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jueves, 27 de diciembre de 2007

A4.Café Ferroviario IV: Zoo de dos patas

“¡¡¡A tomar el café!!!” –gritó Vega y Camarero Mansilla hizo sonar su bocina insistentemente.

Al café cayó, en primer lugar Dalceggio que sigue tratando de que alguno la repare. Luego aterrizó Mardel, Karpik vino junto con la Chabona RSD 16 (La 8456), Cañuelas consiguió traer consigo a Mercedes y a Peperina, así quedó la ronda. Junín, como era de esperar, no quedaba invitada por su comportamiento.

Con las diez de últimas llegó desde Sarmiento Menéndez, casi más y se clava de frenos “Menos mal que rajé a tiempo de la batalla campal de Once” –dijo con la lengua afuera.

“¿Qué pasó en Once?” –pregunta Dalceggio.

“Resulta que en TBA había problemas de atraso con los trenes y entonces la gente enardecida prendió fuego todo lo que tuvo a su paso: molinetes y boleterías las arrasaron” –contó Menéndez.

“Si por lo menos le sirviera de castigo...” –acota Mercedes.

“Bien lo dijistes Mechi, pero este invento de los molinetes es de TBA, lo peor de todo es que estamos destruyendo lo que es de todos” –agrega La Chabona.

“Sí, claro, pero qué no se prenda fuego nunca un tren en Once porque de ese infierno no sale nadie, se quedan todos atrapados” –resume Karpik.

“No lo sigas incendiando, ya se incendió bastante por el día de hoy” –dice Menéndez.

Pasa Lomas y las saluda. Al menos Mercedes y La Chabona la saludaron.

“Bueno, Lomas nos cortó el hilo de la charla. ¿de qué íbamos a hablar?” –pregunta Vega.

“A ver, a ver Vega, lo tengo en la punta de la lengua” –contesta Camarero Mansilla.

“A ver, a ver quién se quiere divertir” –canta Mardel.

“Ja, ja!!!!” –se ríen todas.

“Oh, cosa: la canción que está sonando es una de León Gieco, esa que tiene una parte que dice “...extraño por unos días a mi hija y a mi mujer...” –aclara Peperina.

“El tema era de los animales parecido a los humanos, derecho viejo” –repone airosa Cañuelas.

“¿Y Junín?” –pregunta Temperley sumándose al café.

“Nooooo, ni lo menciones che. A ver si se viene y nos hace quedar como el traste. Déjala que cante los tangos del Zorzal, que le quedan muy bien” –le responde Camarero Mansilla.

“Con razón se pasa las 24 horas ahí afuera cantando” –repone Temperley.

“Ya, dejemos de tantas boludeces y empecemos nuestra charla, sino va a llegar la hora de rajar de acá y ni siquiera nos habremos enterado de que...” –dice Mercedes.

“Vieja, el tema es el zoo ¿entendido? Si no lo entendistes, lo vas a entender ahorita mismo” –le corta Peperina.

“Tenemos a Pedraza, pero mejor empecemos con Molina” –sugiere Menéndez.

“Ese es la lechuza de TBA, hace una muy buena pareja con Fernandito...” –propone Vega.

“Fernandito es la paloma mensajera: está en Plaza, en Belgrano S y en Retiro” –dice Menéndez.

“Che, ¿y ese que siempre hace quilombos en TBA?” –pregunta La Chabona.

“¿Cuál? ¿Ese porrudo teñido de rubio hippie?” – le repregunta Temperley a La Chabona.

“Sí, ese” –contesta La Chabona.

“Ese es un parásito” –repone Camarero Mansilla.

“Mejor le queda el de medusa: ¿no vieron que se asemeja más a eso?” –sugiere Temperley.

“De veras... nunca se me ocurrió pensar en una especie acuática” –dice Dalceggio.

“¿Y Montoto?” –pregunta Cañuelas.

“Aaaahhhh! Ni idea. ¿Qué bicho podría asemejarse a él?” –sugiere Karpik.

“No sé, pero Iglesias es un animal doméstico: está encerrado” –agrega Mercedes.

“¿Perro o gato? ¿cuál de los dos?” –pregunta Vega.

“Digamos que gato, pero manco: porque no supo ni como tapar las c...” –dice Sevigne veinte metros de distancia.

“Esta tiene un oído biónico, no sé cómo escucha todas las charlas...” –dice Mardel.

“Pero cómo no va a ser biónico su oído si hace tiempo y espacio está detenida acá. Sos gil ¡che!” –le responde Karpik.

“¿Y quién podría ser la cucaracha?” –pregunta Mercedes.

“Parásito le cuaja perfecto a Pedraza” –acota Peperina.

“¿Y Montoto?” –pregunta Cañuelas.

“Pará, no sé, ya va salir algo de la gatera” –le responde Camarero Mansilla.

“Cucaracha le va bien a Maturano: es un cucarachón, jode cada tanto a los maquinistas” –dice Peperina.

“Ah, la tengo Cañuelas. Montoto vendría a ser uno de esos bagres sueltos a pescar, esos que vos misma alguna vez mencionastes” –le contesta a Cañuelas Karpik.

“Nos faltaría quien sea el sapo” –agrega Mardel.

“Sapo es el bicho que nos hacen masticar por las cosas que se mandan ellos: por ejemplo, siempre reitero y vuelvo a lo mismo, el pulpo de TBA, especialista en sacar a flote locomotoras desarmando otras. ¿Se acuerdan de esa tan escandalosa 9039?” –dice Mercedes.

“No recordar esa clase de escándalos equivaldría a no tener memoria ni sentido común” –dice Menéndez.

“Diganme: ¿alguna sabe si Iglesias está en Delitos Complejos?” –pregunta Mercedes.

“No está ahí, pero debería estar ahí el Gato Manco” –dice Peperina.

“No porque sé que en Delitos Complejos está la Mary July” –dice Mercedes.

“Sí, esa. Pero no está ahí, no sé ande está preso” –contesta Peperina.

“¿Alguien imagina cómo será la celda del gato manco?” –pregunta Vega.

“Roñosa, con los regalitos ahí dispersos y causas que llegan hasta los techos de los juzgados” –dice Mardel.

“Ja, ja” –se ríen todas.

“Y con mucho olor, no se olviden” –acota La Chabona.

“¿Y la Medusa?” –pregunta Dalceggio.

“La Medusa siempre aparece para los quilombos contra TBA, lo último que le queda por hacer es un piquete de medusas para frenar el tránsito de truchas por default” –dice Menéndez.

“¿Y el cucarachón?” –pregunta Cañuelas.

“Durmiendo la siesta” –contesta Karpik.

“La palomita mensajera anda dando vueltas por todos los sitios... ¿alguna sabrá donde tiene su casa?” –sugiere Camarero Mansilla.

“Si su casa es un palomar, a lo mejor dormirá en el primer árbol que encuentra a su paso” –dice Dalceggio.

“¿Molina?” –pregunta Temperley.

“Molina... ¡Me olvidé qué animal era!” –se altera La Chabona.

“Ya, no subas la presión, Molina es la lechuza” –le contesta Peperina.

“Y anda por alambrados y tendidos eléctricos, pero éste duerme dentro de alguna jaula que se mueve según el sitio donde vaya: Retiro u Once” –dice Sevigne.

“¿Y el parásito?” –pregunta Mercedes.

“El parásito se chupó a Belgrano Cargas” –dice Peperina dejando a las demás boquiabiertas.

“Digamos que también por ahí al Tren Alma” –dice Mercedes.

“¿Y aumentó su tamaño en varios micrones?” –pregunta Vega.

“Y... tantos como quieras imaginar” –responde Peperina.

“Al Tren Alma no se lo va a chupar si no tiene nada que le sirva, es al pedo” –dice Mansilla.

“Ah bueno” –se consuela Cañuelas.

“Ese no es el caso Cañuelas. ¿Vés por qué jorobo con eso de los bagres sueltos?” –responde Karpik.

“¿Y nosotras qué somos?” –pregunta Temperley.

“Simplemente locomotoras, prisioneras de delincuentes” –dijo sin anestesia Dalceggio.

“Mi canto se hace esperanza en tu voz, y en presente conjugo tu sueño...” –dijo Karpik a modo de consuelo.

Sonó el timbre de las 18.55 horas. La noche cayó, solo la luna alumbraba los rieles...

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