Cuando Dante se enamoró de Flora, ésta no sabía la clase de persona que era Dante. ¿Infiel? Al contrario, demasiado fiel a su amada, la quiere y la cuidará, como la madre a su hijo.
Flora siempre moría por Dante, y daba todo por él. Lo que nunca se supo fueron los motivos que lo llevaron a ella.
Una tarde, en la plaza de de Junín, Flora le hará una confesión que lo hará poner colorado:
- Oh, Dante mío, te amo. Dame una oportunidad. Mírame y permíteme escapar si no soy de tu agrado.
Dante, colorado, contestó – Bueno -.
Un día, cuando el Martita arribó a Retiro San Martín, un compañero suyo le dijo:
- Que momento placentero fue haber compartido la cama con tu mujer…
- ¿¡Qué!? – gritó Dante y lo tomó de la camisa con ambas manos.
- Lo que acabas de oír chamaco de pocas pulgas.
- ¡Hijo de puta rematado! – volvió a gritar Dante y lo emprendió a las patadas, como si su compañero fuera una pelota de fútbol.
Luego, Flora lo llamó a Dante por el celular.
- Cariño…
- Cariño cornudo… - dijo sin medias tintas Dante.
- Es mentira… no creas en lo que te dicen.
A su regreso a Junín, Dante seguía con el pensamientote ser cornudo. Para eso, fueron con Flora al sanatorio a hacerse una ecografía.
- Es un estudio de rutina – le suplicó Flora entre lágrimas.
- ¿Me enseñas la letra “La gata Varela”? – preguntó Dante.
- No la sé…
Para colmo de males, el visor emite la imagen de un ser flotando adentro. Dante optó por distraerse pero 10 cuadras después tuvieron un duro cruce de palabras.
- ¡Al final me tomaste por cornudo Flora!
- No, te juro que fue entre nosotros, jamás haría una estupidez semejante.
- ¿Desde cuando? Desde que yo sé que me acuesto contigo bien cuerdito, a menos que me hagas creer que lo hago totalmente en pedo.
Por detrás, apareció un personaje extraño en la plaza.
- Que idiota sos Dante si no generas capacidad suficiente para hacer feliz a tu mujer ni siquiera engendrando perejil – le dijo sarcásticamente.
A Dante se le desorbitaron los ojos. Luego lo agarró de las mechas.
- ¿¡Qué cornos te importa de los calzones para dentro!?
- Dejalo Dante… - le pidió Flora – igual me haces feliz.
- No pienso ensuciar mis manos en este asqueroso mamarracho.
Como si vivieran un cuento de terror, dos meses después de saber del embarazo, a Flora le creció la panza de golpe.
- Vaya que pasan rápido los ciclos embrionarios…
- ¡Dante… creedme: no puedo más con los dolores! – se quejó Flora.
Observaban pasar por la plaza las mujeres embarazadas y notaban que todas eran “normales”. Flora sentía que en cualquier momento le estallaría la panza de las estrías.
Dos años y medio después, en medio de tantos dolores y un fuerte bocinazo de una RSD-35, Flora dio a luz al ser más extraño que jamás hubieran visto. Tenía una cabeza, dos brazos, dos manos 8 dedos en cada una de las manos, piel color verde y una cola. Ellos debían cuidarlo como un bebé, pero aún no acertaban a pensar y creer lo que veían.
Mandando la vergüenza al piso, cuidaban del ser extraño que les tocó en suerte.
Flora lloraba desconsolada – Dos años y medio mancando esto… ¿para qué? ¿para esto?
Cuando menos lo imaginó, un día haciendo maniobras en el taller de Junín, encontró un compañero con el uniforme de
- ¡No quiero creer que vos asqueroso mutante le engendraste un hijo a Flora…! – le gritó Dante al mutante.
- Si me sigues tratando de mutante, en este preciso instante haré que Flora engendre un nuevo hijito por 5 años.
Rápido como un rayo, Dante se subió a
- Gracias Dante, me quitaste un peso de encima.
- ¿Cómo? – preguntó Dante sin entender nada.
- Era una rara maldición Dante… - empezó a explicar Luisano - Verás, tú tienes un hijito, era tan asqueroso como yo, ahora cuando veas a Flora, la encontrarás amamantando a un chiquitito de veras.
Fue cierto: a su regreso, encontró a Flora amamantando a un chiquito de veras.
- Dante… ¡Gracias!
- Si Flora, solo que esto fue un cuento de terror…
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