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miércoles, 30 de abril de 2008

2003 – 5 años de mí – 2008: Los lamentos de Luján

Observaciones: Cualquier semejanza con los personajes y los hechos, es pura casualidad


Luján Elizabeth Olivera hacía apenas ocho meses que estaba en pareja con un señor llamado Marcos Lucero y, desde hacía unos dos meses y medio, residían en la ciudad de General Pico, en la provincia de La Pampa.

  • ¿Qué haces Marcos?

  • Sacando una foto amor... – contestó mientras retrataba unas locomotoras de Ferroexpreso Pampeano.

Ella lo observaba sentada en el césped.

Sonó el teléfono.

  • Hola

  • ...

  • Marcos no está. ¿Deseas que le diga algo o... o dejarme un teléfono?

  • No porque no va a llamar.

  • No, te va a responder...

  • ¿Tiene previsto venir a Buenos Aires?

  • La semana que viene vamos los dos.

  • Lo veré ahí.

Marcos hacía maniobras con un corte y suena el móvil. Le aparece un teléfono desconocido. Lo mira “Sea usted bienvenido a esta ciudad, podrá conocerme”. Guiñó los ojos. Siguió en su tarea.

Una noche llegó una carta. Luján la levantó del suelo. Estaba destinada a su marido y en el remitente, figuraba Anahí Troncoso. Provenía de Buenos Aires. Se fue con la carta, se sentó, la abrió y sacó una hoja. Leyó:

Marcos:


El hecho de que te hayas fugado a tu ciudad de origen en nada justifica todos los desastres que has hecho y el tendal de cuentas impagas que has dejado. Yo ya tengo tus antecedentes, me los pasó Dardo, sinceramente, me habían pasado otra imagen tuya pero bueno... por mí, no me importa, no gano ni pierdo un carajo, Dardo, menos, lo vergonzoso es que a la madre de Dardo le debes 300 mangos de no sé qué, has mezclado los ganados. Tenía muchas ganas de viajar a Rosario, tenía muchas ilusiones, una gran expectativa pero ahora... ahora con lo que sé nunca viajaría – contigo – a Rosario, es más, me voy de vacaciones bajo el puente de la Juan B. Justo. Me duele porque has engañado a esa chica, me refiero a Luján, una chica hiper inteligente y que fuera a terminar con una cucaracha como vos. Yo sé que van a venir a Buenos Aires, pero estate atento, a que te pongo las manos encima”.


La carta cayó redonda al suelo. Luján quedó muda y fría como una estatua.

  • Marcos... – fue el hilito de voz de Luján.

  • No te preocupes, está todo bien...

  • ¿Sí? Pues lee esto – levanta la carta del suelo y se la da a Marcos para que la lea.

Marcos lee la carta. La da vuelta.

  • ¿La conoces a Anahí Troncoso?

  • La ví una sola vez... no debes amargarte en esto. Vamos...

Una semana después tomaron el tren que los llevó desde General Pico a Once. Estuvieron varias horas viajando. Llegaron muy cansados los dos y se fueron a la casa de una tía de Luján.

Luján llamó por teléfono a Anahí por unas cosas.

  • Anahí, trae los papeles que me los llevo.

  • ¿Todos?

  • Lo que más se pueda...

Acordaron encontrarse en un punto para no encontrarse con Marcos.

  • Anahí... ¿por qué tienes tanto recelo a Marcos? ¿viene porque es mi pareja...? dímelo.

  • No. No es eso.

  • ¿Entonces...?

  • Lo ví solo una vez.

  • ¿Una vez?

  • Si. Justo fue una vez que fuimos de paseo a Ezeiza. Andaba con el nono de barba y pelo en pecho.

  • Sera el mono...

  • No, el nono, un pobre perejil que no corta ni pincha.

  • Ah... che, quiero saber algo.

  • Tú dirás...

  • ¿Es verdad que debe a todos los santos?

  • Le debe a Dios y María Santísima, los santos y si me apuras también, al infierno también.

Se quedó muda.

  • ¿Te vas a amargar con un tipo de esa calaña?

  • Me duele porque es mi primer pareja...

  • Yo acumulo todo el tendal de cuentas...

  • ¿Las tienes?

  • Por supuesto. Este recibo es de último bimestre, gastó en pesos una cantidad como 250. dejó la cuenta del gas, esta es la boleta, unos 280. de cable adeuda 140 en Multicanal y 310 en Telecentro. Todavía no sé cómo garpó el agua, pero hay más...

  • Ni digas que dejó más lamentos...

  • En la municipalidad debe como 460 mangos del ABL. Después adeuda 780 de Rentas y lo que sí se me fue de las manos es las cuentas que dejó por los boliches. Quisiera saber ¿garpa los servicios en Pico?

  • No sé porque como me ocupo yo...

  • Dejalo un mes a ver qué hace.

  • Con eso es suficiente. Si no lo hizo en Haedo, menos lo hará en Pico.

Quince días después volvieron a Pico.

  • Oye... hicieron un reclamo que debes unos 300 mangos a la madre de Dardo.

  • ¿Trescientos pesos? No, no es así. No creas lo que te dicen por ahí.

  • ¿No? Pues espera un momento – va a buscar a un cajón un sobre con las fotocopias de los servicios impagos y regresa con él. Lo abre y saca todos los papeles – Mira, pues mira. Ahora dime si estoy loca.

Marcos no contestó. Solo golpeó el vaso de cerveza en la mesa.

Esa noche, Luján prefirió dormir en la cama cucheta, sola, para no pensar que dormía con un chanta.

Días después, cuando Marcos se fue a trabajar, olvidó el móvil. Arriba de la mesa de luz. Lo supo Luján porque justó sonó. Fue a ver y era un mensaje de texto. El mismo decía “¿Cuándo vas a devolver el par de locomotoras que te llevaste?”. Lo dejó en su sitio. Se tiró en la cama, algo desolada.

  • ¡No! ¡Vas a tener que pedir una audiencia! – dijo Marcos como si fuera una autoridad importante.

Y Fernando lo vio pasar sin decir nada. Se fue hasta la casa.

  • Luján...

  • ¿Sí? ¿Qué hubo esta vez?

  • Tu marido huye cuando se le recuerdan los desastres que ha dejado en la vía...

  • Tengo las cuentas...

  • Bueno, este es el reclamo de pago por alguna de ellas...

Luján tomó el par de telegramas.

  • ¿¡Otra vez con el cuento de las cuentas!? ¡No sigas metiéndote con los aficionados! ¡Aléjate! – gritó Marcos.

  • ¡Las cuentas no son ningún cuento! ¡Lo que tengas con los aficionados no me interesa pero eres no solo chanta, sino hasta mentiroso! – gritó Luján.

  • ¿Me tratas de mentiroso?

  • Sí. Ya dudo hasta de mi propia sombra.

Esa noche, como varias anteriores, Luján se fue a dormir a la cucheta.

  • Me siento más cómoda y confortable con el gato...

Caminaba por las calles de Pico hasta su casa. Venía del hospital. Algo desolada. Con bronca. Dolor.

Se fue al teléfono. Llamó a Anahí.

  • Hola Anahí, soy yo...

  • ¿Cómo estás? Si esta pregunta incomoda...

  • Es buena. Anímicamente estoy como el orto.

  • Se explica...

  • Hace unos días atrás tuve una fuerte discusión, también dejé de ir a dormir en la cama grande...

  • Tienes que irte de ahí...

  • Por la cuestión laboral, no me preocupa, otra cosa me preocupa, que me da vergüenza...

  • Tener un chanta como Marcos...

  • Que sea papá de un nuevo hijo...

Estaba desolada.

Pero un día tomó una decisión inadecuada. Esperó a que Marcos regresara del trabajo. Estaba harta de los reclamos por las cuentas impagas. De las discusiones.

Marcos abrió la puerta como de costumbre.

  • Hola Luján ¿Todo bien?

Luján le apuntó con la escopeta. Disparó unas tres veces. El tercer tiro, fue directo a la cabeza.

  • Ahora sí que está todo bien Marcos – dijo Luján irónicamente.

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