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sábado, 18 de abril de 2009

Socios… y algo más

En Ingeniero White había un puñado de empleados de diversos ramos. El jefe de tráfico, ordinario por cierto, se había convertido en el blanco de todas las bromas habidas y por haber.
“Hoy soñé con que usted me hacía llover sobre mi cabeza”
“Anoche estuve en su cama y casi me muero al caerme de ella…”
“Sus ropas son para los espantapájaros de cuanta quinta hay en esta ciudad”
“Sus botines se tomaron un descanso conmigo”
“Este no se baña, se lava con la lavadora, queda como la pantera rosa”
El jefe de tráfico, permanecía mudo. Las bromas no lo inmutaban, por cierto. Pero sus compañeros se reían a las carcajadas.
En una banqueta giratoria estaba Demergassi. Como socio que recién se inicia, había que pegarle un baquetazo. Y debía cebarle mate a los demás.
Aburrido, empezó a dar vueltas con la banqueta giratoria. Hasta que de repente, el asiento se salió y se cayó al suelo junto con la pava y el agua encima.
“¿Qué hiciste Demergassi?” – exclamaron todos.
Se levantó, se sacudió un poco la suciedad, puso a calentar nuevamente el agua y fue a arreglar la banqueta.
“Sentate y volvé a hacer la misma huevada ¿sabés?” – le inquirió alguno.
Se sentó y miró el piso. Segundos después arregló un poco el mate.
“Che Demergassi… tu novia es miauuuuuuuuuuuuu” – le hizo un chiste otro.
“Miau” – contestó Demergassi.
“Sos tontuelo Demergassi…”
Se levantó, fue hasta la cocina a buscar la pava que, por cierto, tenía el agua hirviendo.
Cebó el primer mate y, empezó la ronda. El primero que llegó, como lo tomó de la base, no notó cuán caliente estaba. Le dio solo un sorbo, tragó y sacó la lengua “Aaaggghhh! Si que ta` pa` pelar chanchos!”
“Dame a mí – le dijo el de su derecha, le dio un sorbo y se quemó hasta el alma – Mmmaaaaaaaaaaammmmaaaaaaaaaa! – gritó – Esto está que pela Demergassi!”
“Ustedes pidieron el agua caliente para mate” – dijo Demergassi.
“Sí, pero ¡No hirviendo!” – gritó el jefe de tráfico.
“No es para tanto, ahorita mismo se la enfrío” – se levantó y le pisó el pié izquierdo a un compañero “¡Demergassiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ¡Fíjate por dónde caminas!”
“Lo siento” – replicó.
“¿Acomodaste el agua Demergassi?”
“Ya cebo chamigo” – dijo mientras con la pava en la mano, en vez de cebar el mate le volcaba el agua en la cabeza al compañero que hacía minutos le había pegado el pisotón “¿Sabrá este cristiano que me está lavando la cabeza…?”
“Che Demergassi… sabes que no tengo ganas de bañarme aquí, ni mucho menos de lavarme la cabeza”
“¿Por qué?”
“¡Porque me estás mojando idiota!” – gritó.
“Uy! Perdone, fue sin querer…”
“Ya! – gritó – dale y dejá de romper las pelotas!”
“Recién entro y no sé bien cómo son las reglas” – dijo temeroso Demergassi.
Sus compañeros lo miraron “Pero para hacer cagadas tras cagadas no” – inquirieron todos a coro.
A pesar de que Demergassi fuera socio, en realidad, tarea que lo pusieran a hacer, era un tranco y una macana segura. No por maldad. Por torpe.
“Escuchame, vamos a hacer una maniobra con estos tanqueros” – le dijo el maquinista. Demergassi escuchó.
“A maniobrar…” – dijo Demergassi.
“A eso. No toques nada”
Se bajó dos minutos el maquinista a refrescarse la cabeza en una canilla a la vera de la vía. Llamaron por el intercomunicador y Demergassi atendió “Demergassi, mande la máquina porque hay que despejar vía 2”
“Enseguida” – contestó.
Para acelerar el asunto, se sentó en el asiento del conductor, tomó el controller y lo abrió. Todo parecía muy normal hasta que dio un fuerte topetazo. Y los vagones se golpearon entre sí.
Todos se dieron vuelta y vieron un ligero desplazamiento de los vagones que estaban cargando. El resultado fue que perdieron varias toneladas del cereal que estaban colocando en los vagones.
“¿Quién fue el responsable de este despelote?” – preguntó uno de los operarios.
Otro, desde una tarima, le contestó “No sé, pero algún idiota seguro”
Como si hicieran una inspección técnica en los vagones, descubrieron que a varios se le habían aboyado los paragolpes.
Uno de los mecánicos fue hasta donde estaba el empleado del puerto y éste le dijo “¿Quién hace maniobras?”
“¿En la máquina?”
“Ugarte”
“¿Ugarte? Raro si este tiene siglos de andar…”
“Bueno, si supieras la clase de socio, te mueres”
En la charla metió las narices un ingeniero “Naaaaaaaa chicos, cuando tengan un accidente de esta clase, piensen en Demergassi”
Y los dos miraron al ingeniero.
“¿Recién ahora se desayunan de este salame?”
“No sabía que usted supiera tanto de este sujeto…” – le dijo el operario portuario.
“No hace falta tragarse ningún libro de mecánica ni electricidad, sus macanas están a la vista de todos”
“Con razón la mitad más uno de los vagones tienen los topes aboyados…” – dijo el mecánico.
Justo llega Demergassi con los papeles “Me mandó Ugarte porque se rompió la máquina…” y se cae en un charquito de agua. Mojó todos los papeles.
Se levantó y se dirigió a los tres “Disculpen, aquí están”.
El operario portuario los tomó con la punta de los dedos y puso cara de asco.
“Demergassi…” – dijo el ingeniero.
“Diga”
“Quisiera saber de dónde sacas tanta torpeza junta, si es que se puede saber”
“No soy torpe, son unos accidentes que tengo” – contestó Demergassi.
“Si, sí, si… tomátelas” – dijo el ingeniero haciendo un gesto con la mano.
Vuelve a donde estaba Ugarte “¿Te ayudo en algo?”
“Tú… ah si, tené este cable que voy a buscar uno adentro”
Minutos después regresa Ugarte “Bueno, ahora sí salvaremos este problemita”.
Cuando fue a accionar el motor de la máquina, no arrancó.
Probó una segunda vez y no arrancó.
“Yo voy a probar” – dijo Demergassi, accionó la palanca de arranque y con un destornillador, hizo un choque de cables pelados provocando un chisperío y un posterior incendio.
“¡¿Qué hiciste pedazo de imbécil?!” – gritó Ugarte.
“Probar arrancar la máquina” – contestó muy fresco.
“Era probar… ¡No quemar!” – volvió a gritar Ugarte.
“No te preocupes, ves – le dice Demergassi y toma un balde con agua, lo tira en el fuego – un poco de agua y se apaga”
“¡En tus sueños se apaga idiota!”
“Con un poquito más – dijo Demergassi, en vez de agarrar el extintor, tomó un bidón con combustible y lo arrojó a las llamas, provocando que el fuego se hiciera un poco más grande – la situación está controladita ¿Ves Ugarte?”
“Veo pedazo de pelotudo que estás haciendo cagada tras cagada, menos apagar el fuego”
Ugarte fue a llamar a los bomberos. Pero ese día, Demergassi haría la “del siglo”: fue a buscar otra locomotora estacionada a metros, la puso en marcha, la movió y empujó a que se estaba incendiando. La dejó debajo de la boquilla de un arenero. Abrió el arenero y cayó una montaña de arena. Con un poco de lógica, el fuego se apagó, pero la máquina estaba enterrada en una montaña de arena.
Regresa Ugarte y ve el desastre “Made In Demergassi… si hubiera vuelos espaciales, pago uno para que este sujeto no vuelva más”
Minutos después llegan los bomberos buscando el incendio “¿Dónde es el incendio amigo?” – pregunta el jefe de bomberos.
Ya Ugarte estaba resignado y no contestaba a nada. Tampoco quería escuchar a nadie.
Llega el ingeniero “Ugarte… ¿pasa algo que andamos con cara de culo?”
“Hace falta decir quién provoca que tengamos esta cara de orto…”
“Oime… pero ¿quién llamó a los bomberos?”
“Fui yo, había un incendio, de veras, ahora busco el incendio”
“Escucheme, usted debe estar un poco alterado, tuvo alguna visión óptica pero ¿dónde esta el incendio para llamar a los bomberos?”
“Andá y preguntale a Demergassi, tal vez le puedas arrancar algo a este animalito”
“Aclarando tantos… tú estás al mando de la máquina ¿no?”
“¿Qué parte de la historia usted no entiende? Todo esto fue porque Demergassi metió los ganchos para cagada de todos”
El jefe de bomberos perdió la paciencia “En vez de discutir… ¿¡Dónde está el incendio!?”
Y aparece Demergassi “¿Dónde es el fuego?” – le pregunta uno de los bomberos.
“¿Fuego? No hay ningún fuego. Yo lo apagué tirando arena. Tomense un refresco, tienen día libre, no hacía falta que les interrumpieran el matecito chicos” – les contesta muy fresco Demergassi.
Ugarte y el ingeniero miran a Demergassi. Uno aprieta los dientes. El otro está colorado de bronca.
Los bomberos se van con el enojo encima. Demergassi los mira marcharse.
“¿Tienes algún chamuyo a mano para salvarnos de la suspensión que se nos viene encima?”
“¿Suspensión? Los capos están de vacaciones en un lujoso telo en Brasil” – contestó Demergassi. Por una vez, decía algo cierto.
“¿De vacaciones? ¿Y desde cuando sabes tanto?” – preguntó Ugarte.
“Y… si a mí no me tienen fe…” – contestó Demergassi.

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