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lunes, 17 de noviembre de 2008

2003 – 5 años de mí – 2008: De mutantes y maldiciones

Observaciones: Fantasía. Están advertidos

Cuando Dante se enamoró de Flora, ésta no sabía la clase de persona que era Dante. ¿Infiel? Al contrario, demasiado fiel a su amada, la quiere y la cuidará, como la madre a su hijo.

Flora siempre moría por Dante, y daba todo por él. Lo que nunca se supo fueron los motivos que lo llevaron a ella.

Una tarde, en la plaza de de Junín, Flora le hará una confesión que lo hará poner colorado:

- Oh, Dante mío, te amo. Dame una oportunidad. Mírame y permíteme escapar si no soy de tu agrado.

Dante, colorado, contestó – Bueno -.

Un día, cuando el Martita arribó a Retiro San Martín, un compañero suyo le dijo:

- Que momento placentero fue haber compartido la cama con tu mujer…

- ¿¡Qué!? – gritó Dante y lo tomó de la camisa con ambas manos.

- Lo que acabas de oír chamaco de pocas pulgas.

- ¡Hijo de puta rematado! – volvió a gritar Dante y lo emprendió a las patadas, como si su compañero fuera una pelota de fútbol.

Luego, Flora lo llamó a Dante por el celular.

- Cariño…

- Cariño cornudo… - dijo sin medias tintas Dante.

- Es mentira… no creas en lo que te dicen.

A su regreso a Junín, Dante seguía con el pensamientote ser cornudo. Para eso, fueron con Flora al sanatorio a hacerse una ecografía.

- Es un estudio de rutina – le suplicó Flora entre lágrimas.

- ¿Me enseñas la letra “La gata Varela”? – preguntó Dante.

- No la sé…

Para colmo de males, el visor emite la imagen de un ser flotando adentro. Dante optó por distraerse pero 10 cuadras después tuvieron un duro cruce de palabras.

- ¡Al final me tomaste por cornudo Flora!

- No, te juro que fue entre nosotros, jamás haría una estupidez semejante.

- ¿Desde cuando? Desde que yo sé que me acuesto contigo bien cuerdito, a menos que me hagas creer que lo hago totalmente en pedo.

Por detrás, apareció un personaje extraño en la plaza.

- Que idiota sos Dante si no generas capacidad suficiente para hacer feliz a tu mujer ni siquiera engendrando perejil – le dijo sarcásticamente.

A Dante se le desorbitaron los ojos. Luego lo agarró de las mechas.

- ¿¡Qué cornos te importa de los calzones para dentro!?

- Dejalo Dante… - le pidió Flora – igual me haces feliz.

- No pienso ensuciar mis manos en este asqueroso mamarracho.

Como si vivieran un cuento de terror, dos meses después de saber del embarazo, a Flora le creció la panza de golpe.

- Vaya que pasan rápido los ciclos embrionarios…

- ¡Dante… creedme: no puedo más con los dolores! – se quejó Flora.

Observaban pasar por la plaza las mujeres embarazadas y notaban que todas eran “normales”. Flora sentía que en cualquier momento le estallaría la panza de las estrías.

Dos años y medio después, en medio de tantos dolores y un fuerte bocinazo de una RSD-35, Flora dio a luz al ser más extraño que jamás hubieran visto. Tenía una cabeza, dos brazos, dos manos 8 dedos en cada una de las manos, piel color verde y una cola. Ellos debían cuidarlo como un bebé, pero aún no acertaban a pensar y creer lo que veían.

Mandando la vergüenza al piso, cuidaban del ser extraño que les tocó en suerte.

Flora lloraba desconsolada – Dos años y medio mancando esto… ¿para qué? ¿para esto?

Cuando menos lo imaginó, un día haciendo maniobras en el taller de Junín, encontró un compañero con el uniforme de la COOTAJ, con idénticas características.

- ¡No quiero creer que vos asqueroso mutante le engendraste un hijo a Flora…! – le gritó Dante al mutante.

- Si me sigues tratando de mutante, en este preciso instante haré que Flora engendre un nuevo hijito por 5 años.

Rápido como un rayo, Dante se subió a la RSD-35. Simulando hacer maniobras, le pide al mutante que lo acompañe a acoplar vagones. Cuando lo tuvo a tiro, lo pisó. Dante se sintió aliviado. Pero se le ocurrió buscar al mutante: el mutante era Luisano.

- Gracias Dante, me quitaste un peso de encima.

- ¿Cómo? – preguntó Dante sin entender nada.

- Era una rara maldición Dante… - empezó a explicar Luisano - Verás, tú tienes un hijito, era tan asqueroso como yo, ahora cuando veas a Flora, la encontrarás amamantando a un chiquitito de veras.

Fue cierto: a su regreso, encontró a Flora amamantando a un chiquito de veras.

- Dante… ¡Gracias!

- Si Flora, solo que esto fue un cuento de terror…

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