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martes, 27 de mayo de 2008

Cuentos de Alcoba XX: Elisabetta

2ª Parte


Elisabetta era sometida a revisiones técnicas, en tanto, oía las charlas de ellos, pero no podía saber absolutamente nada porque no entendía el idioma en que lo hacían. Más le siguió su melancolía “Vine a parar a un país donde no entiendo ni jota qué es lo que dicen... todo es a base de espanglish o cosa parecida... Sinceramente ¿Qué será de mi hermana Quequén, con quién me hice tan compinche? Ella que me enseñó a mirar los trenes de la misma forma que la matemática y la física astronómica... Bragado y su novio Cibriano, que se aman fogosamete... de Pepito y Flor que los dos como pelean, se reconcilian y ahora tienen el ardiente deseo de casarse... y yo acá... acá, sin destino a ninguna parte... Quiero volverme a mi casa, a mi destartalado ramal, con mis hermanas ¡Con mis raíces que me vieron desde mis orígenes!”

Cayó la noche en Hengelo y un tranvía le trajo un bonito y perfumado tulipán. Le dijo una frase en neerlandés. Ante la falta de respuestas, el tranvía le dijo en inglés “I love”. Elisabetta le dijo “¿Qué me has visto de bueno a mí para quererme así?”.

Y el tranvía prefirió usar lápiz y papel. Dibujó algo representando colores y una forma diferente, haciéndole ver que ella era muy diferente a sus hermanas locomotoras holandesas. Elisabetta le contestó de la misma forma, solo que ella dibujó un corazón con una flecha indicando un futuro por ahí.

Pero el tranvía ante el dibujo de Elisabetta no lo entendió y siguió tratando de enamorarla. Elisabetta no le prestó atención ninguna, aunque pronto recordó los amoríos entre sus hermanas, pensó “Si ellas tienen sus amores ¿Por qué yo no puedo tener el mío?”.

Mientras, el tranvía debió salir a servicio y Elisabetta siguió en el taller. El día acabó y otra vez el tranvía volvió a ver a Elisabetta, que se traía un diccionario para entenderle “Hola amor”.

Elisabetta miró sorprendida, le dijo “¿Buscas algo pibe?”.

El tranvía volvió a mirar y hojear el diccionario, hasta que armó “Tener espacio tu corazón”.

¿En mi corazón? ¿Corazón de enamorados?” – preguntó Elisabetta.

Sí” – dijo afirmativamente el tranvía.

Y en esas entraron dos ingenieros a paso largo al taller. Buscaban a la locomotora 7928, Elisabetta. Y la encontraron. Reportaron a las autoridades regresarla a su lugar de origen.

A Elisabetta se le fueron los nervios hasta la cabeza “¿Me deportarán?” – dijo.

Entre los ingenieros y personal de mecánica del taller de Hengelo pusieron todo en marcha para regresar a Elisabetta a donde había salido. Fue cargada a un carretón y nuevamente fue al puerto de Rótterdam, donde debió esperar turno para subir a un buque con destino al puerto de La Plata.

Mientras Elisabetta esperaba en Rótterdam, apareció ese tranvía que la amó tanto como un suspiro para decirle “Elisabetta, extraño tu ida, amarte fue muy lindo... lleva tu corazón a mi como recuerdo” – le dijo en un español entrecortado.

Elisabetta lloró. Vinieron los operarios para cargarla en la grúa ante la mirada del tranvía. “¿Sabes qué dicen ellos?” – le preguntó.

Llámame Tilín. Después... creo que por comentarios, te envían nuevo a tu país” – le dijo.

Elisabetta y Tilín se miraron. Entre los operarios portuarios y los ingenieros de los NS hablaban entre ellos. Finalmente, la policía deportó a Elisabetta.

Tilín le gritó a Elisabetta en el buque “Te deportaron, no importa, yo voy a tu país!”.

¿Me deportaron?” – preguntó Elisabetta.

Sí. Nunca más puedes venir acá!” – le contestó Tilín.

En pocos minutos zarpó el buque. En tanto, Maribel llegó a Kilo 4 con noticias “Chicas, tengo novedades de Elisabetta”.

Y se juntaron entre todas, haciendo silencio. “¿Es bueno o malo?” – preguntó Mercedes.

Chicas. Elisabetta se fue por su cuenta a Holanda aduciendo estar cansada de la rutina diaria de acá pero de esto hace algo así como 8 meses y chirolas. Ahorita mismo está viniendo en camino rumbo al puerto platense” – dice Maribel.

¿Y quién la encontró allí?” – pregunta A630.

No sé, pero deben haber sido todos los panfletos. Lo que sí puedo anunciarles que es la primera y la última vez que sale al exterior, por lo menos a ese país” – dice Maribel.

Dalceggio pregunta “¿Qué? ¿Qué es eso?”.

Chicas la deportaron, no sé cómo sigue esta novela. Por el momento, démonos por satisfechas si la volvemos a tener con nosotras” – dice Maribel.

Sí que la vamos a tener entre nosotras ¿Qué te preocupa?” – dice Pico.

Que la manden al soplete” – contesta Maribel.

Soplete... acá al soplete lo usan ustedes para jugar entre ustedes. Que juguete” – dice A630.

Elisabetta venía en camino y las cosas no serían nada fáciles. El viaje de regreso se le pasó más pronto y media mañana arribó al puerto platense.

Los operarios del puerto procedieron a su descargo en tanto que a metros simplemente estaban Lanús y Viviana esperándola. Cuando Elisabetta tocó tierra, Prefectura Naval Argentina la arrestó conduciéndola rumbo a un galpón.

Lanús y Viviana miraron lo que sucedía. Ambas salieron tras ella pero al intentar ingresar al galpón, fueron detenidas por un oficial de Prefectura, que les dijo “Acá no pueden ingresar”.

¿Se puede saber el por qué?” – preguntó Viviana.

Esas explicaciones deberán preguntarlas a quién tenga a cargo esta locomotora” – contestó el oficial.

Pero hombre, yo estoy junto con ella, en la misma concesionaria” – dijo Lanús.

Eso deberán preguntarlo a los ejecutivos, ustedes aparte, no representan nada si no hay una parte visible” – dijo el oficial.

Lanús y Viviana se miraron. Viviana dijo “Es evidente que nosotras somos un pedazo de fierro con ruedas que para lo único que servimos es para hacer lo que ciertas gentes indican que hagamos”.

Por favor, no compliquen más el asunto, de lo contrario deberé pedir el arresto para ustedes también” – dijo el oficial.

No hace falta oficial, ya nos vamos” – dijo Lanús y emprendió la marcha con Viviana rumbo a Kilo 4.

Al llegar a Kilo 4, Vega dijo “Ni digan nada, está todo bue´”.

Ante la frase, Lanús le dice “Bue´ estará en tu mundo, la cosa está hiper podrida, y algo pesada también”.

Cañuelas, como siempre, tenía un trago de caña, el cual cuando escuchó a Lanús, lo escupió, tosió y dijo “¿¡Qué!?”.

Pero Viviana las llamó a las demás “Chicas, tenemos reunión de consorcios y la quiero urgente ¡Ya!”.

Chivilcoy y Suipacha llegaron en primer lugar. Madariaga, Temperley y Doris llegaron luego. Pico, Cuenca, Mansilla y Dalceggio llegaron cuando se les ocurrió. Como siempre, tarde a las emergencias, llegaron Karpik, Bragado y Mercedes. Patagones asistió a la reunión porque pasaba de casualidad por el lugar.

¿Qué urge ahorita?” – pregunta Mercedes.

Urge que hay que declarar el estado de emergencia” – dice Viviana.

Las demás se miraron. Patagones dice “¿Y si fuera el de sitio?”.

¡No tarada! Estado de emergencia porque hay que rescatar a Elisabetta” – gritó finalmente Viviana.

Entre todas se miraron. Pico hace una llamada a la oficina de los ejecutivos “Buenassss... ¿Saben qué podemos hacer para sacar a Elisabetta?” – pregunta.

Sí, doña Pico, nos pidieron la módica suma de 20.000 sopes pero no sabemos ni de dónde vamos a sacarlos, por ahí la dejamos y...” – empieza a contar el desconocido del otro lado de la línea.

Gracias jefe, eso es todo. Buenas noches” – dice Pico y corta la línea.

¿Y Pico, qué sacaste en limpio?” – pregunta Temperley.

Bueno, casi nada, necesitamos la módica suma de 20 luquitas yyyy... bueno, eso, amén de que tengamos algo de suerte de encontrarlos de buen humor” – dice Pico tomando la medida con soda.

¡Pico! ¡No entiendo cómo puedes tomarte eso con tanta soda! ¡Esto es trágico! ¡Es mi hermana...!” – dice Doris y casi se le escapa un insulto a Pico.

Entre las chicas de Kilo 4 debaten cómo juntar el dinero para la multa y sacar a Elisabetta del puerto de La Plata. Lo primero que organizan es una venta y remate de chatarra del lugar. Luego Mercedes acordaría con Marina juntar colaboraciones. Quedaba pendiente la participación de las vaporeras.

A los pocos días armaron un remate en Kilo 4, donde recolectaron 1500 pesos en la venta de las peores chatarras. Luego en Escalada hicieron lo mismo, donde en la venta de partes juntaron unos 1500 pesos.

Marina tuvo la ocurrencia de organizar colectas. Hasta se fue a ver a un personaje no muy aceptado, Ariadna.

Ariadna, tengo algo por plantearle” – dijo Marina.

Ariadna la miró sorprendida, le dice “Extraño de parte tuya que vengas a verme, pues no tengo buena fama entre vos y tus hermanas”.

Acá no se trata de la fama, sino es que estoy organizando una colecta” – dice Marina.

¿Colecta? ¿Y para quién?” – pregunta Ariadna.

Es que necesitamos saldar una multa de 20.000 pesos” – dice Marina.

Que yo sepa, ninguna de ustedes tienen deudas así, de modo que si fuese nuestra, muevo cielo, tierra y mar, pero sospechando que se trata de algo para vecinos, equivocaste por completo a quién venir a ver” – contestó tajante Ariadna.

Entendido, no se dijo nada” – dijo Marina y pegó media vuelta.

Desde atrás, Ariadna gritó “Ojito con lo que haces”.

Marina murmuró “Sí, si claro... Yo me salgo con la mía”.

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