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viernes, 30 de mayo de 2008

Trenes de Honor XXVII: La Biblia y el Calefón de Úrsula

Quiero que sepan que no tenía previsto hablar sobre temas relacionados con la política. Y mucho menos cuando debo hablar de ferrocarriles y política, aunque me parece que de estos temas puedo estar hablando un año entero y siempre es actualidad, idéntico al tango Cambalache de Discepolín. Sin embargo, y pese a mis buenas intenciones, voy a hablar sobre trenes y política.

¿Por qué cambié de idea? Muy sencillo: porque de lo último que acabo de enterarme, precisamente, de los trenes de alta velocidad a Mar del Plata, me vino a la mente un rosario de recuerdos, que según pasan los años, pasan las elecciones, cambian los presidentes pero no las promesas. Lástima que esos recuerdos no sean tan tocados en la televisión como el gol del Cuchu Cambiasso, ese de los 25 toquecitos a Serbia y Montenegro... y fíjese más: examinado hasta el último punta y coma. Lo otro... pasó y pasó. Listo, chau.

Prometer para los políticos es como una mujer que seduce al hombre, claro, cuanto más provocativa, aún más seducirá. Y así son las promesas, sobre todo en tiempos de elecciones presidenciales. Yo tengo varios ejemplos para dar, porque algo que visto para atraer voluntades políticas es esta carnada: los trenes. ¡Y qué carnada ésta! Quienes fueron despojados de los trenes de pasajeros que venga un alguien a prometérselos de vuelta, ya es suficiente para creerle. Como todo, con esa promesa, van, lo votan, gana y después “Si te he visto, no me acuerdo”.

Desde aquel trágico 10 de marzo de 1993, recordar al Turco es un retorcijón de tripas seguro. Y desde entonces, los trenes se han convertido en la promesa política por excelencia para ganar votos. Siempre que se tratara de prometer y prometer, diversas fueron las estrategias utilizadas para tal fin, aparte son los resultados. Entre esas promesas que yo recuerdo, figuran;

  • En 1994 cuando el gobernador de Río Negro, un tal Horacio Masacesi (Seguro que escribí mal el apellido de ese hombre, pero no recuerdo ni cómo se escribe) salió en una formación ferroviaria recorriendo el país prometiendo trenes a todos. Lo que le sucedió es que tuvo que irse a dormir al camarote amargado por el fraude del Turco en ese entonces.

  • En 1999 el Cabezón y Palito se montaron en el Tren de la Esperanza con el mismo cuentito, ahora, lo que los organizadores de campañas electorales no se avivaron de hacer fue dejar a Palito en los escenarios. Casi nada, debieron sortear el piquete de Stroeder hasta que un buen día aparecieron en Retiro Mitre meta bombo y platillos. En esta ocasión, ganó Fernando VII, en el séptimo sueño, pero dentro de un tiempito, ya lo íbamos a encontrar ahí, en el mismo lugar que había peleado en la campaña presidencial a Fernando VII pero de los trenes... bueno, cambiemos de tema, mejor.

  • En el 2003 otro que se postulaba a la carrera de la Rosada era un nockeado. Sí, el mesiánico carismático, ególatra Adolfito Rodríguez Saa-natero. Después que en el 2001 renunció por nock out técnico a la presidencia de la nación, lo teníamos nuevamente prometiendo árboles y... ¡Trenes!

  • Otro participante de la misma carrera era éste. El Pingüino Aparatoso del Sur. También prometía trenes! Una diferencia: este lo tenemos dando vueltas y es el que manda por ahora. Y no sé si no lo tendremos nuevamente en el 2007.

¿Qué es lo que hace que los trenes entren en la historia y queden grabados a fuego en la conciencia colectiva? Tal vez haya un buen motivo para explicarlo. Es que más de diez años después la gente comprendió que el error que hizo Menem costó carísimo. Tal vez porque después del corralito y el corralón, la devaluación y el dólar por las nubes, las tarifas de los micros se fueron a las nubes y, descubrieron que los trenes son la solución más económica de viajar. Pero creo que expliqué una parte, porque me olvidé de decir que los trenes forman parte de la historia de los pueblos que se fundaron a la vera de las vías, trajeron la cultura y, sin dudar, el trabajo para todos. Es decir, le ferrocarril trajo a los pueblos tecnología también, puesto que entre viajar días y días en una carreta era muy distinto que hacerlo en tren en apenas unas horas... aunque también lo hacemos en cuestión de minutos.

Personalmente creo que los trenes, a pesar de todo, tienen un lugarcito VIP. Cuando revuelvo los momentos más emotivos, ahí veo cuando la gente aún sigue amando al ferrocarril. Hay mil formas de expresar alegría, pero cuando la gente se agolpa a darle su bienvenida, como ha ocurrido con el Cordobés, el Santafesino o el mismo Gran Capitán, son la evidencia más clara de aquel reencuentro. Lo único que empaña este tipo de fiestas es la presencia masiva tachinera de los políticos sacándose fotitos hasta con la locomotora!

En definitivas. Podemos venerar a los trenes, idolatrar a algún expreso en particular, pero debemos tener cuidado porque el simple acto de mover trenes proviene de un acto humano, y abusar de ellos, corremos el riesgo de dañarlos hasta llegar, a su destrucción. No debemos abusar de ellos, ni tampoco hacer promesas imposibles de realizar, ellos forman parte de nuestra historia nacional, son más frágiles de lo que uno cree. Miren, hace unos cuantos días atrás, Kirchner reflotó una idea nada nueva, que es un tren de alta velocidad a Mar del Plata, pero revisando antecedentes, éste quiere hacerlo en dos horas y media pero previamente había hecho una idea así su antecesor, el Cabezón Duhalde, con la diferencia de que a Mar del Plata se llegaría en tres horas. Pero el cuento de los trenes bala no solo viene para los marplatenses, sino que alguna vez alguno abrió la boca para anunciar uno similar con destino a Rosario. Megaobras que son como las promesas electorales, pasan los gobiernos y, como alguno dice por ahí “No pasa naranja”.

Lo que les digo. A los trenes hay que tratarlos con sumo cuidado, pues este gran invento de la humanidad para competir con los transportes carreteros, como los micros, son frágiles. Salvando las distancias, algo así como las piezas históricas que poseía la versión antigua de la estación Haedo antes de ser arrasada aquel 1º de noviembre del 2005. Piezas delicadas, como todo lo que es único y genial.

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