelystad

Hola!
Te mando algunas fotos de Lelystad que visité el miércoles pasado para un trabajo.
También vienen algunas de las inmediaciones del Naardermeer, por donde pasé con el tren. La noche del martes al miércoles cayó nieve y en el Naardermeer y su molino había una capa blanca.
Lelystad es una ciudad nueva con un interesante frente de mar con el Batavia (réplica de un navío que hacía el comercio con las Indias) y varios museos.
También tiene una estación del tren nueva, muy moderna, y un centro comercial y cívico, y extensos barrios residenciales. '
La ciudad es la capital del Flevoland y además un suburbio residencial de Amsterdam y de toda la zona, hay bastante gente que compra allá una casa y viaja a su trabajo en Amsterdam o en la zona del Veluwe, ya que en Lelystad las casas son más baratas que en aquellas zonas. A Amsterdam hay trenes frecuentes y una autopista. Al Veluwe hay carreteras.
Fuera de Lelystad hay en el pólder Oostelijk Flevoland casi sólo agricultura y algunas ciudades pequeñas como Dronten y Zeewolde.
Además occurrió un accidente en el metro de Amsterdam, el miércoles descarrilló una composición y estuvo en contacto con el tercer raíl (bajo tensión eléctrica), pero no hubo heridos y los pasajeros consiguieron salir del tren después que se cortara la corriente. '
Un saludo
Jan







































































viernes, 26 de diciembre de 2008

Eindhoven

Hola!

Te mando unas fotos de trenes en Eindhoven y de la fachada de la estación de esa ciudad.
Acá hubo en Utrecht un accidente ferroviario, un tren (SERVICIO pendyular entre la estación central y el museo del ferrocarril) se empotró en un poste en el museo. No hubo heridos ni daños graves al museo.
Poe exceso de trabajo no llegué a oír tus audios, voy a hacerlo en un día calmo.
Un saludo

Jan






































































Almere - el último trabajo de este año

Hola!
Antes de salir para ir ver mi madre, te mando esas imágenes de Almere, el último lugar que he visitado en concepto de trabajo, desde el sitio donde me ha tocado traducir saqué unas parmrámicas de la ciudad.
Es, como ya sabes, una ciudad nueva en los pólderes del Ijsselmeer.
Espero que todo esté bien y que tengas unas buenas Navidades.
Un saludo para tu familia y hasta enero del 2009!
Jan

martes, 23 de diciembre de 2008

Feliz Navidad!

Hola Vale!


Es con éstas imágenes del ambiente de Navidad en el museo ferroviario de Utrecht que me despido, te deseo unas felices fiestas y un próspero Año Nuevo 2009!!

Un saludo

Jan







2003 – 5 años de mí – 2008: Intimidades de la cabina

Historia del suicidado

Camilo Farias todos los días conducía trenes en el ramal Villa Ballester – Zárate. Le gustaba escribir poemas de amor a una amiga íntima de la localidad de Campana.

Un largo tiempo después, ambos lograron ser muy felices. Después de dos años de noviazgo, su amiga resolvió abandonarlo sin explicaciones.

Los días pasaban y pasaban, mientras Camilo esperaba sentado acodado en la ventanilla de la cabina de alguna gallega mientras trabajaba, que apareciera en alguna de sus pasadas por Campana su gran amor, pero ella estaba ausente.

Pero un día le brotaron las lágrimas, y no encontraba consuelo a la ausencia. Cometió los peores pecados de su vida: suplicó, se humilló, tiró un frasco de tinta china al río Paraná y lloró en cuanto rincón pudo encontrar.

Su amiga se mantuvo firme en la decisión y, según dicen las malas lenguas, empezó a salir con un conocido de la localidad de Ramallo.

Pasado el tiempo, Camilo descubrió que lo mejor era recobrar la dignidad y recordar los buenos momentos vividos. Del sufrimiento sacó fuerzas y empezó a mirar el presente con otras ilusiones, sin dejar de soñar en el regreso de su amiga. Pero no se ilusionaba, porque bien sabía que ese amor era imposible.

Sin quererlo, un noche de invierno, cuatro años después, su amiga apareció nuevamente, en estación Zárate. Por su rostro brotaban las lágrimas cuando le confesó a Camilo:

- Otra vez te amo.

Frente a esto, Camilo no supo como actuar en ese momento. El caso es que salió corriendo del edificio principal y al ver que una ALCO RSD-16 hacía una maniobra, cruzó las vías y se tiró sobre la vía donde corría la locomotora, que finalmente terminó perdiendo la vida porque sus huesos se molieron bajo las ruedas de esa ALCO y la vida se esfumó delante de aquel amor imposible.

Historia del terraplén

Mario Fleitas es el “conductor bobo” de Metropolitano Roca. Le dicen así porque siempre hace los rellenos. Su última tarea que se le conoció fue estar mirando los pajaritos en un cabín en estación Remedios de Escalada. Solo conducía los fines de semana, nunca tenía un destino fijo.

Supo tener amores con una muchacha quince años menos que él, de la estación de Gerli. La muchacha no hizo cuestión cuando una noche Mario la levantó en el andén de estación Avellaneda y se la llevó en la cabina, tampoco puso reparo en la diferencia de edades, y, además, es cierto que Mario es medio refinado frente a lo que son sus compañeros.

Pronto empezaron las dificultades.

Una noche de lluvia, Mario llevó a la muchacha y en el pajonal de Kilo 4, entre unos vagones convertidos en chatarra, apretaron apasionadamente.

Otra noche, en un desvío en el silencio de Escalada, desvistió a su compañera en su totalidad. Luego le acarició todo el cuerpo.

Días después, en un cabín abandonado en General Alvear, hicieron el amor. Lo que sí se supo es que no puso muchos reparos en que debía cuidarse.

Tiempo después se separaron. Un buen día, la muchacha rastreó el celular de Mario. Lo llamó para darle un aviso inesperado:

- Mario, estoy esperando un hijo.

En ese momento, Mario palideció. Su celular cayó al suelo, al igual que él. Y nunca más despertó.

Días más tarde, la muchacha le comentó a un compañero de Mario:

- Pobre Mario, no pudo soportar el peso de semejante noticia.

Historia de dos mundos muy distintos

Reyes Tabuenca Hernández sabe del marcado acento español, a pesar de los largos años de residencia en el país y de ser argentino naturalizado. Conduce trenes a Bragado y hace un largo tiempo empezó a fijarse en una chica con guardapolvo que todos los días espera el eléctrico en estación Liniers.

Como estación Liniers no es parada del tren de larga distancia, Reyes se las arreglaba para ubicarse en la ventanilla y observar a aquella chica del guardapolvo mientras reducía la velocidad del tren. Siempre que podía, clavaba sus ojos en ella.

Un día, sin quererlo, la chica se acercó a Reyes:

- ¿Sabe dónde debo sacar un pasaje con destino a Junín?

Amablemente, Reyes le contestó:

- En Retiro San Martín. ¿Pero qué médico va a tomarse un tren si la mitad más uno de ellos no usan el transporte público?

La chica enmudeció y Reyes quedó mirándola.

- Es que no sé conducir autos – le dijo la chica.

- Yo tampoco, pero aún así sé conducir – comentó Reyes.

- ¿Conducir?

- Claro. ¿Y quién lleva el tren si no es un hombre?

Días después volvieron a verse en Once, pero solo se saludaron. Finalmente, una noche, se encontraron en estación Liniers.

Reyes tomó de la mano a la chica y salieron caminando por Barragán. Al llegar a la avenida Juan B. Justo, en un rinconcito, Reyes puso contra la pared a la chica y la apretó apasionadamente.

En el encuentro siguiente, Reyes llevó a la chica a un telo cerca de estación Liniers, donde hicieron el amor.

Tiempo más tarde, la chica empezó a fugarse con Reyes en la cabina, con destino a Bragado.

En tanto, Reyes empezó a darse cuenta que la médica con la cual mantenía una relación sentimental, no podría llegar a buen puerto. Por más que le demostrara sus finezas, resultaba imposible continuar y que en cualquier momento, ella se inclinaría por una persona más cercana a su oficio.

Y resultó efectivo el pensamiento de Reyes: en el momento menos esperado, ella se enamoró de un contador de la localidad de General Rodríguez. Entonces, cada vez que conduce los trenes a Bragado, detrás de su uniforme de ferroviario, recordará que aquel amor, fue una simple aventura.

2003 – 5 años de mí – 2008: Cosas del amor

Todos los días Fernando envidiaba el metro setenta y cinco de Soledad. No le importaba donde estuviera, pero su sitio predilecto era la ventanilla de la locomotora, así le permitía una mejor imagen.

Cualquiera fuera la vestimenta de Soledad, para Fernando era su chica. La equis, según hacías los planteos en la jerga de las matemáticas, era cómo ganársela. El quid de la cuestión.

Sabía algunas cosas: todos los días tomaba el tren en Plaza y se bajaba en Berazategui.

Nunca usaba polleras. Siempre iba a los pantalones, zapatos comunes y corrientes. Pero jamás dejaba de mostrar el ombligo, tenía un arito hermoso. Y una silueta como la de ella sola.

Fernando siempre moría por tenerla consigo.

Entre idas y vueltas, un día se llevaron por delante. Sin querer.

“Disculpe” – le dijo Soledad mientras caminaba apurada por el andén 9.

Fernando se quedó mirándola “De algún lado me suenas conocida”.

“Te equivocas” – pegó media vuelta y siguió su paso presuroso.

Lo que no se percató Soledad, fue que Fernando, en vez de subir a la locomotora, subió a la formación. Y la siguió.

En Berazategui bajaron ambos. Soledad fue al baño, al único disponible. Al salir se lo topó.

“¿¡Otra vez aquí tú!?”

“Yo estoy en varios sitios, donde sea linda” – dijo muy sueltamente.

“¿Y se puede saber cuál es el motivo por el cuál me persigues?”

“Tú eres el motivo. Mírate en el espejo y verás”

Acabó en un fuerte palmazo en la mejilla izquierda. Solo hizo una mueca de dolor.

Durante varios días optó por tomar el tren anterior al cual tomaba habitualmente. Al menos consiguió tranquilidad.

Y al mismo tiempo planeaba hacerle algo para jorobarlo.

Se le ocurrió fingir un amor. Lo único cierto en todo es que le salió pésimo el plan.

Con sus raros artilugios consiguió dar con la dirección postal de Fernando. Y allí le mandó una carta.

“Fernando:

Antes que todo, me excusaré de pedir disculpas por la horrenda bofetada de hace un tiempo atrás en pleno andén, pero un mal día lo tiene cualquiera.

Me gustaría poder conocerte más a fondo, vivo apurada, tengo un trabajo un poco pedorro, pero bueno, me da de comer.

Me gusta poder compartir cosas con otras personas, pero quisiera que tanto tú y yo tuviéramos algo en común que nos lleve a buen puerto.

Tengo mucho para darte y poner a tu disposición, manos, boca, cuerpo… lo que se te ocurra.

Pero déjame conocer tu geografía, en cuerpo y alma, te haré sentir el mejor hombre del mundo. Te quiero. Te amo.

Soledad”

Leyó la carta, la dio un par de vueltas y la dejó metida en un florero restándole importancia.

“¿No tendrá otra cosa con qué romper las bolas?” – se preguntó asimismo mientras cocinaba un puchero. Justo sonó el teléfono.

Levantó el tubo “Hola”.

Del otro lado era Soledad, y se dio cuenta que era la voz de Fernando “Hola Fer, soy Sole, me supongo que as recibido mi carta ¿no?”

A Fernando la temperatura corporal se le subió más que cuando suele tener fiebre en las gripes.

“¿Tu carta? Ah… sí, que tonto, sí, la leí”.

“¿Te gustó?”

“Ni chicha ni limonada”

Metió la pata mal.

“¡Boludo al cuadrado! No conozco cursos para escribir cartas de amor”

“¿Y a mí qué carajo me importa? Me resbala un soto”

“Pues yo sí me fijo”

“Anda que vas a salir con fritas” – colgó Fernando.

Esa noche, le tocaron el timbre de su puerta. Pensó que no fuera Soledad. Por suerte era su novia Mariela.

“¿Te has enojado?”

“Una mina que quiere tenerme al jaque, le voy a dar con jaque mate y todo” – le contestó Fernando.

Pero Soledad iría más lejos.

Esperó a que llegara a su casa y ahí lo atracó contra la pared “No me cumpliste la otra vez” – le dijo Soledad.

“Estás loca, mil veces loca”

“No, porque me dijiste que me amabas”

“Yo nunca sería capaz de reventar a otra persona”

“Sí, a tu novia, Mariela Pajon. Nada se me escapa a mí. Pero no te vas a llevar esto de arriba”

“No me sigas jodiendo porque voy a llamar a la policía”

“¿En serio? Tu celular te lo afanaron”

Fernando se tocó los bolsillos y se dio cuenta que le faltaba su celular. Se quiso morir. Pero se le ocurrió una de último momento.

“¿Me dejarás ir en libertad si te invito a salir en este momento, a pasar una noche a solas?”

“¿A dónde?”

“A un telo. Donde estaremos juntos, sin que nadie nos vea”

Salieron en un tren rumbo a Sarandí, donde se bajaron. Allí fueron a un albergue transitorio donde uno y otro nunca se supo si disfrutaron la noche o no. Sí se supo que se quitaron las ropas y se tendieron en la cama.

Que se besaron y se acariciaron.

Que hicieron el amor.

Que así estuvieron toda esa noche.

Por varios días, Fernando creyó habérsela quitado de encima definitivamente. Pero aquel sábado de octubre, jamás olvidó cuando esperó a Mariela en Plaza Constitución.

Las cartas estaban echadas.

Fernando si bien miraba a Soledad, bien sabía que su corazón le dictaba que él estaba hecho para Mariela. Y ante la escena amarradita de Fernando con Mariela, jamás podrá perdonar todas las veces que le dijo que lo quería.

Sí cometió la mayor imprudencia de su vida: aprovechando la distracción de los empleados, sacó de la oficina un freno de mano y fue hasta la GR-12 estacionada en el andén 11. Se supo que la colocó y salió con la máquina.

Todos miraban estupefactos, Fernando estaba atónito.

Su locura acabó a los 50 metros, cuando la policía la llevó a la comisaría. Antes de ir al móvil policial, le gritó “Mentiroso resentido”.

Pero él siguió en la suya: Mariela ocupaba el lugar de privilegio.

“Lo siento si ella se sintió despechada. Pero primero está Mariela” - le dijo Fernando al superior.

2003 – 5 años de mí – 2008: Elisabetta [2008]: Conversaciones en tres tiempos

El calor que hacía ese domingo era infernal, pero el cielo y las temperaturas me recordaban a que en vez de estar en la piedra de Buenos Aires, pintaría cerros… el paisaje de quebradas del norte. Pero bueno. Solamente estaba estacionada en el andén 13, en Plaza, esperando… esperando la carroza, tal vez. No sé. Pero sé que en todos los años que llevo circulando para un lado y para otro, he visto y conocido personas y personajes. De todos tipos.

Diré de una atracción fatal que lleva tiempo dando vueltas en las vías y con mi melliza Doris hacemos el sucio y fino trabajo de oficiar de chusmas. Sin dormirnos en los sueños, solo nos basta apagar los motores, quedar quietitas para dar el zarpazo. Creo que en el silencio captamos más que un ojo humano.

Volvamos a la atracción fatal.

En mi vida he sido protagonista de cosas raras, pero el día que vino este muchachito, guapo, alrededor de unos 24 pirulos, fue……….. una atracción fatal. Yo quería tenerlo en un retrato conmigo. Y eso que le hacía lucecitas……. Qué se yo. Doris se reía a cuatro vientos y se divertía con las chicas mayores, pero a mí se me caía la grasa, el aceite, perdía el combustible… y todo por ese chico.

Mis orejas invisibles que todo lo escuchan, le oí que se llamaba Martín.

Cuando toma el timón………… ¡Por favor! Acaricia el controller como acariciar a su novia. Y yo enloquecía. Y el freno me generaba una excitación terrible……….. quise entablar conversación, pero él enmudeció. Nunca pensé que él mismo quisiera callarse la boca ante su chica de trabajo, en fin………………….

Pero como los chusmeríos están a la vuelta de la vía, Doris me chifló que Martín se consiguió una novia. Pensé que estaba loquita, pero era cierto lo que me dijo. Y comprobado quedó una tarde, yo en la vía de servicio, los ví apretando. Y con tutti!!!!!!!!!

Muy sutilmente, tuve acceso a ella. Quien sabe, fue más cariñosa y se sentó a conversar conmigo.

“Espero no ser la causa de que medio pasado se te venga encima” – empecé yo.

“Y………. en parte sí” – me contestó mi interlocutora.

“Nosotras hemos sido muy buenas amigas”

“Pasamos muy buenos momentos, son muchos años, somos compañeras de viaje. Lamento mucho haber abandonado esto de golpe y porrazo”

“Es verdad. Doris me pregunta por esa chica…”

“Yo sé de Doris. Es tu melliza, la de los dolores de cabeza”

“Te espero en un próximo viaje a donde sea”

“Cuando menos lo imagines, te pido que no derrames ni una sola gotita de todo esos elementos líquidos, semilíquidos y semisólidos que llevas dentro, guardalos para un buen viajar, yo a él, te lo presto”

“¿Por qué me lo prestas?”

“Porque él es un compañero de viaje”

“Antes que tú estoy yo”

“¿Y a qué lleva a pensar que antes que yo estás tú?”

“Porque somos compañeros de viaje y soy su fuente de trabajo. Gracias a la existencia de varios seres como yo, él tiene trabajo. Y con trabajo, tiene sus pesitos. Y con sus pesitos, sueña……… con alas de libertad”

“Eso es cierto. Pero yo te lo presto”

“Si piensas un poquito más, y haces cuentas de todas las horas viajeras, llevamos más de convivencia nosotros que contigo”

Se quedó mirándome pensativa.

“A mí me hace feliz. El viajar por el mero placer de querer rodar”

Y justo apareció Martín. Que ambos se abrazaron y se besaron ahí nomás, hizo que mis luces se dieran vuelta.

Me pregunto qué tiene ella que no pueda tener yo.

Subieron los dos, él por supuesto, encendió mi motor para dar una vueltita, por ahí, llevando en la cabina a su querida novia de verdad.

Yo que estuve pensando que durante un largo tiempo éramos buenos amantes de los viajes.

Que cuando volvió a parar siguió apretando como si nada, en la cabina, por supuesto. Y ese domingo soleado, fue cuando en vez de cerrar los ojos, le plantee muy sutilmente:

“¿Qué tiene ella que no tenga yo?”

“Simple. Un nombre de pila por cual llamarla”

“¿Y qué? Yo también tengo uno, y es Elisabetta”

“Y el de ella es Julieta…. Y es humano”

“Pero soy tu fuente de trabajo” – plateó imperativamente.

“Y Juli es el motivo por cual elegí querer una persona, sin desmerecerte”

“Pero no me has dicho qué tiene ella que no tenga yo”

“Algo muy lindo: el futuro conductor que puede llegar a acariciarte a ti en el lugar mío”

Qué tierno…………….

lunes, 8 de diciembre de 2008

2003 – 5 años de mí 5 – 2008: Arcoiris electoral

2ª parte

“Sus intenciones eran muy buenas, estaba rodeado de tipos que, a mi juicio, los hubiera mandado a la gallola por varios años, lustros y, décadas también, porque la tarra, la desaparecieron, pero al menos que sepan que en libertad hicieron ese negocio sucio, ahorita que la paguen en un cuartucho de 2 x 1, hacinados, por cierto”.

“Nunca me dijo que quisiera ser delegado…”

“Estaba todo cocinado para que él representara una de estas asquerosas listas del arcoiris. Pero el día que vió lo que estaban haciendo todos los candidatos, los siete, les pegó un portazo mal”.

“¿Cómo un portazo?”

“Porque él supuestamente representaba a la lista amarilla, y, cuando vieran su nombre ahí, sabían que todos iban a votar esa lista y que los demás perderían por goleada mal. El problema era que los demás compañeros están podridos de siempre aguantar esta misma bosta, chupamedias, rastrera al mango, lambeculos de los de turno que nunca hacen nada, y cuando lo vieran, lo votarían porque conocían su forma de pensar y actuar. Pero les pegó el portazo porque usarían su nombre para hacer un fraude electoral, y seguir con más de lo mismo: afanando, mintiendo y metiendo gente a dedo, coimeando y amenazando”

“Y eso que es muy inteligente”

“Y mucho más de lo que imaginas. Cuando crees que no ve nada, ve más de lo que te parece. Lo observa todo. No por nada le generó un dolor de cabeza por una pésima liquidación de haberes que le hicieron. A solas me comentó, angustiado, que había decidido dar un paso al costado. Iban a hacer un fraude de urna doble fondo, hasta habían conseguido algunos documentos truchados… todo una falsedad. Era tarde”

En la mesa de la casilla de los maquinistas en estación Buenos Aires encontró una publicación del sindicato. Y el título destacado era el escandaloso fraude y violencia en las elecciones a delegados en la seccional Tapiales. Pero no encontró en el texto nada referido a Agustín Supalama.

Volvió en el tren a Marinos del Crucero General Belgrano. Pensó en la boletera Amparo, allá en González Catán. “¿Y por qué habría querido llevarme al cuarto?”

Sintió sed y al llegar a destino final, pidió un vaso con agua. Cuando lo bebió, sintió que tenía un gusto amargo. Pensó que le estaban dando alguna bebida tipo Terma o algo así. A los minutos cayó dormido.

Despertó en la casilla de los cambistas. Mareado, casi no podía ubicarse en tiempo y espacio. Le dolía la cabeza. Apenas tuvo conciencia suficiente para darse cuenta que lo habían desnudado. Le estaban acariciando el cuerpo, de arriba abajo.

“¿Qué… qué… ha…a…a…a… hago a…a…a…aquí…i…i?” – preguntó perdido.

Y Amparo le contestó – “Ángel, vos aceptaste venir acá conmigo ¿no recuerdas?”

Ángel no recordaba absolutamente nada. Solamente percibía que Amparo estaba teniendo relaciones.

Ella se fue. Él quedó tendido en la cama hasta que recobró la conciencia. Se vistió y llegó el señalero Félix González Berrocal.

“Peluffo… Peluffo… ¿Qué te pasó?”

“No sé…” – contestó aún algo perdido.

“¿Qué hacía esta mina acá contigo? ¿Tú viniste a…?”

“Cuerdamente no aceptaría estar con esta puta baratija de Amparo, pero tengo una amarga sensación…”

“Pero tenías sueño…”

“Me pedí un vaso de agua y me dieron algo con gusto amargo…”

“Y te trajeron acá… bien”

“No sé… pero me habían quitado hasta los calzoncillos”

“Sencillo Peluffo: la puta baratija de Amparo es la cómplice: aprovechó tu estado de inconsciencia, te desnudó y acabó contigo. No tiene vueltas. ¿Cuántas veces ha intentado traerte acá?”

“Creo que unas varias…”

“¿Ella será la cómplice de saber cuál fue el destino de Supalama?”

“Por supuesto, que no te quepe duda alguna”.

Sin dar demasiadas vueltas, en un zanjón al costado de la casilla de señales, encontró lo que no se esperaba: sumergido, en el barro podrido, estaba el cadáver de Agustín Supalama. Estaba atado de pies y manos, y en sus espaldas varios tiros. Olía a putrefacto.

“Esto lo han hecho mucho antes de las elecciones…” – le dijo Félix a Ángel.

“Ya tengo un motivo suficiente para empezar” – contestó Ángel.

Después del trabajo de la policía científica, apareció el resultado de la autopsia: estaba atado de pies y manos, recibió unos 15 balazos por la espalda y para continuar su lenta agonía, lo arrojaron al zanjón. Entonces, la justicia tomó cartas en el asunto.

No se tardó demasiado en saberse que detrás de esto estaba el sindicato. Alguien lo calificaría de crimen mafioso. Pero ellos, los delegados, usando los mismos artilugios de siempre, consiguieron zafar de ir presos.

Pero Ángel volvió a la estación González Catán. Vestía bajo su uniforme de ferroviario, un piloto largo. Fue derecho a la boletería buscando a Amparo y la encontró que recién terminaba de despachar boletos. Midiendo la distancia, se puso de perfil, abrió su saco y con el brazo izquierdo, escondiendo en el piloto tenía la escopeta. Tomándose el tiempo del mundo la levantó, apuntó y sin mediar palabras, efectuó un solo disparo. Suficiente para romper el vidrio y acabar en el medio de la sien de Amparo. Luego bajó el brazo con suma tranquilidad y se fue a tomar servicio.

“Lo siento Amparo, pero te lo merecías. Por hija de puta… por cómplice te ganaste el mote de puta baratija”.

Y se marchó con la U-13 rumbo a estación Buenos Aires.

2003 – 5 años de mí 5 – 2008: Arcoiris electoral

1ª parte

Acabó de meterse las manos a los bolsillos. Caminaba arrastrando los botines sobre el polvoriento suelo de tierra. Por su pensamiento tenía presente que había votado para el sindicato. ¿El sindicato? Un arcoiris de listas: siete. Una roja, una naranja, una amarilla, una verde, una azul, una añil y una violeta. ¿Para qué siete listas en un roñoso galpón como este de Tapiales? Cuatro ferroviarios roñosos votando una manga de inútiles e ineptos que se cagan en todo y absolutamente todo. Y por cierto, uno a cuan lleno de expedientes en la justicia…

Una agria sensación tenía Ángel Peluffo. Se apoyó pesadamente contra una columna. Y miraba hacia las vías como pasaban los trenes por la estación.

“Acabé de votar Ángel” – le comentó Edson Mejía.

“Ya eché ese puto papelito” – le contestó Ángel.

Y siguieron mirando los trenes pasar. Hasta que se oyeron gritos a lo lejos.

Edson fue a ver de qué se trataba, pero Ángel ni se inmutó. Ni le interesaba quien ganaba. Le resbalaba totalmente.

Cuando se le ocurrió, salió al patio trasero hasta que llegó al sitio. Había una batalla campal por el asunto del recuento de votos. Piñas y patadas entre los candidatos.

Ángel tomó su celular y llamó al 911 así se iban un rato a la gallola.

“¿Qué hace Peluffo?” – gritó uno de los que estaba en el suelo.

Otro le contestó “¡Está llamando a la cana boludo!”.

Al rato vino la policía y se los llevó a todos. Pero fue más el tiempo que tardaron el llevarlos que en regresar al taller de Tapiales.

“¿Para qué carajo llamó a la cana Peluffo? Usted siempre haciendo cosas de idiotas” – le increpó el candidato de la lista azul.

“¿Acaso no pasaron un ratito hermoso?” – le contestó con una pregunta irónica Ángel.

“Usted absténgase de hacer lo que debe hacer, que nosotros sabemos qué debemos hacer”.

“Sí Ojeda ¡robar!” – increpó Ángel al candidato de la lista verde.

Un día fue solicitado para cubrir a un compañero en el servicio a González Catán.

Al día siguiente, por el mismo motivo, también debió suplir al mismo compañero.

Al tercer día le tocó hacer lo mismo. Se preguntó qué estaba pasando con Agustín Supalama que hacía tres días le estaba haciendo el reemplazo.

Se le ocurrió preguntar en boletería. Y estaba en ese momento Amparo.

“¿Eres Ángel Peluffo, quien hace el reemplazo de Supalama?”

“Sí. ¿Alguien por casualidad no sabe nada?”

“¿De Supalama?”

“Digame… ¿Usted se hace o es…?”

“Peluffo… puede que esté deseando saber de otra persona” – le dijo por detrás el jefe de estación.

Amparo no se quedaba atrás “Por detrás Ángel… ¿hasta dónde serías capaz de llegar por conseguir algo?”.

“Si esperas que me quede en bolales, vete con el añil” – le tiró una indirecta Ángel.

“Nunca sería capaz de pedirle una cosa semejante… aparte, conociéndolo, si debiera elegir, elegiría un buen apretón y arrancarte un flor de chuponazo”.

“Andá a mamarte al boliche más grasa de todo González Catán”.

Obviamente que Ángel Peluffo no transa así porque sí. Se corrió hasta Merlo Gómez donde lo esperaba la novia de Supalama. Ella le había pedido expresamente que su novio no se metiera en esa campaña electoral del sindicato. Había recibido amenazas anónimas.

Cuando Natalia vió venir a Ángel, vió en él un hálito de esperanza de encontrar a su novio. Corrió a tomarlo de las manos. Ángel la llevó hasta un banco. A charlar a calzón quitado.

“Seguramente hace mucho tiempo que te dije que convencieras a tu novio de que no se metiera con estas ratas del sindicato” – le comentó Ángel.

“Me dio la impresión de que me mintió…” – se bajoneó Natalia.

“¿Qué te decía?”

“Que no tiene nada que ver, que no se mete y… y esas cosas”

“Agustín en realidad por andar atrás de las elecciones, descubrió algo que nunca debió haber descubierto”

“¿Algo del sunga?”

“El sunga fue así: Parece que durante dos años casi tres, estos tipos se estuvieron guardando la platita destinada a la reparación de los coches en la línea. Entonces, truchaban todo y eran los que manejaban quien entraba y quien salía del ferrocarril, quien hacía los cursos y quien no. Cuando se vino la hecatombe en el San Martín, de alguna forma había que justificar las actuaciones de Metropolitano”

“El nunca me dijo del sunga”

“Te debe haber contado lo del bolales…”

“No entiendo…”

“Verás… ¿alguna vez has pensado que tu novio te haya metido los cuernos?”

“He tenido algún presentimiento que hacía eso, pero no sé…”

“Sé más de lo que a Agustín le pasó”

Natalia miró al piso, algo angustiada.

“Ya no hay remedio, da bronca pero desoyó lo que le dije desde un inicio. No lo hacía por hinchapelotas, sino por su bien”.

“¿Y cómo siguió lo del sunga luego de la hecatombe en el San Martín?”

“El sunga lo disfrazaron por un tiempito con el nombre de Sauna”

“¿Sauna?” – interrumpió.

“Sí, sauna, que en realidad lo que era Tapiales era el aguantadero de estas mierdas del sindicato”

“Y me supongo que el sauna continuó siendo la misma mierda de lo mismo que era el sunga…” – supuso.

“Exacto. Un lavaje de caras. Y cuando rajaron de una patada en el culo a Metropolitano, hicieron al mismo tiempo otro lavado de caras”

“Y siguieron bailando dentro de la misma mierda”

“Con el mismo olor, lo peor de todo”

“Veamos… si el sunga, el sauna o como fuera, era una tramoya del sindicato… ¿qué carajo hacía Agustín ahí?”

“Agustín pecó de inocente. Siempre le advertí que estos tipos eran de la última y peor calaña, y que como que siguiera así, le iban a serruchar el piso mal. Él se justificaba diciendo que algún día podría llegar a ser delegado y hacer las cosas políticamente correctas”

Natalia miró el tren pasar.